Me enseñaste a luchar por conseguir mis sueños. Me ayudaste a sobreponerme en los malos momentos. Me sacaste sonrisas cuando lo único que salía de mí eran lágrimas. Me enseñaste que tras la tormenta llega la calma. Me enseñaste que todo lo malo pasa para saber valorar lo bueno. Me enseñaste a decir mi opinión sin temerle al qué dirán. Me enseñaste todas las cosas buenas, las cosas bonitas, las que de verdad importan.
No sé qué fue lo que más me chocó. Si lo rápido que me enseñaste todo eso o lo deprisa que se me olvidó tras tu partida. Dejé de verle el lado bueno a las cosas. Dejé de soñar con los ojos abiertos para empezar a hacerlo con los ojos cerrados. Me olvidé de tantas cosas, tantas que me hacían feliz, tantas que me hacían olvidar la realidad. Tantas cosas, que terminé olvidándome a mi misma.
Dejé de luchar por lo que me hacía feliz. Dejé tantas cosas. Cosas de las que me arrepiento tanto, cosas que me costaron tanto conseguir, pero que se fueron tan fácilmente que me hace pensar que nunca las tuve de verdad, que solo eran algo momentáneo, que no merecían la pena. Pero todo ello, me enseñó algo muy importante. Me enseñó a luchar por lo que quería, me enseñó a no rendirme, a perseguir mis sueños.
ESTÁS LEYENDO
Memento mori.
RandomNo es una historia en sí. Son microrrelatos. --- Hablemos de la vida definiéndola con cosas cotidianas.