𝟧𝟨. 𝒯𝑜𝒹𝑜𝓈 𝑀𝒾𝓈 𝑀𝒾𝑒𝒹𝑜𝓈

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Aless estaba profundamente alterado

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Aless estaba profundamente alterado. Furioso. La ira lo carcomía por dentro. No se hablaba de otra cosa en el circuito. Uno de sus pilotos había agredido al dueño de una futura escudería. Y aunque sabía que lo había hecho para proteger a Valeria, lo que le jodia era precisamente eso, que hubiera sido él quien lo hiciera. Y eso era algo que no iba a permitir más. 

Le pidió a su hombre de confianza que buscara a Carlos. Ya iba siendo hora de poner las cartas sobre la mesa. Se acabaron los ultimátum con él. El mensaje que le daría hoy, sería el último, y si Carlos no se daba por aludido, sería hora de tomar otras medidas. 

Carlos entró en el garaje con el gesto fastidiado. No podía ocultar  lo cabreado que estaba  pues se temía lo que Aless quería de él. Lo vio al fondo del garaje. Impasible. Como si fuera el amo y señor de todo esto, cuando no lo era. Es más, este año estaba cargándose él solo todos los esfuerzos que estaba haciendo el equipo para que él fuera el campeón y Charlie lograra un buen puesto. 

El italiano apretó su mandíbula en cuanto lo vio y le hizo un gesto para que su piloto lo siguiera

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El italiano apretó su mandíbula en cuanto lo vio y le hizo un gesto para que su piloto lo siguiera. Carlos lo hizo sin rechistar. Miró a Thalía DiAngelo, la segunda al mando después de Aless, y esbozó una pequeña sonrisa antes de subir las escaleras que lo llevaron hacia la parte administrativa de la escudería. Lejos de todo y de todos.

Aless lo hizo pasar y en cuanto Carlos entró dentro, la puerta se cerró con un gran estruendo. 

- Pero, ¿tú es que eres gilipollas? ¡que le has pegado al dueño de una futura escudería, Carlos!

- Se lo merece, por hijo de puta -le contestó el español haciendo gala de un gran autocontrol. Hasta aquí había llegado con Aless. Se acabó. No pensaba callarse más. 

- ¿Y a ti que te ha hecho, joder?

-  Lo sabes perfectamente. No es por mi, es por ella.

La fría mirada de Aless se posó en la de Carlos. Estaba furioso. Y mucho. 

- No lo has hecho, ¿verdad? ¿no la has dejado? -le preguntó el italiano apretando sus puños encima de una de las mesas.

- No lo has hecho, ¿verdad? ¿no la has dejado? -le preguntó el italiano apretando sus puños encima de una de las mesas

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55LOVE (Runner 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora