XIV

14.1K 650 168
                                    

Hoy no hacía muy buen tiempo en Barcelona y yo tampoco estaba a tope de energía, así que mientras llovía y caía algún que otro relámpago de vez en cuando; yo estaba sentada entre miles de cojines con un libro en la mano y los auriculares en las orejas, a tope de volumen con música de Taylor Swift.

Estaba leyendo una parte triste de la historia y las ganas de llorar no tardaron en llegar, pero seguí leyendo, y mientras; la cantidad de lágrimas aumentaba. Y entonces sentí como unos brazos me rodeaban por detrás. Cerré el libro y me giré para poder ver a Pablo.

一¿ Cómo has entrado?一 le pregunto yo.

一Tu madre me abrió la puerta y me dijo que estabas aquí leyendo y que no me escucharías llegar. ¿Por qué estás llorando, bonita?一 dijo a la par que se sentaba y empezaba a quitar las lágrimas de mis mejillas con las yemas de sus dedos.

一Porque estoy en una parte triste del libro y soy una chica que empatiza.

一 Otra de las muchas razones por las que me gustas. A ver, ¿me puedes hacer un resumen de lo que llevas leído del libro y así poder leerlo contigo?

Me sorprendí. A Pablo no le gusta leer, pero el que vaya a hacerlo porque sabe que a mí me gusta, se me hace un gesto muy bonito.

Pues como él.

一 Claro.

Y empecé a decir todo lo que había leído hasta el momento. Él solo me escuchaba, pero me escuchaba de verdad. Con una sonrisa en la cara y los ojos más brillantes que jamás había visto.

一 Está interesante. ¿Qué te parece si leemos un capítulo cada uno?

一 Una muy buena idea, pero mejor vamos a mi habitación.

一 Vale. Coge bien el libro.

Le hago caso. Él se levanta del sofá y cuando intento imitarlo el me lo impide y yo lo miro con expresión confundida. Entonces, de un momento para otro; Pablo me está cargando escaleras arriba enrollada en la manta de mi salón.  Una vez llegamos a mi habitación, me dejo delicadamente en cama, para a continuación tumbarse a mi lado con la cabeza en mi pecho, listo para escucharme leer. Parecía un niño esperando a que le leyeran su libro de antes de ir a dormir.

Estuvimos leyendo sobre una hora y media. Cuando de repente Pablo se levanta como alma que lleva el diablo.

一¿Quieres hacer una locura? Que en verdad no es tan locura, pero si que te puedes poner malito.

一A ver, dime que pasó por esa cabecita.

一¿Bailamos debajo de la lluvia?

Me muero.

Juro que yo con este chico me muero.

Me levante rápido y lo agarré de la mano para luego arrastrarlo escaleras abajo. Nos sumergimos en la humedad de la lluvia y me alegré de haberme puesto rímel waterproof. Él me agarró de la mano y empezó a hacerme girar sobre mí misma, empezando un baile con la música de nuestras cabezas. Lo único que interrumpía el silencio de mi calle era el sonido de nuestras risas y las gotas de lluvia chocando contra el suelo o el tejado de mi casa.

一Un día de estes me gustaría que vinieras a verme entrenar y luego ir a cualquier sitio.

一 ¿Y si la gente nos ve y empieza a decir cosas?

一 No creo que eso pase, te llevaría a un lugar donde haya privacidad.

一En ese caso... Encantada de ir a verte entrenar.

En eses momentos estábamos muy cerca y como el se calló de repente, empecé a sentirme nerviosa.

一 Perdón, pero es que no me aguanto más.

一¿Te estás meando?

一¿Qué? No.

Y él empezó a reírse.

一 Lo que quería decir es, que voy a besarte Aitana.

一¿Por qué no lo has hecho aún?

Él sonrió antes de agacharse un poco y acercar más nuestras caras, para finalmente rozar sus labios con los míos. Creando un beso suave, pero perfecto. Nuestras bocas parecían estar hechas la una para la otra. Era simplemente mágico. Nos mantuvimos así durante unos cortos minutos, hasta que nos separamos para coger aire. Antes de alejar nuestras caras al completo, Pablo dejó un pequeño beso en la punta de mi nariz. Después volvió a acercarse para pegar su frente a la mía, mientras respiraba de forma acelerada, al igual que yo.

一 Dios Aitana. Me encantas.

Yo solo pude cerrar los ojos con una sonrisa creciendo en mí cara.

一 Tú también me encantas, Pablo Martín Páez Gavira.

Él solo soltó una carcajada para luego abrazarme.

Me resultaba difícil creer que estaba intentando algo con el jugador del Barça. Mi crush desde que lo vi en La Masía. Y mucho menos que fuera tan cariñoso. Me hacía ilusión pensar que solo era cariñoso conmigo, pero tampoco quiero pensarlo porque si luego no es verdad puede dolerme. Y no quiero estar mal por expectativas que me creo yo.

一Creo que es mejor que vayamos entrando, porque al final nos ponemos enfermos.一dice Pablo separándose de mí.

一Tienes razón.

一Oye.

一Dime.

一 ¿A tus padres no le molestará que le empapemos el suelo?

一 Que va. Nos cambiamos, nos secamos el pelo y bajamos para secarlo.

一Vale. Me pido secarte el pelo.一dijo él con cara de niño ilusionado, para acto seguido entrar en mi casa; dejándome fuera con una sonrisa tonta. Unos segundos después lo seguí dentro.

Subimos a mi habitación, intentando mojar lo menos posible el suelo. Primero entró él al baño, para cambiarse la ropa a un pantalón largo gris de mi padre y una mis sudaderas más grandes. Cuando salió peinándose un poco el pelo, que aún seguía mojado; me pareció que estaba más guapo de lo normal.

一 Una foto creo que es mejor.一dice Pablo sacándome del trance.

一Puede que sí.一 le contesté yo para luego irme al baño y cambiarme yo. Antes de entrar me paró y me dio un piquito, para luego lanzarse a mi cama y guiñarme el ojo desde donde estaba.

Al entrar al baño, mi vista se centro en un dibujo a pinta labios hecho en el espejo. El dibujo era un corazón con nuestras iniciales dentro de este.

Este niño es lo mejor que me puede pasar en mi vida.

Salí de mi baño ya cambiada, con unos pantalones jogger oversize de un color marrón oscuro con un top de asas de un color marrón también, pero más clarito. Luego en los pies unas zapatillas de andar por casa, pero que tenían forma de unas Air Jordan 1. Lo vi tumbado en mi cama de la misma manera que antes, solo que distraído viendo algo en el móvil. Me lancé a su lado y le di un beso en la mejilla.

一Gracias por el dibujito en el cristal.

一De nada. 一dijo el con una sonrisa mientras me veía.

一 Sabes que ahora lo tienes que limpiar, ¿verdad?

Él puso una mueca y fue en busca de lo necesario para limpiar el espejo. Como teníamos que bajar, aprovechamos para limpiar lo que habíamos mojado antes al entrar. Luego el se dispuso a limpiar mi espejo, mientras yo lo veía desde la puerta.

Proyecto Incierto | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora