[ Extra: La princesa Kageyama Youko ]

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¿Cómo describir a la princesa Kageyama Youko?

Un caso serio. Nadie se ponía de acuerdo a la hora de elegir una simple palabra para explicar de forma fácil cómo era la princesa. Era astuta, tenía habilidades de deducción muy buenas y sabía como jugar con las personas y sacarlas de quicio. También era carismática, con los años la personalidad de su figura materna se le había pegado un poco, sin embargo, no cambiaba el ceño fruncido ni la mala cara cuando estaba de mal humor.

Se parecía mucho a su padre, quien ahora era el rey, convirtiéndose Youko en la princesa heredera de su reino. De igual forma tenía algunos pasatiempos, el que más le gustaba era entrenar con los caballeros que formaban la guardia real.

Pero Youko tenía más que una apariencia bastante similar a la de Tobio, sino que poseía esos mismos hábitos adolescentes.

Ella escapaba al pueblo.

No tenía una razón en especial para hacerlo, solo le gustaba la idea de ser libre por unas horas, sin la necesidad de caballeros merodeando a metros de ella y con las miradas curiosas de los demás al ver en el pueblo a la princesa heredera. Por eso le gustaba la noche, cuando ya no habían muchos negocios abiertos y podía caminar con calma y usando un abrigo con capucha que cubría su cabellera naranja.

Le iba bien, sus padres no tenían ni idea de lo que hacía y era bastante relajante los paseos nocturnos que daba.

Hasta que fue arrastrada a un callejón oscuro por una persona desconocida y apresada contra una pared.

— ¿Qué demoni-..? — Comenzó ella, jadeando ante el golpe que, de hecho, no había sido tan fuerte. Sin embargo, tuvo que callarse de golpe al sentir un objeto filoso en su cuello.

— Si yo fuera tú, haría silencio — Dijo la voz misteriosa, era dulce, también tenía su cabello oculto pero Youko podía ver un mechón rubio escaparse de la capucha que los cubría.

Además, ¿era su imaginación o tenía la cara llena de puntos?

— Que bueno que no eres yo — Atacó la pelinaranja, haciendo un esfuerzo falso para quitarse el cuchillo de su garganta y medir la fuerza de quien fuera su rival —. Tomas la cuchilla de forma incorrecta, tu agarre es tembloroso y es obvio que estás intentando no tartamudear. Si fueras yo, no cometerías tantos errores a la hora de atacar a alguien.

Aprovechó que sus palabras dejaron desorientada a la otra persona, empujando su cuerpo al suelo y logrando quedar ella encima de este. No solía llevar armas cuando iba al pueblo porque se supone que era seguro, así que tuvo que tomar el pequeño cuchillo de su atacante e imitar su acción al ponerlo en su cuello.

Con la simple luz de un faro que le daba un poco de iluminación al callejón, pudo ver mejor el rostro de la persona que tuvo el valor de atacarla.

Piel pálida, cabello largo y rubio cayendo desordenadamente por el suelo, ojos que parecían ser dorados, ¿o eran marrones? No podía darse cuenta muy bien de eso ya que es chica llevaba un par de gafas, sin embargo, se fijó en unas pecas que hacían un camino por sus mejillas y nariz.

Era hermosa.

— ¿Eh? — Dijo la rubia, parpadeando varias veces — ¿Ojos azules y cabello naranja? — Murmuró, cada vez más aterrorizada — ¿La princesa..?

— Ya, por lo visto sabes quien soy.

— ¡¿Qué demonios hace la princesa heredera sola en el pueblo a altas hora de la noche?!

Youko frunció el ceño.

— Definitivamente cuidándome de personas como tú.

— ¿Su majestad el rey y su alteza el príncipe consorte saben de esto? — Ya no se mostraba nerviosa, estaba sonriente. Aquella curva en sus labios parecía estar llena de burla.

Sentimientos no permitidos (Kagehina/M-preg) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora