CAPÍTULO 16 : LA ROCA GRAFIADA. VISITA AL EX EMPLEADO DE LIMPIEZA.

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La meta de Eduardo estaba fijada. Resolver aquel acertijo, subir al ático , apretar el botón y destruir esa sustancia y salvar sus compañeros.

De todas formas, Eduardo nunca perdonaría a aquella organización el haber metido a tanta gente inocente en una misión tan peligrosa.

Recordó las pautas para desarrollar la misión :

"¿Qué hizo el jefe de mantenimiento para que los de limpieza se pusieran en huelga?

Os daré unas pistas. En la playa de Délino hay una islita con un mensaje grafiado en una roca.

En el Gran Estadio de Délino encontraréis un vendedor que fue antiguo empleado de limpieza, se habrá olvidado pero igual recuerda algo.

En el Cementerio de Délino hay una tumba de un ex empleado de limpieza. Al lado de una tumba están sus penas, probablemente la experiencia que tuvo en esta torre la tenga detallada.

Si os pasáis por el Paseo de Délino veréis un montón de establecimientos. Entre ellos están la tetería diseñada con libros y una escuela de Arte. Igual allí os pueden ayudar."

El primer objetivo es La Playa de Délino. De ahí tenía que acceder a una islita para localizar una roca grafiada.

De paso echaría un ojo a ver si está Fernando, cuyo deseo es ser marinero.

Vio una empresa de viajes por barco, así que supuso que esa sería la mejor opción para llegar a aquella islita.

Para su mayor sorpresa, ¡el empleado era Fer!

— ¡Hola Fer!

— ¿Hoola?, ¿cómo sabes mi nombre? — Se había olvidado también — Yo no te conozco, o por lo menos si has sido un cliente no te recuerdo, losiento.

— Fui más que un cliente — Eduardo estaba a punto de echarse a llorar, pero cogió fuerzas y recordó lo que tenía que hacer. Cumplir la misión, salvar el mundo y a sus amigos —, pero vamos, que no te preocupes. ¿Sabes dónde hay una isla con una roca grafiada?

— Sí claro. Allá te llevo.

— Gracias por el paseo en barco — dijo Eduardo mientras le daba un apretón de manos —, te lo agradezco mucho.

No tardaron más de veinticinco minutos en llegar a la isla. Eduardo se bajó de la barca y echó un ojo a la roca, en ella vio un dibujo de un señor – que debía ser el jefe de mantemiento – en la sala de calderas. ¿Qué haría allí el jefe?

El segundo objetivo era el ex empleado de limpieza que se encontraba desempeñando las funciones de un dependiente en una tienda de souvenirs en el Gran Estadio de Délino.

Eduardo volvió a subirse al tranvía. En el transcurso del viaje le sorprendió bastante el parecer de un pasajero. Estaba encorvado hacia adelante , como si de una joroba tuviese. Además, tenía la piel algo pálida y sus manos estaban o parecían podridas. Era un señor de lo más ... ¿variopinto?

Con algo de miedo se apeó en la parada del estadio y sin quitar ojo a ese señor , vio como el tranvía se alejaba de aquella parada para continuar su ruta.

» ¿A dónde iría ese señor tan podrido? «, se preguntaba Eduardo.

El estadio de Délino contenía un montón de carpas. Se podría decir que todas ellas ocupaban lo mismo que la ciudad. Hay que recordar que el estadio no estaba metido en la ciudad, si no en la periferia.

Eduardo entró en todas las carpas en busca de negocios que vendiesen souvenirs o cualquier item. No fue hasta la cuarta carpa que, cansado, encontró al ex empleado de limpieza. Era la carpa donde se celebraban las competiciones de ciclismo.

— Buenos días señor — dijo Eduardo.

— ¡Buenos días!, ¿qué quieres?

— Vengo a hablar sobre un tema ajeno a esta tienda. ¿Fuiste ex empleado de limpieza en la Torre de Mantenimiento?

— NOOOOO, no me hables de eso. ¡Maldita sea! Lo estaba empezando a olvidar y vienes tú y me lo recuerdas. ¡No quisieras saber qué días tan malos nos dio ese jefe!

— Eso es lo que quiero saber. ¿Por qué os pusisteis de huelga? ¿Qué os hizo vuestro jefe?

— ¿No te estoy diciendo que no quiero recordarlo? Además, para tu desgracia he logrado olvidarme de qué nos hizo. Fíjate el trauma que debió de producirme esa situación que mi cabeza ha tirado ese recuerdo a la basura. Pero aún me queda olvidarme del jefe.

— Bueno, no quisiera que echases a la borda todo ese esfuerzo para olvidarlo todo — dijo Eduardo —, pero ... ¿No me podrías hacer el favor de acordarte? Es para ... es para ... ¡Denunciarlo! ¡Ha vuelto a coger las riendas del equipo de limpieza y nos está jodiendo de nuevo!

— ¡No me digas! Losiento mucho. ¿Cómo es que estás trabajando si eres muy joven!

— Es que ... ¡Soy ayudante de limpieza! Necesitaba el trabajo ...

— De acuerdo, me has convencido. No sé qué estará montando otra vez ese hombre, ni lo quiero saber, pero te voy a ayudar con tal de que lo echen.

— ¡Gracias señor!

— Lo único que recuerdo es que debió de hacer algo que nos impidió trabajar adecuadamente. No podíamos hacer nuestras funciones, pero eso le daba igual al jefe. Él quería que siguiéramos trabajando de cualquier manera.

— ¿Eso es todo?

— Sí chico, esto es todo. Espero que te haya servido.

— Sí, muchas gracias.

— Otra cosa, ¿te gustaría ver la carrera ciclista? Empieza en diez minutos.

— No me interesa el cilclismo. Aunque conozco a alguien que le apasionaba mucho.

— ¿Quién es? — preguntó el dependiente.

— Es una mujer, se llama Helena.

El dependiente cayó en que una de las participantes se llamaba Helena, se lo dijo a Eduardo.

El chico se dio cuenta que podría tratarse de la misma Helena que él conocía. Así que compró una entrada para ver la carrera y poder comprobar su teoría.

La competición estaba a punto de empezar y las cinco ciclistas estaban en posición de salida.

"Tres , dos, uno ... ¡YA!"

Todos los ciclistas dieron un sprint magistral y empezaron a pedalear con total soltura. Helena se ponía en cabeza pero las otras ciclistas la pisaban los talones.

Era una competición de todo o nada. Llevarse el primer premio o no llevarse nada. Parecía una batalla a mano armada para ganarse el oro. Cualquiera se podría imaginar que alguna de las cinco ciclistas tendría un trapo sucio en la manga y con tal de ganar el premio haría trampa.

Pero la competición se desarrolló con total honradez, nadie hizo trampa.

La ganadora acabó siendo una tal Aurelia y Helena quedó en segunda posición.

Eduardo aún no tenía claro si se trataba de la Helena que él conocía , debido a que había estado sentido en el punto más álgido de las gradas y desde ahí, a no ser que tuvieses la agudeza visual de un halcón, no se podían distinguir las caras de las ciclistas.

Todas las ciclistas se retiraban a los vestuarios a darse una ducha o lo que considerasen oportuno. Mientras tanto , Eduardo iba desalojando el estadio como el resto de los espectadores. La única manera de poder ver a la chica que se pudiese ser Helena, sería esperarla hasta que saliera del estadio.

Y eso pasó, una hora y media después. Eduardo estaba hasta los mismísimos de esperar. Pero esta espera había merecido la pena, ¡se trataba de la Helena que él conocía!, ¡la que quería ser ciclista si saliera del Internado Estig!

— ¡Hola!

— Losiento, pero no firmo autógrafos.

— ¿No te acuerdas de mi? — preguntó Eduardo.

— Pues no, ¿eres uno de esos fans pensados que me siguen a todos los lados?

Eduardo se alejó de Helena, estaba claro que Délino la había atrapado como al resto. 

Secretos de DélinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora