[Extra: La familia Kageyama]

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¿Cómo describir a la familia Kageyama?

Ya sea en un evento real o en los diversos pasillos del palacio, se veía imponentes.

No daban miedo, es decir, el rey Tobio y la princesa heredera Youko tenían cierto semblante que le ponía los pelos de punto a cualquiera, pero era su cara natural. Los habitantes de su reino e incluso de reinos vecinos sabían que no eran malas personas, ni unos tiranos.

De igual forma los príncipes, Shoyo y Kosuke, mostraban ese aire de autoridad. Incluso con esa gran sonrisa que ambos poseían, solo bastaba una mirada, un simple gesto, cualquier acto que irradiaba el poder que tenían.

Nadie se atrevería a meterse con la familia.

Bueno, a excepción de..

—¿Una ladrona? —Cuestionó Shoyo, parpadeando unas dos veces seguidas intentando entender si había oído bien o su esposo estaba bromeando.

Tobio suspiró ante la mirada curiosa de su esposo y sus dos hijos, quienes estaban en la sala de tronos esperando a la chica que había tenido el valor de infiltrarse en el palacio.

—Yo también me sorprendí —Respondió Kosuke en lugar de su padre, asintiendo para si mismo y dando una expresión muy seria —. Me desperté en la madrugada para tomar agua y la vi intentando robar un jarrón, ¿pueden creerlo?

—Que idiota —Murmuró Youko, cruzándose de brazos y negando con la cabeza. ¿A quién se le ocurriría intentar robar en el palacio?

Tobio, por su parte, miró a su hija con una ceja arqueada. Un ligero aire de burla que amenazaba en salir con una sonrisa.

—¿En serio, Youko? ¿Conoces a gente idiota?

—¿De qué hablas, padre?

—La famosa ladrona dijo que te conocía —Explicó el rey, con mucha calma, disfrutando en silencio la expresión perdida de su hija —. No tenía idea que conocías a personas de pasatiempos tan cuestionables.

Youko quería preguntarle a su padre si estaba hablando en serio o solo quería molestarla, porque si hablaban de personas con pasatiempos cuestionables y conocerlas, Tobio no podía ser tan descarado ya que él mismo conoció a Shoyo cuando era un asesino profesional.

—Aún así, padre — Refunfuñó la princesa, arqueando sus cejas hacia abajo —, cualquier persona puede decir que me conoce, yo no-...

No pudo continuar, los golpes en la puerta para pedir el permiso del rey de adentrarse a la habitación hicieron que Youko enderezara su figura y la familia real se pusiera atenta para ver a la tan enigmática ladrona.

Venía con las manos atadas al frente, ropa desordenada y una expresión de no haber descansado bien durante lo que quedaba de la madrugada. Su largo cabello rubio estaba algo desordenado, algunos mechones se le escapan por la trenza que tenía y mientras caminaba los lentes se le deslizaban hasta el puente de la nariz, donde reposaban las pecas que parecían estrellas.

Si Youko no quedó boquiabierta fue porque todavía recordaba la etiqueta real.

Era ella. La chica de aquella vez, la joven de hace tres años. Hoshi.

—Su majestad —Saludó un caballero, dando una pulcra reverencia tanto al rey como al resto de la familia —, ella es la señorita que intentó robar.

El azabache mayor ordenó que los caballeros se retiraran, dejando a la jovencita con toda la familia

Shoyo la miró, sus ojos entrecerrados, una mano en el posamano de su trono para sostener suavemente su cabeza.

Sentimientos no permitidos (Kagehina/M-preg) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora