— Tengo un mal presentimiento.
Fácilmente podría llamarse un sexto sentido desarrollado por tener un bebé en su interior. Hinata no era un fiel creyente a esas cosas que muchos llegaban a considerar absurdas, sin embargo, en esa ocasión podía dejarlo pasar.
Tenía tres meses viviendo en el palacio luego de que los reyes no tuvieran más opción que aceptar su matrimonio con Tobio, que tenían una hija y que estaba embarazado de actualmente cinco meses, inventando una historia falsa y llena de romance para derretir el corazón de los nobles.
— ¿Un mal presentimiento? — Indagó Tobio, soltando un suspiro antes de ponerse más cómodo en su trono, ya acostumbrado al "sexto sentido" de las personas embarazadas y del que tanto hablaba Hinata. Lo peor es que tenía razón, cuando intuía algo resultaba ser verdad — ¿Es por el evento?
— Algo así — Respondió el más bajo, frunciendo los labios en una expresión de reproche —, aún no entiendo el motivo de esto.
Tobio podía contestar su pregunta de una forma muy sencilla, pero cuando Shoyo le hacía esa mueca su corazón latía más rápido de lo normal. Mejillas rojas, labios en un pequeño puchero, brazos cruzados que resaltaba su vientre y esa vestimenta elegante con esa sencilla corona que adornaba su cabello.
Esos sentimientos lo hacían sentir como un adolescente de dieciséis años otra vez.
Oh, Shoyo le gustaba tanto..
— Dicen que es para destacar el espíritu competitivo de los niños — Contestó el azabache de ojos azules, ya había salido de su trance donde admiraba al pelinaranja —. Todos los años es lo mismo.
— ¿Niños de tres años?
El más alto notó la inquietud de su pareja, quien se removía de vez en cuando en el trono que le habían asignado, justo al lado de Tobio. La verdad era que el de ojos marrones se veía muy bien rodeado de la realeza, como si hubiera nacido para portar el título de príncipe consorte; la manera en la que se sentaba en aquel sitio que era para él, cada vez que usaba una sencilla corona porque a este no le gustaba nada demasiado ostentoso y sus manos con unos delicados guantes.
No era la primera vez que Tobio lo veía con guantes, anteriormente y en una gran mayoría de sus encuentros Shoyo usaba guantes que combinaban muy bien con cualquier atuendo que se pusiera. El azabache intuía que era para no dejar muchos rastros de su identidad.
Y le encantaban las manos enguantadas de Shoyo. Las amaba.
— ¿Te preocupa nuestra hija? — Cuestionó el príncipe heredero, echando una ojeada a la pequeña niña que tenía un buen rato viéndolo. Este le sonrió con cariño, logrando que la infante le devolviera el gesto con una sonrisa muy poco vista en la pelinaranja — Ella va a estar bien.
No dudaba de eso, ese era el problema.
Desde que se enteró del evento, el pelinaranja no estaba muy de acuerdo con la idea de que su hija participara, sin embargo, no quería más motivos para que los nobles que aún no lo aceptaban del todo como príncipe consorte hablaran de que estaba alejando a la niña de los eventos reales.
Posó su vista en su hija, ella llevaba el traje sencillo como el de todos los niños pero en su pecho había una pequeña insignia que daba a entender que era de la familia real. No se veía nerviosa, su expresión era la misma de siempre pero su figura materna podía notar algo diferente porque conocía a esa niña como la palma de su mano.
Esa mirada ansiosa por una competencia..
Cuando esos ojos azules de la pequeña brillaron de emoción, los ojos marrones de Shoyo brillaron de pánico.
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Sentimientos no permitidos (Kagehina/M-preg)
FanfictionUna tarde al príncipe, Kageyama Tobio, le ofrecen un regalo: Un joven que le quitará el aliento cuando lo vea. Este, pese a que no suele acceder demasiado a los obsequios de esta clase, termina aceptando con una sutil sonrisa en su rostro, dejando s...