Prólogo.

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Todo parecía marchar a la perfección para alguien como él

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Todo parecía marchar a la perfección para alguien como él. Siempre logrando lo que deseaba, jamás obtuvo un "no" como respuesta. Era un maestro del control, un estratega meticuloso, cuyas acciones estaban regidas por una estricta disciplina y un cálculo minucioso. Cada movimiento que hacía era una pieza en el tablero de su vida, donde él siempre dictaba las reglas.

Su voz, firme y autoritaria, resonaba con una fuerza que imponía respeto y temor. Su mirada, fría y profunda, era capaz de desbaratar los huesos de cualquiera que se atreviera a cruzarse en su camino. Todos jurarían que jamás había conocido otra cosa que no fuera odio, venganza, sangre y muerte. En su mente, las palabras empatía, bondad y amor eran meras abstracciones, ajenas a su existir. Se erguía como un témpano de hielo, irascible y distante, incapaz de mostrar ni una pizca de compasión; no confiaría en nadie jamás.

Y es que la vida no había sido benevolente con él. Su infancia había sido un campo de batalla, marcado por los malos tratos de quienes se hacían llamar padres. Esa violencia lo moldeó, dejando cicatrices profundas en su alma. Fruto de su incapacidad para sobreponerse a tal tormenta emocional, el pequeño Jeon Jungkook -más conocido como "Boxcar"- encontró en la experiencia delictiva su único refugio. Este recurso se convirtió en su forma de vida, una sombra que lo acompañaría en cada acción violenta a lo largo de su existencia.

A medida que Jungkook creció, su corazón se convirtió en un laberinto de resentimientos y soledad. Cada golpe recibido se tradujo en un ladrillo más en la muralla que erigió a su alrededor. La frialdad de su mirada no solo intimidaba, sino que también era un reflejo de su dolor interno; una señal de que había aprendido a sobrevivir en un mundo donde el amor era un concepto ajeno para él.

Los años pasaron, y los ecos de su infancia atormentada resonaban en cada rincón de su ser. La violencia se volvió su única compañera, el único lenguaje que entendía. Sin embargo, en el fondo de su alma herida, había destellos de algo más: una lucha interna entre el deseo de venganza y la búsqueda de redención. A veces, en las noches más oscuras, soñaba con una vida diferente, donde el odio no gobernara sus acciones y donde pudiera encontrar un propósito más allá del caos.

Pero cada vez que se acercaba a esa posibilidad, algo dentro de él se quebraba. La desconfianza lo mantenía cautivo; el temor a abrirse lo mantenía anclado en su propia tormenta. Con cada nueva confrontación, reafirmaba su papel como el villano de su propia historia. Sin embargo, la vida tiene una forma curiosa de presentar oportunidades inesperadas.

Quizás muchos se equivocarían al pensar que jamás habría un lugar en su corazón para alguien que no fuera él mismo. Pero, la vida tiene una manera peculiar de sorprender, de dar giros inesperados que transforman la realidad en un instante. En un abrir y cerrar de ojos, todo lo que había construido sobre la base del rencor y la desconfianza comenzó a tambalearse.

 En un abrir y cerrar de ojos, todo lo que había construido sobre la base del rencor y la desconfianza comenzó a tambalearse

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Por otro lado.

A tan solo unas calles de distancia, se encontraba un joven de belleza singular, con cabello castaño que brillaba bajo la luz del sol y una sonrisa cautivadora que podía iluminar cualquier habitación. Satisfecho con la vida que llevaba, trabajaba como pintor para las personas más refinadas y sofisticadas de la ciudad. Sin embargo, detrás de esa fachada glamorosa, se escondía una verdad sombría: aquellos a quienes servía eran, en realidad, las almas más corruptas y desquiciadas que existían. Nunca estaban conformes con lo que tenían; siempre deseaban más, sin pensar en las consecuencias de su insaciable avaricia.

Podría parecer increíble que alguien pudiera ser tan despreciable como aquellos a quienes llamaba bastardos, pero para él, ellos eran mil veces peores. Kim Taehyung era conocido por su talento excepcional; sus dotes para la pintura eran admirados por muchos. Sus pinceladas eran únicas y precisas, reflejando una mente impecable que se deleitaba en el orden y la perfección. Sin embargo, ese orden se desvanecía al cruzar el umbral de su taller, un santuario donde podía ser verdaderamente él mismo.

Las paredes, alguna vez blancas, estaban ahora repletas de manchas de pintura que contaban historias de su proceso creativo. Para él, esas imperfecciones eran perfectas; cada mancha representaba una chispa de su alma. El olor del lugar era abrumador para quienes no estaban acostumbrados a los intensos químicos que flotaban en el aire, y muchos lo considerarían un tanto loco por pasar tanto tiempo respirando esas toxinas. Pero cuando tenía entre sus manos un cuadro terminado, cuando veía cómo sus emociones cobraban vida en el lienzo, para Kim Taehyung todo valía la pena.

Era en esos momentos donde encontraba su verdadera libertad: un refugio lejos del mundo corrupto que lo rodeaba, donde podía expresar todo lo que sentía sin miedo ni juicio.

Era en esos momentos donde encontraba su verdadera libertad: un refugio lejos del mundo corrupto que lo rodeaba, donde podía expresar todo lo que sentía sin miedo ni juicio

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Holi, ¿Cómo están?🤗

Espero que disfruten de su lectura aquí, al igual que espero recibir de su apoyo
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¡Gracias por leer!
Les quiere Jumisaga 💕

Boxcar [ kooktae ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora