Capitulo 13: Guy traiciona al Rey.

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Baldwin. Me acerqué a la puerta para dirigirme a uno de los guardias que estaban ahí.

-Busca a Guido notifícame cuando lo encuentres y dile que se presente ante mí - dije en voz baja, el hombre asintió y se alejó rápidamente de ahí, salí de mis aposentos esperando encontrarme con mi madre, que no tenía la menor duda de que ella sabía algo relacionado a lo sucedido.

Estuve caminando por cada uno de los pasillos y no había rastro de ella, hasta que sin pensarlo me dirigí a la sala que usábamos antes de distanciarnos nuevamente, al principio solo podía oír unos cuantos murmullos los cuales a medida que me acercaba podía percibir las voces, pero en eso Tiberias pidió hablar conmigo por lo cual tuvimos que alejarnos.

               ~En la antigua sala~

Guido.- Pero si el Rey se da cuenta, ¿Qué voy a decirle?- preguntó exaltado –Sabe muy bien que si eso llegase a pasar hará que mi matrimonio con Sibyla acabe- soltó molesto.

Ines.- Solo debes hacer lo que te he dicho, mi hijo no durara más tiempo en el trono y mi nieto es un niño débil para ser un rey, yo me encargare de Sibyla- dijo sonriendo de lado.

Guido.- Tendré su protección por si las cosas salen mal ¿verdad mi señora?- dijo viéndola fijamente y ésta asintió.

                   ~En el pasillo~

Tiberias.- ¿Mi señor está todo bien?- dijo en un susurro pues sabía que el rey intentaba escuchar la conversación detrás de la puerta –Tengo algo que decirle es de suma importancia pero debe ser un lugar más privado- me aleje de ahí junto a él.

Baldwin.- Todo bien Tiberias, solo estaba…- di un suspiro –¿Qué ocurre ahora?- pregunte con la mirada baja.

Tiberias.-Reinaldo está aquí, desea verlo- me vio de reojo.

Baldwin.- Ya era hora, lo estaré esperando en mis aposentos- hizo una reverencia para después retirarse.
Aunque tenía cosas más importantes que hacer no podía dejar de pensar quienes eran y de que hablaban, me dirigí a mi habitación y me senté en la mesa donde yacían unos pergaminos con diseños de fortificaciones, al cabo de unos cuantos minutos llamaron a mi puerta.

-Adelante- dije acomodando uno de mis vendajes.

Reinaldo.- Su Majestad- hizo una reverencia –le traigo noticias gratificantes, en un par de días llegara a Jerusalén una flota como apoyo para usted- sonrió satisfactoriamente.

-Es una buena noticia, pero dime Reinaldo porque has tardado tanto- no pude evitar verlo –ya estas enterado de los ataques a las caravanas musulmanas que no porque sean pequeñas son menos importantes- me puse de pie esperando una respuesta.

Reinaldo.- Mi señor mi llegada se a retrasado debido a que no podía conseguir que se me otorgara dicho apoyo- mascullo nervioso – me temo que hasta hoy me he enterado.

-Espero que realmente no estés involucrado y que los ataques cesen de inmediato, te recuerdo que no tendré piedad con nadie que se atreva a desafiarme- exclame molesto. –Por cierto, regresaras a Kerak y desde ahí me tendrás al tanto de lo que ocurre, no tengo más que decir, retírate- señale la puerta, a lo que hizo una reverencia y se marchó.

               
               ~Con Salahaddin~

Eliza. Hoy como de costumbre me levante, Melissa preparo mi vestimenta para tomar un baño, el Sultán pidió que me lavasen dentro de mis aposentos no quería ofender mi religión o tener un conflicto con el rey, sabía que, así como hay nobleza entre los muros de su palacio, también tenía en cuenta que mi estadía podía ocasionar disgusto, después de todo era una cristiana en tierras extrañas.

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