La Triada

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Las calles de la Zona Rosa en Kamakura estaban bañadas por el brillo opaco de los neones, un espectáculo decadente que resaltaba la división entre los que tenían todo y los que no tenían nada. Bando, un soldado curtido por la batalla, caminaba junto a Anna, Noah y Mayu, su mirada clavada en los rascacielos que se extendían hacia el horizonte. En el aire, una sensación de desesperanza se mezclaba con la inevitable pregunta: ¿cómo era posible que, en pleno 2032, el mundo aún estuviera tan dividido?

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por Noah, el joven Diclonius que lo acompañaba, su voz llena de incertidumbre.

—Señor Bando, ¿cree que encontremos alguna pista? Ahyma es experto en esconderse...

Bando lo miró con frialdad, su tono no menos duro.

—Debes aprender a identificar lo que otros no ven—gruñó—. Mira a tu alrededor, muchas de estas personas podrían estar infectadas y ni lo sabríamos. Observa sus gestos, sus movimientos. Encuentra los patrones.

Mientras el soldado seguía su análisis implacable, Anna se acercó a Noah, su mirada desconfiada al notar la forma en que el joven observaba a las mujeres que pasaban.

—Noah... te he visto mirar a las chicas de una manera...—su tono era severo, pero había una inquietud genuina—. ¿Estás bien?

—Sí, Noah...—intervino Mayu con preocupación—. Últimamente te has comportado... diferente.

Bando soltó una risa seca, quebrando el silencio incómodo.

—No se preocupen tanto por él—dijo, sin dejar de caminar—. Es normal. El chico está despertando... su interés sexual. Me acuerdo de lo que dijo Josef después de sus análisis.

Anna lo miró, su rostro pálido.

—¿Dijo algo preocupante?

El soldado negó con la cabeza, pero su tono era sombrío.

—Todo lo contrario. Este chico...—lo señaló con un gesto descuidado—... está mucho más desarrollado de lo que aparenta. Su testosterona está por las nubes. Incluso, está bien dotado para su edad.

Anna y Mayu se sonrojaron al escuchar semejante afirmación, mientras Bando continuaba con una mueca sarcástica en los labios.

—¿Y eso es bueno o malo?—preguntó Noah, su voz ingenua mientras se rascaba la cabeza.

Bando soltó una carcajada áspera y lo miró con una mezcla de envidia y resignación.

—¡Eso es bueno, maldición! A tu edad, apenas estás empezando, pero tú... tú eres la excepción. Eres tan dotado que podrías complacer a cualquier mujer.

El comentario cayó como un yunque en la conversación, y mientras Anna y Mayu intentaban calmar el ambiente, el desastre ya estaba en marcha. Varias chicas comenzaron a observar a Noah con ojos llenos de deseo. Los murmullos crecían a su alrededor, alimentando la incomodidad del joven.

—Eres un maldito bastardo con suerte...—murmuró Bando, con un dejo de frustración—. A mí me castraron por culpa de la perra de Lucy. No podían arriesgar que engendrara un Diclonius. Espero que estés contento.

—Bando...—Anna intervino con cautela—. ¿Sabes por qué Noah nació con ese deseo tan... intenso?

—Es simple—dijo Bando, su tono pesado—. Noah es uno de los pocos Diclonius masculinos que existen. Ellos nacen así porque el cromosoma XY es raro entre los suyos. La mayoría son mujeres. Si no hay hombres entre ellos, la especie se extinguiría. Por eso envejecen diferente, también... Malditos cuernudos...

De repente, una mujer se acercó a Noah, sus ojos recorriéndolo con lujuria descarada.

—Hola, chico... ¿Te gustaría acompañarme a mi casa?

Elfen Lied Beyond Kamakura's Fall: Arco Mafia WarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora