Capítulo 10

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Aceptando al Mafioso.

Leana.

Me siento en una de las sillas que adornan la isla de la cocina, tomo una manzana de un bol y le doy un mordisco, cierro los ojos sintiendo el jugo deshacerse en mi boca.

—Deberías de estar en tu habitación. —Abro los ojos y me encuentro a Sofía al frente mío.

—Tengo la autorización para pasarme por la casa las veces que quiera. —Le respondo con arrogancia, no sé, pero esta mujer no me cae para nada bien.

—Creo que al señor se le está olvidando como tratar a las esclavas.

—Ohh, el problema querida es que yo no soy una esclava, soy su esposa. —Le muestro el anillo que llevo en mi dedo y está coloca los ojos en blanco.

—Veamos cuánto dura Akim en deshacerse de ti.

—Creo que el mismo tiempo que duraras en tu trabajo. —Me levanto de la silla. —Ah y para ti es señor, no Akim. —Tomo otra manzana y voy hacia el jardín.

—¿Qué carajos fue eso? —Me reclama mi subconsciente.

—Créeme, no lo sé.

Tomo asiento en una de las butacas que se encuentran en el jardín y miro hacia una colina donde se ve un atardecer divino.
Me quedo encantada con la vista que no me doy cuenta cuando se estacionan un par de camionetas en toda la entrada de la mansión.
Cuando quiero mirar me encuentro Akim enfrente mío.

—Nos vamos.

—¿A dónde? —Pregunto y este solo me toma del brazo y me lleva arrastres.

—No quiero que nadie me siga.
—Les dice a sus hombres.

—Pero señor, su padre nos tiene prohibido dejarlo solo. —Responde uno de ellos.

—Quien te paga, ¿Mark o yo?

—Usted, pero...

—Cállate la puta boca y asegúrate de que mi padre no se entere de esto.

Me mete en su auto y con un movimiento brusco lo pone andar. Por un momento lo detallo y me doy cuenta que está manchado de sangre y tiene varios golpes en la cara.

—¿Qué te pasó? —Le pregunto, pero este solo ignora mis palabras.

Después de un par de minutos llegamos a una casa que leguas se ve que es antigua.

Bajamos y miro hacia mis alrededores. No hay nada más que árboles y una carretera poco visible y destruida.

Akim me toma del brazo y abre la puerta empujándome hacia dentro.

A pesar de que por fuera el lugar se ve deteriorado y antiguo por dentro es todo un lujo, tiene todo en mármol y es bastante espaciosa.

—¿Que hacemos aquí?

—Aquí nos quedaremos un par de días. —Me responde quitándose los botones de la camisa.

—¿Por qué?

—Porque me da la gana. —Trago saliva cuando deja caer la prenda y su torso queda desnudo, es imposible dejar de verlo, su cuerpo parece tallado por los dioses.

Descuelga un cuadro de la pared y aparece una caja fuerte, ingresa el código y está se abre enseguida.

Veo que saca una bolsa de suero, una jeringa y un pequeño líquido en una botella.

Sus manos le tiemblan y deja caer la bolsa de suero.

—Mierda. —Dice, lo miro y me agacho a coger el suero. ¿Qué le pasa?

—Déjame ayudarte. —Le digo y este se niega. —Akim, tus manos parecen gelatina, sea lo que sea que vayas hacer con esto no vas a poder, déjame ayudarte. —Me mira y sede a qué lo ayude.

—Introduce el líquido en el suero y luego colócamelo en la vena. —Hago lo que me dice y con mucho cuidado introduzco la aguja en su brazo, cuando el líquido comienza a bajar veo como cierra sus ojos y su cuerpo se empieza a relajar, sus manos dejan de temblar y sus ojos vuelven al color normal.

—¿Por qué te suministras esto? —Le pregunto.

—Porque si no lo hago al menos en las 8 horas que el trastorno está trabajando, corro el riesgo de morir.

—¿Trastorno?

—Sufro de bipolaridad de tercer grado y de tourette. —Eso explica los movimientos extraños de su cara cada que se enoja. Conozco la bipolaridad, estuve una vez leyendo sobre ella y sé que tanto afecta al cuerpo humano, pero aun no entiendo porque estamos aquí.

—Akim, por primera vez responde mi pregunta.

—¿Que pregunta?

—¿Qué quieres de mí? ¿Por qué me secuestraste y luego me obligaste a casarme contigo?

—La respuesta es la misma. Deseos pecaminosos. — Se levanta y se tira encima de mí, sus labios se apoderan de los míos y con sus dos manos me sube encima de él. Por instinto coloco las piernas alrededor de su cintura y arranco de su brazo el suero.

Sus besos son vehementes, bruscos y con mucha pasión. Camina hacia la habitación y me tira en la cama. Se quita el pantalón y deja a la vista su erección. Dios, que grande es.

Me hala de las piernas y hace que me ponga de pie.

—Incate. —Hago lo que me pide. —Brazos atrás —Me los une. — Tienes prohibido soltarlos.

Se para enfrente de mí y pasa su miembro por toda mi cara, abro la boca esperando que lo introduzca, pero no lo hace, se dispone a golpearme las mejillas con él, está tan duro que su golpe, aunque sea suave, me deja roja.

—Abre más la boca. —Lo hago y mete de una sola estocada su pene provocándome una arcada. Intento soltar los brazos, pero me detiene. —Te di una orden, acátala.

Cierro los ojos asimilando lo que tengo en mi boca, su tamaño es exagerado, puedo decir que me duelen las glándulas salivales. Me da una bofetada y me pide que me levanté.

Me rompe la blusa y comienza a masajear mis pechos por encima del sostén, sus manos son muy grandes para unos senos tan pequeños como los míos.

Me quita los vaqueros y me mira enarcando una ceja.

—¿Qué? No me gustan las bragas. — Le digo al ver su cara.

Se arrodilla y abre mis piernas, comienza a lamer cada parte de mi vagina haciéndome retorcer de mil maneras, su lengua hace Miles de movimiento que me dejan desorientada. Chupa, succiona, muerde, escupe, golpea, no sé cuál de todos esto es lo que me hace correr.

Me corro como si no hubiese un mañana, mi cara se desfigura con la sensación tan plana que este hombre me hace sentir.

Se levanta y me besa.

—Prueba tu propio sabor. — Es un beso corto pero delicioso.

Con un movimiento brusco me coloca en cuatro y de una sola estocada lo siento adentro.

—Oh Dios.

—No linda, no profanes así porque es el que te está haciendo gritar es el rey de Rusia.

Sus palabras me dejan desequilibrada y su pelvis golpeando con mi culo suena en toda la casa.

Me araña la espalda y luego me acuesta y coloca mis pies en sus hombros.

Mis gemidos son cada vez más fuertes y los jadeos de él me hacen llegar al clímax, en menos de un minuto siento como su líquido corre por mi canal, me mira y se tumba encima de mí. Así quedamos un rato hasta que se va a dar una ducha.

—Te está gustado mucho como te folla el mafioso eh. —Me dice mi subconsciente y no me puedo negar, porque si, joder me encanta como me coge este hombre.

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De verdad siento mucho por demorar en cada actualización, pero esto es algo que se está cocinando a fuego bajo.

Pdt: Perdóneme la vida si hay errores ortográficos, me tocó subir los capítulos desde el teléfono y es lago complicado. No olviden que es un borrador que voy a estar corrigiendo.

Besos.

último deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora