CAPÍTULO 5 : EL JUEGO II

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Le tocaba a Zaid. Abrió su nota que ponía : " Mi mayor deseo es ser ciclista profesional"

Zaid sabía perfectamente de quién se trataba, mas había hablado de ello antes, así que sin más dilación imitó algo de aquella persona.

— No me queda bien este pantalón, ni aquel, ni ese de allí. ¡Ninguno me vale!

— ¡¡Esa es Helena!! — respondieron todos.

— Maldita sea — dijo Helena avergonzada mientras se reía.

Pasado el turno de Zaid, le tocaba a Helena. Abrió su nota y leyó : " Me encanta el mundo de lo paranormal. Contactar con los muertos es mi habilidad ".

Solo había dos personas cuyo deseo fuere ese, Helena los imitó :

— Me visto de mi hermana y hago sus exámenes.

— ¡Bruno y Marta! — respondieron todos.

— Espera, espera — interrumpió la profesora —. ¿Qué has dicho que haces vistiéndote de tu hermana?

— Na-nada profesora — respondió Bruno nervioso —. Es una broma que tenemos por aquí. Como Marta y yo somos muy parecidos dicen que yo me hago pasar por ella y hago sus exámenes para aprobarla. ¡Pero es todo falso! — realmente todos sabían que eso no era cierto, en muchas ocasiones Bruno se vestía de Marta para hacer los exámenes en los que ella flaqueaba, y viceversa.

— Bueno, ¡has acertado Helena! — dijo Dania con una sonrisa en su rostro.

— ¿Tienen el mismo deseo ambos gemelos? — se cuestionó Lisa.

— Ya sabes — continuó Eduardo — que ambos gemelos comparten muchas cosas, así que no es de extrañar que tengan el mismo gusto.

Ahora era el momento de que los gemelos prosiguieran. Cogieron una nota, la abrieron y su interior contenía lo siguiente : " Mi deseo es salir de aquí y montar una tetería ".

Los gemelos dudaron durante un instante, puesto que no conocían a la persona portadora del deseo. Así que hicieron un descarte de todos los que ya habían expuesto sus deseos, lo que dejó la lista acotada a Fernando, Lisa y Eduardo.

Estudiaron por unos momentos de quién se podría tratar, a su vez, descartó a Eduardo debido a su amnesia, por lo que solo quedaban Fer y Lisa. Se arriesgaron para intentar quedar bien, y que no pareciese que no conocían a sus amigos.

— ¡Eduardo! Deberías de contarle lo que te pasa a la profesora y al director.

— ¡Se trata de Lisa! — respondieron todos los niños.

— ¡Correcto! — proclamó Dania —. A propósito, ¿qué nos tienes que contar al director y a mi?

Los gemelos la fastidiaron un poco, sabían perfectamente que Edu no quería que se enterasen de su amnesia. Para corregir su error, fueron hábiles en su respuesta.

— ¡Eduardo no entiende porqué siempre suspende sus exámenes de matemáticas profesora!

— ¿No entiendes eso Eduardo?

— N-no — dijo mirando mal a los gemelos.

— Es muy simple, y yo te lo voy a explicar. ¡¡¡Por qué no atiendes nunca en clase!!! No das ni una sola respuesta bien, tío.

Todos se rieron del comentario de Dania excepto el propio Eduardo, que seguía clavando su mirada en la figura de Bruno.

Bruno pudo ver como Eduardo movía su boca intentando vocalizar algunas palabras, a lo que este entendió : . Bruno estaba temblando del miedo.

Por último, Eduardo agarró la última nota que quedaba y aunque ya sabía de quién se iba a tratar, leyó la pista que incluía : " Mi deseo es ser un capitán de barco. Poder navegar por los mares y tener una tripulación a mi servicio"

Leído esto, Eduardo se dispuso a imitar a la persona restante.

— Me encanta tener cosas que masticar en mi boca. Palillos, cáscaras de pipas, cualquier cosa me basta — y es que eso era verdad, Fernando a la mínima que veía algún objeto del estilo, se lo metía en la boca para mascarlo.

— Muchas carcajadas salían de las bocas de cada infante. Y era el propio Fernando que avergonzado salió del aula.

— ¿A dónde vas Fer? — preguntó Eduardo preocupado. Fernando había salido del aula a toda prisa, pareciese que le hubiese molestado el comentario que hizo Eduardo.

— Ves a buscarlo Fernando — indicó la profesora.

— De acuerdo — Eduardo fue lo más rápido a buscar a Fernando. Lo encontró en los baños, pero para su sorpresa, su reacción no era la esperada.

— Jajajaja, no puedo parar de reír — dijo Fernando.

— ¿No estás enfadado? — preguntó Eduardo.

— ¿Cómo voy a estar enfadado tío? Todo lo que has dicho de mi es verdad, y sinceramente me he descojonado.

Ambos regresaron a la clase y explicaron a Dania lo sucedido.

El juego había acabado, pero no contentos preguntaron a la profesora que cuál era su sueño, a lo que respondió : " Me encantaría abrir una escuela de arte y poder dar clases a mis alumnos".

Secretos de DélinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora