De la furia casi irracional al llanto y de vuelta en la furia, me deje caer en la cama y al sentir la almohada de Elliot deslizarse a mi lado, la agarre entre mis manos dándole unos cuantos golpes.
- ¡Estúpido! -decía una y otra vez.
Cuando me cansé, la abracé para ponerme a llorar como idiota.
¡Estúpidas hormonas! Era patético lo que hacia y sabía que debía calmarme porque las exaltaciones podrían hacerle daño a mis bebés.
¡Oh Dios mío! ¡Mis bebés! ¿Cómo se supone que aguantaría siete meses más si apenas me había enterado de todo aquel embrollo? Y las hormonas ya estaban haciendo de las suyas confundiéndome. No sabía si estaba enojada con Elliot, si estaba triste o si estaba desilusionada porque lo sentía todo al mismo tiempo y no era muy agradable.
Escuché a Elliot tocar pero decidí ignorarlo. No quería verlo, ya bastante había soportado aquel día. ¡Que se vaya a la m...!
- Violeta, abre la puerta.
- No quiero -vociferé tapándome luego la cara con su almohada pretendiendo que haría desaparecer los sonidos pero no, lo único que hizo fue llenar mis pulmones con el sensual aroma de Elliot
- Tenemos que hablar -dijo firmemente-. Abre o derrumbaré la puerta y créeme, no es buena idea.
No me importaba que la derrumbara pero era mejor abrirla para que pudiera dejarme en paz. Con suerte, podría dormirme a mitad de su discurso.
Me levanté sintiéndome pesada y desbloquee la puerta, luego volví a mi lado de la cama y me acosté de lado. Estaba enojada, triste y desilusionada... además de hambrienta.
Lo sentí sentarse en la cama y lo oí suspirar, pero no me volví a mirarlo.
- Entiendo que estés enojada y que no quieras hablarme nunca más, pero tenía razones muy poderosas para hacer lo que hice.
- ¿Razones? -me volví furiosa a verlo. Había decidido que no me movería pero escuchar aquello me hizo rabiar-. ¿Qué puede ser más importante que tus bebés, Elliot?
- Nada es más importante que tu y... ellos. Pero lo hice por el bien de los cuatro.
- ¡Si, claro! ¿Cuantas veces no haz dejado a Flor a cargo por más de dos horas? Podías escaparte aunque sea treinta minutos, la cafetería no se iba a desplomar sin ti.
- Esto es mucho más complicado, Violeta.
- No soy estúpida, pero no comprendo cómo pudiste hacerme esto. ¡Debiste estar ahí!
- Lo se -respondió con voz queda.
- ¡Entonces, por qué no llegaste! Dame una muy buena razón para que te pierdas esto.
- Violeta... es mejor que no te lo cuente, podrías alterarte.
- ¡Ya estoy alterada!
- Con más razón no debo decírtelo.
Lo miré confundida, no sabía que pensar y sólo quería que me explicara lo que sea que estuviera pasando, pero él no dijo nada más. Yo sólo pude taparme la cara con las manos y llorar.
- ¡Me estoy volviendo loca! ¡No puedo con esto, es demasiado! -sollocé sintiendo un nudo en la garganta.
- Lo sé -me atrajo a su lado y me abrazó-. Y todo esto es culpa mía, te envolví en todo esto del matrimonio sin pensar en las consecuencias y me descuide contigo. No me arrepiento de que tengamos dos bebés, pero confía en mí, estoy tratando de hacer las cosas más fáciles.
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La rebelde y el guapo: capítulos extras
Teen FictionDespués de haber pasado por la experiencia más aterradora de su corta vida, Violeta se encuentra ahora en los brazos de su esposo, Elliot. Pero también los finales felices tienen sus partes difíciles. Y cuando llega a la Vida de Violeta una persona...