Capítulo 7

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Sobre la lona.

Leana.

Salgo de la ducha y me dirijo al armario en buscar de una prenda cómoda. Veo unos pantalones de Cuero y una diminuta camisa volada y me la coloco, me miro al espejo y no veo nada que no sea un desastre, mis ojeras están inmensas a pesar de que dormí más de doce horas.

—Hoy comienza tu nueva vida Leana. —Paso las manos por mi cabello y me hago una cola alta.

Me dirijo a la puerta de la habitación para salir a darle la cara al mundo, si voy a estar aquí no será cautiva.

Salgo de la habitación y camino a paso firme por el pasillo, bajo las escaleras y está el salón vacío, miro hacia una puerta que está en la esquina y voy a ella.

Cuando entro está una señora en silla de ruedas con un bol en las manos.

—Buenos días. —Digo y la señora levanta la vista hacia mi.

—Oh, hola linda. —Deja el bol en la isla de la cocina y rueda su silla hacia mi.

—Por fin te conozco, eres muy hermosa.

—Gracias. —No sé que decir, nunca había visto a esta señora.

—Me llamo Eleanor, soy la madre a Akim. —Me ofrece la mano en forma de saludo y hago lo mismo.

—Leana. —La miro y está sonríe.

—La esposa de Akim. —Suelto su mano y me acomodo, ese nombre no me gusta para nada.

—Ven, siéntate un momento, estoy preparando galletas. —Rueda su silla y vuelve a tomar el bol. Es raro que siendo la madre de Akim no estuvo presente en la boda.

—Se por lo que estás pasando, y sé que no quieres estar aquí, solo te pido que le tengas paciencia a Seth.

—¿Seth?

—Es un apodo que le tengo Akim, significa  Dios del caos.

—Sabe que me secuestró? —Le digo.

—Algo así escuché y creeme, no estoy de acuerdo con eso.

—¿Sabe por qué lo hizo?

—No, pero es mejor que te haya secuestrado Akim y no Manolo. Reconozco que mi hijo no es el mejor, está segado por una sed de venganza que temo de como terminen las cosas, pero en el fondo no es un mal hombre.

—¿Por qué hay rivalidades entre ellos?

—Linda, eso no me corresponde decírtelo a mi. —Intento decir algo más pero entra Sofía con una bandeja de frutas y un ramo de flores.

—Señora Eleanor, aquí le manda el señor Mark. —Pasa por mi lado y ni me determina.

—Gracias Sofía. —La mira. —Ella es Leana.

—Hola señorita. —Dice dándome la espalda, no sé que le hice pero el desagrado es mutuo.

—Hola.

—Sofia, llévale el desayuno a Leana al comedor. —De mala ganas, la rubia hace lo que le ordenan y yo salgo a desayunar, no recuerdo cuando fue mi última comida y estoy que me desaparezco.

Eleanor se posa a mi lado y mantenemos una plática agradable hasta que termino mi desayuno.

Un hombre joven, de unos veinti y tanto llega y saluda a la mujer que está a mi lado diciéndole que lo mandaron por ella y se la lleva dejandome sola.

Me levanto y salgo al jardín, veo como hay un grupo de personas regando las plantas y podando el césped.

Camino y en la parte de atrás veo el mismo callejón donde estuve el día de la boda. ¿Estará ese hombre todavía ahí? Intento ir a el pero una voz me detiene.

último deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora