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No fue una aventura de una sola noche.

Kageyama siguió escapando del palacio cada vez que tenía oportunidad esperando encontrarse con Hinata. A veces se comían la boca luego de pasar un tiempo sin verse, otra veces mantenía la decencia y paseaban por el pueblo.

Hinata reía y le decía que eran como dos adolescentes en una cita. Tobio se ponía rojo y desviaba la mirada, avergonzado por las cosas tan descaradas que solía soltar el más bajo.

Pero un día no encontró a Shoyo, ni el día siguiente, ni la semana siguiente, ni siquiera un mes después.

Kageyama tenía algunas sospechas sobre la vida del pequeño pelinaranja, su habilidad para manejar armas (espadas, cuchillos, la daga que siempre cargaba encima), esa manera tan fácil en la que se defendía con golpes cuando era necesario y los diferentes moretones que llegó a ver en su cuerpo en pocas oportunidades. Sacó diversas conclusiones y la que más llegaba a su mente era una sola.

Asesino.

Uno con la capacidad de acabar con su vida, lo cual le daba un poco de miedo pero era dejado de lado por la adrenalina que sentía estando con Hinata. Sobre él, dentro de él, tocándole. No se comparaba con nada.

Tal vez Kageyama debería tener más sentido común en lugar de seguir acostándose y teniendo esas no-citas con Shoyo, pero en su defensa..

Es su defensa..

No. En realidad no tenía nada con que defenderse más que era un adolescente encaprichado con un asesino profesional.

No solo por el sexo, que era algo casual, sino de su risa escandalosa y la manera en la que sus labios hacían una sonrisa, también con su cabello y esos brillantes ojos. Tobio aprendió luego de pasar dos año con el pelinaranja que quizás (posiblemente, tal vez, a lo mejor. Usaba todos los sinónimos existentes) Shoyo le interesaba de una forma romántica.

Forma en la cual no podían estar juntos.

— Su alteza, no estamos en nuestro reino. Es peligroso que escape de este modo y a plena luz del día.

Kageyama no tenía mucho que hacer desde que Hinata desapareció después dos años conociéndose, ambos ya tenían diecinueve años ahora y Tobio realmente extrañaba a ese idiota. No lo veía desde su último encuentro, un día después que el príncipe cumplió la mayoría de edad.

Comenzó a aceptar los pedidos de su padre para ir a otros reinos cerca del suyo, y eso servía como entretenimiento para Tobio hasta que los reyes de esos reinos prácticamente le obligaban a pasar tiempo con sus hijos Donceles en busca de algún matrimonio.

— Serán unos minutos, lo prometo — Aseguró Kageyama, tomando su típica capa con capucha a fin de encontrar una salida oculta en el palacio donde se encontraba —. No tardaré.

Su caballero de confianza, un hombre alto que generalmente era confundido como alguien aterrador y llevaba por nombre Asahi, suspiró ante sus palabras, negando para sí mismo con la cabeza.

— Su alteza, si alguien lo descubre..

— Nadie lo hará, Asahi. No lo hicieron en mi reino, dudo mucho que en este lo logren.

— ¿Sabe el motivo de su visita, no es así?

— Lo sé, lo sé. El rey está preocupado por el asesinato de un importante Duque, alguien entró a su mansión e hizo un verdadero desastre — Respondió el menor, ajustando su vestimenta y desordenado bastante su cabello dándole un aspecto más rebelde;Hinata decía que se veía atractivo al usarlo así—. En el pueblo corren los rumores más rápido, es una buena fuente de información.

Sentimientos no permitidos (Kagehina/M-preg) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora