El Fin de Todo Cuarta Parte

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La bestia avanzaba con pasos pesados hacia el grupo de Jazmín, y el aire se impregnaba de un miedo palpable. Cada pisada hacía temblar el pasillo, y las chicas se paralizaban al ver cómo la monstruosa figura les apuntaba con su gigantesca ametralladora.

Jazmín: ¡Cúbranse!

El estruendo de los disparos resonó en múltiples direcciones, destrozando todo a su paso. Las balas perforantes anti tanque hacían añicos el entorno, y el caos se desataba. Jazmín, sintiendo el peligro inminente, se reunió con sus compañeras, arrastrándose por el suelo mientras ideaban un plan para enfrentarse a la mole de metal y carne.

Alice: Genial, ¿cómo vamos a detener a ese mastodonte?

Gretel: De frente no podemos mientras esté armado con esa cosa.

Jazmín: Necesitamos un lugar más amplio. Aquí no podemos hacer nada. Solo traten de que no nos vea.

Alice: Joder, odio el sigilo.

Gretel: Es eso o terminar como rallador de queso.

Las tres chicas se separaron, cada una esforzándose por permanecer fuera de la vista de la bestia. Sin embargo, mientras Jazmín y su grupo intentaban huir de la monstruosa criatura, el grupo de Mariko y Bando se dispersó, tratando de eludir la emboscada de los centinelas.

Los centinelas, con su precisión sobrenatural, disparaban con una calma aterradora.

Mariko: ¡Iremos con Santiago a buscar las entradas secretas!

Bando: ¡Nosotros los distraeremos, no pierdan el tiempo!

El soldado salió de su escondite, abriendo fuego contra los centinelas, pero las balas rebotaban inofensivamente como si una barrera invisible las desactivara.

Bando: ¡Imposible, estas balas son anti tanque!

Un centinela, como si disfrutara del juego, levantó objetos del entorno y se los arrojó al soldado con una ferocidad despiadada. Bando, con reflejos sobrehumanos, esquivaba cada proyectil en un ballet de movimientos imposibles para cualquier humano normal.

Pamela: Joder, si cuando esquivo los balones que me lanzan me duele todo el cuerpo.

Alma: Esto no está bien.

Anna: ¿Qué ocurre?

Alma: Esa extraña esencia... siento una fuerza vectorial, pero una muy poderosa.

Anna: ¿Me estás diciendo que esas cosas son Diclonius?

Alma: No lo sé. Su comportamiento es muy autómata, pero no podemos averiguar qué son si seguimos escondiéndonos.

Robert: Debemos acercarnos al balcón y hacerlos caer.

Bando: Buena idea.

Anna: Lo haré usando mis poderes.

La joven comenzó a concentrarse. Un temblor recorrió el lugar mientras los pilares que sostenían el balcón se retorcían bajo su control. Con un esfuerzo monumental, los pilares se desplomaron, y los centinelas salieron volando, pero no sin realizar acrobacias en el aire, como si fueran marionetas entrenadas.

Alma: Oh, mierda...

Pamela: Joder, esas cosas son demasiado atléticas.

Despojados de sus armas a distancia, los centinelas ahora sacaron cuchillas y garrotes eléctricos, listos para la lucha cuerpo a cuerpo.

Bando: Parece que los hemos hecho cabrear.

Preparándose para la batalla, Bando y Alma se colocaron en posición, mientras Anna utilizaba su poder mental para atraer objetos al campo de batalla.

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