Aprendí a soñar despierta. A ver cómo los sueños se van sucediendo, uno tras otro, sin poder hacer ninguno realidad.
Aprendí a ver el mundo desde otra perspectiva. Aprendí a dejar de ver el mundo desde el suelo y me acostumbré a verlo desde el cielo. Viendo todos los aviones que despegan y llegan a su destino. Llegando al mundo de los sueños. Algunos se rompen y otros se alcanzan. Todos tenemos un sueño en la vida, una aspiración, pero no nos damos cuenta de que con eso sólo conseguimos ser uno más, formar parte de este gran grupo al que comúnmente llamamos sociedad. Aquella sociedad que nos hace ser iguales, todos siguiendo lo mismo, la misma moda. Moda. Eso que no nos permite ser quien de verdad somos. Porque somos especiales. Todos somos especiales.
¿Por qué siempre queremos encajar? ¿Por qué siempre queremos ser una pieza que haga al puzzle más y más grande, pudiendo elegir ser la única pieza del puzzle? Ser aquella pieza que por sí sola tiene más valor que infinitas piezas del otro puzzle. Porque a eso tendemos. Tendemos a encajar en esta sociedad cargada de hipocresía. Esta sociedad de la que puedes salir, pero es muy difícil. Muy difícil porque has llegado a la estúpida conclusión de que eso es lo que quieres, que es lo que necesitas, que eso es lo que deseas.
Siempre habrá gente que te impida avanzar. Siempre estará esa gente tóxica que intente hacerte retroceder, que te incite a abandonar, pero ahí llega tu misión. Tu misión es demostrar que no eres una marioneta más del espectáculo, que eres tú el dueño de los hilos, que nadie te controla y, que por mucho que lo intenten, nadie te podrá controlar. No los dejes. Eres mejor que eso. Porque eres distinto. Y ser distinto no es malo. Ser distinto es, ahora mismo, la mejor de las opciones.
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Memento mori.
RandomNo es una historia en sí. Son microrrelatos. --- Hablemos de la vida definiéndola con cosas cotidianas.