CAPÍTULO 15

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Atila Ferragni.

Cuando miro a la pequeña puerta tapada por una cortina, veo a mi hermano mayor Nathaniel entrar en la sala del ring. Pero no viene solo, no. Un cuerpo notablemente más pequeño que el suyo lo sigue de cerca.

Achino los ojos para poder distinguirlo en la oscuridad, y cuando lo consigo, me sorprendo de verdad. No me esperaba ver a Scarlett en un sitio como este, ni mucho menos acompañada de mi hermano mayor.

—Joder, Atila, ¿estás bien? —pregunta Kenya.

—Sí, no te preocupes, recuerda que no siento dolor y todo eso.

Ella lo sabe, a mi hermano también le pasa, pero es innato en ella preocuparse por los demás. Sin duda Alan tiene suerte de estar con alguien como Kenya.

Dejo al grupo atrás para ir a hablar con mi hermano, sin duda me debe una explicación de por qué llega tan tarde.

—Veo que has puesto en práctica lo que te he enseñado —dice al verme cerca, probablemente aún tenga algunas marcas de sangre en los nudillos.

—No me has dejado otra opción, has llegado horriblemente tarde.

—No es mi culpa, sabes que nunca llego tarde.

—¿Y de quién es la culpa?

—No me lo preguntes a mí, pregúntaselo a ella —señala a Scarlett que permanece a su lado, mirándome de una forma poco discreta.

La miro a ella, haciendo contacto visual directo. Sus ojos verdes sobre mis ojos grises.

—Dice la leyenda que lo bueno se hace de esperar, ¿no?

—Bueno, la leyenda se olvida de que esta noche mi hermano tenía un combate importante esta noche.

—Pero ya has combatido tú por él, ¿qué más da?

Me encojo de hombros, en realidad es verdad. ¿Qué sentido tiene discutir algo que ya no se puede cambiar?

—Además, sea quien haya sido tu rival, parece que le has dado una buena tunda.

—Ha cometido el único error que nunca se debe cometer, subestimarme.

—¿Por qué? ¿Te conviertes en un monstruito?

—Algo así. Yo lo llamo revindicar mi orgullo.

—Espero que tu orgullo se sienta satisfecho, no me gustaría ser objetivo de tus revindicaciones esas.

Sonrío un poco mientras niego con la cabeza.

—No creo que pase nunca, a menos que me subestimes, entonces me veré en la obligación de hacerte callar.

—Ah... Claro.

Frunzo el ceño, confundido. ¿Por qué de repente se ha sonrojado?

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Salgo un poco a tomar el aire mientras espero a que mi hermano termine de hablar con la gente que tiene que hablar. Ese tipo de conversación siempre le lleva mucho tiempo y se alargan hasta decir basta. Qué bueno que es sábado y mañana no tengo nada planeado, así que puedo intentar dormir lo más que pueda.

Aún le sigo dando vueltas al sonrojo de Scar, la forma tan fija en la que me miraba mientras hablaba con Nathaniel... Todo me genera curiosidad. ¿Por qué de repente ese cambio? Antes me miraba, sí, pero no de la misma manera que lo hace ahora y no se me ocurre un por qué lógico.

YOU ARE MY SUNSHINE (español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora