El Fin de Todo Segunda Parte

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—¡Xi! —gritó Josef, con una mezcla de sorpresa y furia.

Satoru se levantó bruscamente de su asiento, con el rostro desfigurado por el odio y el miedo.

—¡¿Qué hace ese criminal aquí?! —vociferó, temblando de rabia.

Xi, desde las sombras del balcón, sonrió con una calma glacial, mientras su mirada evaluaba a cada uno de los presentes.

—Oh, mis queridos invitados de honor... —su voz resonó suave, casi seductora—. Si fuera ustedes, no movería ni un solo dedo. Especialmente usted, Primer Ministro.

Sin que nadie se percatara, Kazuo, bajo la mesa, había desenfundado un arma y apuntaba directamente al torso de Satoru. El Primer Ministro notó el frío metal presionando contra su piel, y su expresión cambió instantáneamente, una mezcla de terror y resignación en sus ojos. Josef, observando la transformación en el semblante de Satoru, comprendió la gravedad de la situación.

—¡Sagara! —gritó Josef, sus manos temblando de rabia—. ¡¿Tú formas parte de esto?!.

Nate dio un paso adelante, su voz cargada de ira.

—¡Responde, maldito!

Sagara sonrió con desdén, deleitándose en la desesperación de quienes lo habían considerado un aliado.

—Es sorprendente la inocencia que aún poseen —dijo, con una risa amarga—. Desde hace años he esperado este momento. Quiero que conozcan la verdad.

—¿Qué verdad? —demandó Josef, su voz rota por la traición.

Sagara, ignorando el dolor en los ojos de su antiguo camarada, dejó escapar una risa escalofriante, su mirada oscura y retorcida.

—La verdad de la evolución... El poder que tanto he anhelado, finalmente lo he conseguido —dijo, mientras su risa se transformaba en una carcajada demencial.

—¡¿De qué demonios hablas?! —exclamó Josef, su voz temblando de indignación—. ¡Tú eras nuestro amigo, casi nuestro hermano!

Xi, desde su posición elevada, aplaudió lentamente, su sonrisa burlona ensanchándose.

—Qué conmovedor —murmuró—. Casi me hacen llorar. Pero guarden esas emociones... Las necesitarán para sobrevivir a la cacería de mis criaturas.

Nate, desconcertado, frunció el ceño.

—¿Cacería? ¿Qué estás diciendo?

—Mientras nosotros conversamos —continuó Xi con una satisfacción perversa—, la infección ya ha comenzado. El pandemónium se desata.

Y mientras hablaba, un rugido de caos se extendió por todo el edificio. Afuera, la gente empezaba a mutar, sus cuerpos hinchándose grotescamente, otros deformándose hasta volverse irreconocibles. Algunos gritaban de terror, pidiendo a gritos que las voces en sus cabezas se detuvieran. Otros, en el borde de la locura, comenzaron a apuñalarse frenéticamente, y en los casos más extremos, se lanzaban por las ventanas en una desesperada búsqueda de escape.

Kaede, escuchando los gritos, se apresuró de regreso al salón, encontrándose con una escena que desbordaba horror: los clientes que habían consumido la droga se estaban transformando en monstruos.

—¡Airi! ¡Saca a las chicas de aquí! —ordenó Kaede, mientras sus ojos recorrían el caos.

—¡De acuerdo! —respondió Airi, moviéndose con rapidez.

—¡Kazumi, cúbreme! —gritó Kaede, lista para enfrentarse a las criaturas.

Las mutaciones, sin embargo, no eran como las anteriores. Estas eran más rápidas, más letales. Algunas de las criaturas tomaron objetos y los arrojaron con fuerza hacia las chicas, pero Kaede y Kazumi lograron protegerse usando sus vectores. Aun así, las bestias, con una agilidad sobrenatural, treparon las paredes y el techo como si fueran bestias poseídas, lanzándose sobre ellas con una furia descontrolada.

Elfen Lied Beyond Kamakura's Fall: Arco Mafia WarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora