[ Extra: El príncipe Kageyama Kosuke ]

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¿Cómo describir al príncipe Kageyama Kosuke?

Idéntico al príncipe consorte Kageyama Shoyo.

No físicamente, porque el pequeño príncipe tenía sus cabellos lacios azabaches y unos ojos azules muy similares a los de su padre. Pese a estas características físicas era más parecido a Shoyo, con la misma sonrisa, la misma risa, el mismo brillo en esos grandes ojos que ambos poseían y esa escandalosa risa que era contagiosa.

Tampoco era de ponerse de mal humor ni de tener ese ceño fruncido que su padre y hermana hacían cuando les desagradaba algo.

Kosuke era muy bueno peleando, muchos de los caballeros lo subestimaban por su baja estatura para tener trece años pero el príncipe podía compensar eso con agilidad.

— ¿Van a competir? — Murmuró Youko a su padre, acercándose a él y tomando asiento en la banca a su lado — ¿Ya tienes las palomitas?

Tobio bufó ante las palabras de su hija, sin apartar la vista de las dos personas que se preparaban para iniciar un combate en el campo de batalla. Los caballeros de la zona habían dejado de lado cualquier entrenamiento para observar lo que venía a continuación.

— Ya sabes como son — Respondió el rey, pasándole una toalla a su hija que también venía de entrenar —, no importa cuantas veces tengan un empate.

— Kosuke es mejor peleador que yo — Admitió a regañadientes la pelinaranja, todavía no superaba que su hermano menor fuera tan bueno en el combate cuerpo a cuerpo y aún más bueno con las espadas —, pero le falta mucho para superar a mamá.

— Shoyo tiene años de entrenamiento — Concordó el azabache mayor —, desde que lo conocí me dejó impresionando con sus habilidades de combate. La seguridad que tiene a la hora de dar cada golpe, como reta a cada uno de sus enemigos para sacarlos de quicio con esa sonrisa o cuando sus ojos brillan de la emoción y.. ¿Por qué me ves así?

Youko sonrió en dirección a su padre.

— Realmente estás enamorado.

Las mejillas de Tobio se pusieron rojas de golpe, sin embargo, no negó nada. Tan solo le devolvió el gesto a su hija con un asentimiento de cabeza.

Tobio no lo decía mucho en voz alta, pero cuando hablaba de Shoyo se sentía como el adolescente de dieciséis años que lo vio por primera vez en ese callejón y como le llamó la atención desde el primer momento.

Pero eso no era lo importante ahora, pensaba el rey, sino ver como su hijo se preparaba para combatir con su figura materna.

Ver a Kosuke y a Shoyo enfrentarse en duelos era algo magnífico.

El pequeño príncipe había aprendido mucho del pelinaranja, desde el cuidado que hay que tener en los golpes de práctica hasta pensar bien en cada movimiento mientras atacaba.

Ninguno de los dos se hacía daño. Ambos decían que eran pequeños entrenamientos que de alguna u otra forma dejaban a todos boquiabiertos.

— Bien, Kosuke — Comenzó Shoyo, tan sonriente como siempre y ajustándose los guantes que le facilitaban el agarre a la espada de madera que usaría ese día. Su vestimenta era sencilla, la típica ropa de entrenamiento que solían usar pero con una insignia que indicaba que se trataba de un miembro de la familia real —. ¿Listo para perder?

El azabache que se parecía mucho a él enseñó sus dientes en una radiante sonrisa. También se ajustaba unos guantes, estaba vestido igual que Shoyo y despeinaba su cabello a propósito para verse más rebelde; lo tenía más largo, de vez en cuando al pelinaranja le recordaba a Tobio en sus dieciocho y diecinueve años.

Sentimientos no permitidos (Kagehina/M-preg) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora