Capitulo 12

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Escape.

Leana.

Llevo dos días aquí encerrada, dos días donde lo único que veo son hombres cambiando de turno para "cuidarme", siento que me voy a volver loca con este encierro.

No hago nada más que prepararme comida y sentarme frente al ventanal a ver cómo cae la noche y comienza el día.

Llevo varios días secuestrada, no sé absolutamente nada de mi familia, ni de mi trabajo y tampoco de Lucia, no sé si me están buscando o si simplemente no saben que desaparecí.

No puedo estar más tiempo aquí, no puedo dejar que este lunático se crea dueño de mi vida de tal manera que pueda hacer conmigo lo que le plazca. Necesito escapar de aquí antes de que termine muerta.

Camino de un lado a otro pensando en un plan que me permita salir sin una bala entre los ojos, me miro la joya que tengo en mi dedo, ¿Qué clase de enfermedad mental tiene este tipo para obligarme a qué me casará con el sin ni siquiera conocernos?

Recuerdo el día de la "boda". Boda que terminó en un baño de sangre, ¿Esta es la vida que me espera? No, no quiero esto.

Voy hacia la alcoba y me coloco una sudadera ancha y pantalones cómodos, busco unos zapatos que me faciliten la huida.

Espero que sea la media noche y me quedo atenta a qué los hombres que me cuidan cambien de turno. Mientras he estado aquí, he estudiado sus movimientos, cada uno demora aproximadamente cinco minutos en llegar a la posición cuando hacen el cambio. Tiempo suficiente para salir de la casa y correr.

La cabaña no tiene ningún tipo de teléfono para comunicarme con el exterior, no sé dónde estoy así que la única salida que tengo es correr hasta donde pueda y pedir ayuda.

La media noche llega y se comienzan a mover los hombres de afuera, me asomo con sumo cuidado al ventanal y veo como se retiran.

—Ok Leana, tienes cinco minutos para lárgate de aquí. Tú puedes. —Me pongo en marcha y abro la puerta, hace un frío de los mis demonios, miro hacia los lados y comienzo a correr.

Corro lo más que puedo, me tropiezo con ramas y tallos que se encuentra en mi camino, no sé si tomé el camino correcto o no, pero lo único que quiero es que no me encuentren porque algo en mi sabe lo que me va a pasar si lo hacen.

Miro hacia atrás y todo está oscuro y solitario, lo único que se escucha es el viento golpeando las ramas de los árboles, me da miedo este lugar porque no sé qué me espera más adelante.

Me detengo y tomo un poco de aire.

Tengo que seguir corriendo antes de que se den cuenta que me he escapado, si es que no lo saben ya.

Después de correr unos quince minutos me encuentro con una carretera que es iluminada por una sola lámpara pública. Avanzo con la esperanza de encontrar una vivienda que me pueda brindar ayuda, pero para mí mala suerte este lugar está más solo que yo. A lo lejos veo una cabina de teléfono y me dirijo a ella lo antes posible.

Entro y me tocó los bolsillos. Saco un papel con un número de teléfono. El único número que puede salvarme ahora.

—Hola. —Dicen en la otra línea.

—He, hola, soy Leana. —Digo nerviosa.

—Vaya, has tardado.

—Necesito que me ayudes, me escapé de la casa donde me tenían encerrada y ahora no sé dónde estoy, bueno, nunca he sabido dónde estoy en realidad.

—Vale cálmate y descríbeme el lugar donde estas ahora mismo.

—Estoy en una calle desierta que lo único que tiene a su alrededor es árboles y oscuridad.

—Se más específica.

—¡No puedo! Es lo único que veo, si me vas ayudar ven rápido que esto no pinta nada bueno.

—Hare mi mayor esfuerzo para localizarte según lo que me has dicho, tú sigue andando porque si no estás lejos de las manos de Akim, vas a lamentar haber escapado.

Descuelgo la llamada con los nervios de punta. —Joder, ven rápido.

Salgo de la cabina y veo donde se asoman las luces de un auto.

¡Mierda!

El auto viene a toda velocidad mientras yo corro más rápido.

No alcanzo a dar dos pasos más cuando se me atraviesa el Mclaren.

Me detengo en seco y comienzo a correr hacia el otro lado.

—Por favor no. —Suplico para mis adentros, pero esa súplica queda en el aire cuando se escucha la detonación del arma y mi cuerpo derrumbándose al mismo tiempo.

Chillo de dolor y me retuerzo en el piso, no sé qué parte de mi cuerpo es la que más me duele.

Me aprieto la pierna dónde tengo el disparo y trato de aguantar el sangrado.

El hombre que me disparó está parado en frente de mi con una mirada de odio y rabia.

Lo miro y trato de arrastrarme por la carretera.

—Que inútil eres. —Habla después de unos minutos. —Aunque me toca admitir que me sorprendió la manera en cómo te escapaste.

—Vete a la mierda. —Digo y este solo se ríe. —Mátame de una puta vez y déjame la vida tranquila.

—¿Y perderme del sufrimiento que puedo causarte? No lo creo. —Se acercar hasta donde estoy y se coloca en cuclillas cogiéndome la pierna dónde tengo el disparo.

—Desde un principio te dije que no te convenía conocer a la bestia que soy. —Me mete dos dedos en la herida y chillo de dolor. — Desde ahora serás tratada como lo que eres, una esclava, una ramera, una puta. —Trato de procesar sus palabras, pero el dolor no me deja.

—Perdón. Por favor perdóname. —Lloro desconsoladamente.

—Tuviste la oportunidad de conocer al príncipe y no la aprovechaste, ahora te toca conocer a la verdadera bestia y créeme, lo único que añoraras de ahora en adelante es estar tres metros bajo tierra.

Vuelve a introducir de nuevo los dedos y saca la bala junto con un pedazo de carne.

—Bienvenida seas a la vida miserable querida esposa. —Se levanta y me deja tirada soportando el dolor.

Lo veo alejarse y me entra una sensación de miedo, comienza a darle órdenes a uno de sus hombres y estos vienen por mí. No escucho nada, no hablo ni chillo. Solo quedó perdida mirando a la nada, pensado en todo lo que se me viene. "Esclava" esa palabra de verdad me asustaba mucho porque trae consigo muchas cosas, una de ellas es servirle sexualmente a un montón de hombres, no estoy preparada para ser un objeto o muñeca sexual de nadie.

No sé en qué momento me quedé dormida, pero, cuando abro los ojos me encuentro en un sótano rodeada de aparatos extraños, hay un olor putrefacto que me provoca arcadas.

Me miró la herida que ahora está vendada y creo que curada. Estoy encadenada. ¡Malditasea!

Tengo la vista nublada, no sé de verdad que hacer o que pensar, las palabras de Akim me rondan por la cabeza, no quiero ser usada, no quiero que me cuelguen cómo un animal, no quiero ser torturada, no quiero sufrir, no quiero esta vida de mierda.

Lloro porque no sé qué hice mal para merecer esto. Yo soñaba con ser una exitosa escritora, y tener mi propia editorial dónde les abriera las puertas a muchos jóvenes con talento, no una miserable mujer que es secuestrada por un maniático que la quiere dañar de muchas formas.

—Vamos Leana, tú eresfuerte e inteligente. Nadie me va a tocar un puto pelo, ni siquiera el por quéprimero lo mató. —Me doy ánimos. Tengo que ser fuerte porque afuera está mifamilia y no puedo arriesgarme a qué les hagan daño, a ellos no

último deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora