Extra

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El gerente general de una agencia de
Lamborghini en Alemania se llamaba; Levi Ackerman.

Jamás, nunca nadie podría haber pensado que ese muchacho mujeriego, bebedor y algo estúpido, podría llegar tan lejos.

Era un orgullo para su madre y sus hermanos, poder llevar a su familia a escoger unos de autos lujo como regalo de navidad, fue un gran placer que se quedó incrustado en su memoria para siempre.

Desde niño, siempre le gustaron los autos, los diferentes modelos, las velocidades, de cuántos caballos de fuerza eran, los tipos de cilindros o los tipos de motor.

Jamás pensó en darle una vida de lujos a su familia, gracias a ese gusto.

Se había casado cuando tenía 27. Su ahora esposo no puso ninguna objeción al casarse a los 25.

¿Quien era su esposo?, ¿acaso no era obvio?

No tuvo, ni quiso que pensarlo más.

Amaba a Eren Jaeger y no quería pasar un segundo más sin ser su esposo, y así como se habían hecho amigos, así de fácil se les hizo unir sus vidas para siempre.

También para siempre se le quedaría grabada la imagen del amor de su vida, en un traje blanco, caminando al altar del brazo de su padre, recibiendo a las personas en su fiesta después de casarse. Amaba verlo sonreír, juraba que ese era el momento en el que su sonrisa brillaba como la luna en la oscuridad.

Se veía endemoniadamente sexy.

El patriarca Jaeger, estaba molesto y Carla tuvo que obligarlo a llevar al castaño en su boda, fueron semanas de peleas, discusiones subidas de tono, pero en el fondo, él mismo sabía que si no entregaba a su unigénito en el altar, entonces lo lamentaría por toda la vida

Esa radiante sonrisa el día de su boda, se compraba cuando les entregaron a sus bebés; un linda pareja de gemelos, habían heredado el gen de su padre y su tío.

El proceso había sido cansado y tedioso, se sentía mal cuando lo veía llorar en el baño cuando creía que su esposo dormía, porque siempre les negaban la adopción, le dolía profundamente ver a su Eren, llorando por personas con prejuicios idiotas, así que optó por la vía más difícil.

Reproducción asistida.

Fue un proceso sumamente largo, también fue caro pero jamás le reprochó a su esposo sobre eso. Él haría lo que fuera por verlo feliz.

Y si su felicidad costaba la corona de la reina de Inglaterra, entonces la robaría solo para hacerlo feliz.

Porque era su universo entero.

Solo había estudiado mucho más, aprendido idiomas y hecho más certificados para que lo aceptaran en esa empresa o cualquier otra de lujo, necesitaba ganar mucho dinero para poder darle una buena vida a su mocoso y ahora también a sus hijos. También sabía a la perfección que los orfanatos daban su aprobación más rápido, si la pareja tenía mucho dinero.

No le funciono como lo esperaba, en cambio le fue muchísimo mejor que su éxito proyectado, pero gracias a esos días interminables de estudio, no tendría que volver a ver a Eren trabajando dobles turnos para ayudarlo a pagar la universidad, la escuela de lenguas y alguno que otro certificado.

Todo valió la pena, porque el Ackerman tenía a su esposo como un rey, una gran casa, sirvientas y seguridad, cosa que quería, era cosa que el azabache le otorgaba.

También recordaba cuando su suegro se le arrodillo a su hijo para implorarle el perdón.

El hombre quedó devastado cuando su hijo no le permitió ver a los niños, decía que no quería que ellos crecieran con las mismas ideas podridas de Grisha.

Estrechez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora