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Cuando Tobio cumplió la mayoría de edad pasaron muchas cosas.

Para esas fechas Hinata ya tenía los dieciocho años, lo cual significaba que en retrospectiva él tenía más experiencia con el alcohol que el azabache, pero claramente subestimó las habilidades de dos idiotas que se veían en escapadas al pueblo y la confianza hacia dos de sus amigos más cercanos; Nishinoya y Tanaka, quienes se supone que eran los encargados de sus bebidas.

Terminaron ebrios en la habitación de un motel.

Hinata todavía no entiende cómo pasaron del bar, que tenía habitaciones gratis para ellos a un motel. Viéndolo desde el punto de vista gracioso, fue divertido ver a los trabajadores del lugar preguntándole a Shoyo su edad unas cinco veces antes de venderle la tan esperaba habitación.

— ¿Ya te dije que me encantas? — Un susurro que soltó aliento caliente justo sobre la piel de su pezón. Hinata no alcanzó a morderse el labio cuando Tobio se lo metió en la boca sin delicadeza, usando sus dientes y lengua en el proceso.

Hinata quería responder que de hecho sí se lo había dicho, unas diecinueve veces esa noche porque un Kageyama bajo los efectos del alcohol era un Kageyama totalmente diferente. Meloso, pero sin dejar de lado esa característica dominante en la cama.

Para Hinata era una combinación muy buena.

— Quiero dejar marcas en todos lados — Continuó el azabache, dejando de lado el pecho de Shoyo y comenzando un camino hacia su cadera —,que todos sepan que eres mío.

Siempre dejas marcas, idiota.

Lo cierto era que Hinata no se quejaba en absoluto, tenía la sospecha de que a Kageyama le excitaba ser el causante de todos esos chupetones y mordidas en cada rincón que podía. Algo que a Hinata le gustaba de igual forma era provocarlo, hacerlo perder el control; ambos se complementaban de esa forma.

— ¿Quién dijo que yo era tuyo? — Interrogó Shoyo, muy inocente para estar desnudo en la cama de un maldito motel a unos minutos de ser follado por el príncipe del reino.

El azabache le sonrió, los dientes el su cadera, las manos a sus costados. Kageyama tenía el cabello un poco más largo y ese día se lo había desordenado, se veía tan apuesto y Hinata no pudo aguantar para lanzarse a besarlo.

— No necesito que alguien me lo diga, es algo que ya sé — Aceptó el más alto, subiendo su rostro a la altura de los labios de Hinata —, me gusta cuando me hablas tan informal.

Dios.

Shoyo no sabía si acaso estaba sufriendo los efectos de las bebidas alcohólicas muy rápido o eran sus hormonas las que estaban disparadas, pero joder, Kageyama se veía muy guapo esa noche.

Era el verdadero: "Que me bese el cumpleañero".

Su perfil, esa sonrisa llena de arrogancia, esos ojos azules. Hinata podía morir abajo de Tobio y sería una muerte feliz, con la mejor vista de su vida.

— Entonces, ¿no quieres que te diga de otra forma? — Cuestionó Hinata, continuando con el tema de la informalidad hacia el más alto.

— ¿De qué otra forma podrías decirme?

Sus labios tan cerca de tocarse, tan cerca de iniciar el roce que los llevaría a fundirse el uno con el otro.

Su alteza.

La reacción de Tobio fue todo lo contrario a lo que Hinata esperaba. Una risa, una negación con la cabeza, algo tan cómico por haberle tratado tan formal estando desnudos en una cama.

Sentimientos no permitidos (Kagehina/M-preg) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora