Mientras la profesora Dania daba la clase, los gemelos Bruno y Marta cuchicheaban sobre temas, digamos de adolescentes.
— Hermana dijo Bruno —, ¿tu crees que ya soy un hombre?
— Un hombre lo has sido toda la vida, estúpido.
— Yaaa, quería decir que si sientes que he crecido.
— Algo has crecido, pero eso siempre ocurre, años tras años.
— Eres más tonta. ¿No me sigues?
— ¡¡¡Maldita sea Bruno!!! — dijo gritando en medio de la clase. Todos se quedaron mirando a Marta — ¿Qué me quieres decir? Dímelo de una vez y déjate de tonterías.
— Yo creo que ya soy un hombre. ¿Quieres saber por qué lo soy?
— Dime
— Solo te tengo que enseñar una cosita hermanita. ¿Quieres ver? — Seguido de eso, Marta cogió su puño bien cerrado y lo dirigió con blanco fijo a la entrepierna de Bruno. Este del dolor que sintió no pudo evitar dar un chillido y levantarse de la silla.
— ¡Os podéis callar ya gemelos! — dijo la compañera Lisa.
— Esto es para que aprendas la lección — dijo Marta a su hermano —, como me vuelvas a intentar enseñar tus partes nobles, te haré algo que te dolerá mucho más.
— N-no, no te lo volveré a hacer — Eso es lo que dijo Bruno, pero él mismo sabía que no lo podría evitar hacerlo en otra ocasión. Al fin y al cabo, él era así.
A la par, Lisa y Eduardo trataban otros temas
— Lisa, ¿sabes por qué tengo amnesia?
— Ya te he dicho mil veces que no. Lo que no entiendo es porqué no se lo dices al director o a la profesora Dania.
— ¡Paso!, además, a ese viejo no le quiero decir nada, me cae más mal.
Eduardo sufría una amnesia desde hace unos meses atrás. No recordaba nada ni a nadie desde que entró al internado. Y evidentemente , como el resto de estudiantes, tampoco sabía nada de su vida antes de entrar al internado.
Afortunadamente, sus amigos y profesora le ayudaron a sentirse cómodo – ya que era como si empezara de cero, sin conocer a nadie – y se presentaron de nuevo, acogiéndole y haciéndole sentirse cómodo.
— Mira la parte buena Edu, al menos nos conoces.
— Sí claro, pero porque llevo un par de meses hablando con vosotros. Pero todos los recuerdos que construí con vosotros los perdí — Eduardo no podía evitar llorar un poco.
— Lo que sigo sin entender es qué me pudo causar esa amnesia. ¿No tuve ningún acontecimiento traumante o algo que empujase a mi memoria a eliminar todos los recuerdos?
— Que yo sepa no te pasó nada. Eso es lo raro. De un momento a otro pasaste de conocernos a todos y saber dónde estás viviendo a no saber nada de nada.
— No sé. A mi este lugar me parece bastante raro y el director maquina cosas a nuestras espaldas. Estoy seguro que es así. Una vez lo vi encerrarse en su despacho, puse la oreja y escuché que decía algo de una misión fallada. Que había que volver a intentarlo de nuevo. Que te apuestas que esa misión de la que hablan pone nuestras vidas en juego.
— Yo creo que son paranoias tuyas Eduardo. Seguramente estaba hablando de cualquier tontería o algún juego que harían para nosotros.
— Lo que tú digas Lisa, yo no me lo creo. Estaré pendiente de ese hombre.
¿Creéis que el resto de los chicos, Zaid, Helena y Fernando estaban escuchando a la profesora? Pues no es así. Ellos tenían también sus conversaciones.
— Helena — comenzó Zaid con la conversación —, ¿vas a entrenar hoy con la bici?
— Por supuesto — respondió alzando la cabeza con aires de grandeza —. No puedo dejar de entrenar con la bici, si no cuando llegue el momento de presentarme a las competiciones, no estaré a la altura de los demás participantes.
— Ai , Helena , Helena, Helena. Ya te hemos dicho que Estig es donde vivimos, y donde viviremos y pasaremos el resto de nuestras vidas. ¡Nunca vamos a salir de esta cárcel!
— ¡No digas eso estúpido! — dijo Fernando —. Estoy seguro que algún día podremos salir y hacer nuestras vidas fuera de aquí. Si no es cuando nos adopten, será cuando cumplamos dieciocho años. Entonces Helena podrá dedicarse a ser ciclista profesional y yo viajaré en barcos y los conduciré. Como un buen marinero.
— Y digo yo Helena y Fer. ¿No os parece raro que no haya ningún chico más allá de nuestra edad?
— Eso ya lo sabes Zaid — respondió Fernando —. Cuando cumples trece te llevan a otro edificio.
— Ya ... Y yo me lo creo. Sí es cierto que te llevan , pero no a otro edificio.
— ¿Entonces a dónde? — preguntó Helena confusa.
— No lo sé, eso me gustaría averiguar.
Mientras los tres grupos charlaban, Emma estaba en sus mundos internos. Sabía que después de la clase de literatura tocaba un juego. Se encontraba bastante nerviosa. Estos nervios le ocasionaron unas ganas tremendas de orinar, así que pidió permiso a Dania y se dirigió a los baños.
»Mmm, puedo ir a estos baños o a los de las habitaciones. Creo que me voy a pasear un poco, así se acercará la hora del juego« dijo Emma.
Mientras caminaba por los pasillos de la sección de las habitaciones, pudo ver que la puerta de Lisa se encontraba entreabierta. Sus inmensas ganas de cotillear no pudieron más con ella y acto seguido abrió la puerta. Lo que vio la dejó patidifusa. »¿Cómo cojones puede tener esto aquí?« Ante sus ojos se encontraba algo ... ¡Algo que no se esperaría de ella y que haría que el resto de compañeros cambiasen su forma de ver a aquella chica!
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Secretos de Délino
Mister / ThrillerChicos de doce años de un internado apartado de la civilización se van a adentrar en una misión para salvar a la humanidad de su desaparición. ¿Qué pasa? No hay registros de que los niños inicien su pubertad. No obstante, no está todo perdido. Una o...