Dos: Luna de miel

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Por fin la fiesta estaba llegando a su fin, pero estaba muy cansada y de hecho, ya deseaba estar sobre la cama y poder dormir un poco.

Había sido un día bastante largo y estresante, por supuesto la llegada de Chris no me había ayudado mucho. A pesar de que estaba aterrada por su presencia allí, de alguna manera, quería arreglar las cosas y ver en su rostro aquellas muecas de dolor y sufrimiento, me habían hecho sentir la peor de las villanas.

En verdad no era mi culpa, fue el quien me había secuestrado y me había hecho pasar por la peor experiencia en mi vida. Pero aún así, no pude evitar sentirme de aquella manera. Sabía exactamente lo que se sentía y en el fondo de mi ser, no quería que Chris pasara por ello aunque me hubiera lastimado tanto.

Pero la boda estaba llegando a su fin y sabía que pronto me podría escapar con Elliot a la tranquilidad de nuestra habitación, disfrutaría de mi luna de miel y no pensaría más en Chris y su mirada vacía.

Estaba nerviosa. ¡Ni que fuera la primera vez! Y eso me hacia sentir estúpida. Debía mantenerme neutra, había estado con Elliot dos veces anteriormente, por lo que debía de sentirme más relajada.

Sin embargo, cuando Elliot me halo del brazo y me pidió que nos escapáramos, no pude evitar que mi acelerado corazón me diera un vuelco y armara una revolución en mi pecho. Su sonrisa traviesa me indicaba que Elliot ya lo había planeado todo y que sólo esperaba que yo asintiera para poder escaparnos.

- Pero no podemos escaparnos así, Elliot, por Dios. Debemos al menos decirle a Lucía, yo no tengo ni idea de donde están mis cosas.

- Ya lo tengo todo planeado, están en el auto, se que te encantará el lugar a donde vamos.

- Pero... -quise protestar pero él me acalló y tiró de mi para que nos escabulléramos silenciosamente sin que los invitados supieran.

Era imposible pensar que escaparíamos de Lucía, quien se nos atravesó a medio camino en dirección al interior del hotel.

- ¿A dónde creen que van? -cruzo los brazos sobre su pecho y nos dio una mirada inquisidora.

- ¿Nuestra luna de miel? -contestó Elliot con una sonrisa inocente como niño que fuese atrapado haciendo una travesura.

- ¿Crees que te la puedes llevar así sin más? No, jovencito. Tenemos que cambiarle de ropa, porque estoy segura que Violeta no cabría en tu auto con ese vestido.

Lucía tenía razón y yo no había pensado en eso, al parecer, Elliot tampoco porque hizo un puchero adorable y accedió a que Lucía me llevara de nuevo a la habitación donde me habían arreglado para la boda.

Una vez allí, Lucía deshizo mi cabello y me ayudó a cambiarme de ropa. Me obligo a ponerme un vestido ceñido color blanco y tacones del mismo color.

- ¿En serio esto es necesario? -pregunté levantando mi ceja cuando me miré al espejo, Lucía me miraba con adoración a mi espalda desde el espejo.

- Luces adorable y sexy, Violeta. Deberías de usar vestidos más seguido, te favorecen.

- ¡Ni hablar! -contradije-. Usaré este porque estoy cansada y no quiero volver a cambiarme de ropa, pero te aseguro que no me volveré a poner un vestido nunca jamás en mi vida.

Lucía hizo un gesto con su mano quitándole importancia a mis palabras pero no trato de convencerme. Más bien, me miró con expresión sería.

- Luces pálida -me observó el rostro escudriñando cada centímetro.

- Estoy muy cansada, hoy fue un día estresante.

- Pero si dormiste toda la noche y echaste una siesta, además, te veías mucho mejor después de haber comido algo. ¿No estarás enferma? ¿No sería mejor que fueran al hospital a ver si todo está bien? Digo, no te sentías bien esta mañana y tampoco después de la aparición de Chris.

La rebelde y el guapo: capítulos extrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora