Estrella Vespertina

Capítulo 2: En la cotidianeidad

Debía haber ido al Kaizer obligadamente aquél día, pero no lo hice, así que debía trabajar horas extras por las perdidas. Decidí trabajar hoy, días después de aquello para compensar lo perdido. Durante mañana y durante la tarde, aunque fuese sábado.

Xander había convencido al jefe otra vez de mi ausencia, no era la primera vez que pasaba, él de hecho se dispuso a acompañarme durante esas horas en las que yo estaba trabajando.

Estaba llegando tarde, mi papá ya estaba afuera con el carro mientras yo me estaba peinando en el espejo de mi habitación. Bueno... si se le puede llamar a peinarse el acto de por el frenesí de llegar tarde tironearse los pelos con el cepillo. Al masomenos terminar le hice una sonrisa seductora a mi espejo mientras alzaba una ceja. Al instante de eso igualmente me sentí ridícula haciendo lo de la miradita. Lo había intentado, pero la ropa no me ayudaba... Iba de trabajo, no se qué ego esperaba levantar vestida así.

Me había vestido con una camiseta negra cutre que nos daba el gerente para trabajar. De la mesa de luz saqué la gorra con letras en rojo del nombre del mismo sitio y luego me había calzado unos jeans azul oscuro.

Una notificación de mi celular me avisó de que tenía un mensaje. Sin perder tiempo fui a recogerlo a la mesa de luz, la emoción por recibir un mensaje inusual se apagó cuando vi que era del grupo de escuela, nada del otro mundo, eran tareas que habían mandado sobre biología. Me guardé el celular en el bolsillo y luego se me dio por mirar "esa foto" que tenía al lado del celular en mi mesa auxiliar...

Esa foto con la que empezó todo, esa foto que tenía incluso dentro de la funda celeste de mi celular junto a mi documento.

Esa foto, era la primera foto que me saqué con Luci. La foto era yo en la camilla del hospital incorporada, con una sonrisa, ella aparecía sacando la selfie conmigo, tenía el pelo marrón en ese tiempo ella. Y yo tenía una franja roja que me había teñido en el pelo en aquel entonces (Qué mal gusto tenía).
Me traía muchos recuerdos esa foto... Principalmente porque esa fue la primera vez que mi enfermedad había atacado mi cuerpo. Me diagnosticaron histeria los doctores aquella vez, (mientras que en la escuela entre murmuros me diagnosticaban esquizofrenia para mayor pena) y desde ello esos ataques usualmente me suceden dos o tres veces al mes, jamás supe por qué, ni los doctores supieron decirme a ciencia cierta qué era lo que estimulaba tal impulso.

Solo recuerdo la primera vez que me pasó

Fue hace mucho... Me puse a recordar esos momentos de la foto, tenía catorce años, casi quince, la foto tenía un día de esos ataques sucedidos la noche de la fiesta. En ese tiempo, Austin era mi novio, estaba recostada en su regazo, todos estábamos alrededor de una fogata, Luci, él, yo y unos amigos más que tenía en ese tiempo... Había tremendo ventarrón, la fogata se estaba apagando y la cerveza acabando. Sentía que ese momento era perfecto para ir a hacer de las nuestrzs. Mi ex y yo, decidimos ir a buscar ramas, mientras los iban en la camioneta de Victor, un amigo, a buscar cervezas. Él y yo, solos, obviamente, hizo que la situación nos llevara a estar entre besos escondidos contra un árbol en un camino a oscuras.

Pero de repente, comencé a convulsionar, mi pecho se había cerrado, caí al suelo recostada contra el arbol en el que me arrinconé con él, y éste... En vez de ayudarme, me dejó caer de sus brazos, y con cara de pánico se giró y se fue corriendo sin mirar atrás. Y con él, se habían acrecentado aún más mis miedos de morir allí sola allí, sea lo que sea que me pasase. No podía controlar mi cuerpo. Sentí como mi pecho se cerraba y las voces en mi cabeza murmuraban solo para mí. Hasta que me desmayé, supongo que por miedo, pánico, o por el ahogo mismo y los temblores que me agitaban de lado a lado.
Al otro día, desperté en el hospital...

Lloré, desconsoladamente, porque recordé ese abandono, esa traición, durante varios minutos, hasta que Lucila entró y yo tuve que disimular la tristeza y el desbarajuste de sensaciones que me hacía verla allí parada. Me erguí, me sequé con el antebrazo las lágrimas y fruncí el ceño porque no entendía nada, quizá este ultimo gesto fue el único que genuinamente sentía. -¿Lucila? - En ese tiempo no era mi amiga, de hecho hablábamos muy poco. -¿Qué haces aquí?