El rostro de Elliot se puso pálido y se quedó quieto por todo un minuto sin siquiera pestañear. Yo le estaba dando espacio para que asimilara la noticia que también me había afectado, pero él parecía que iba a desmayarse en cualquier momento.
Había posibilidades y enormes, de que estuviera embarazada. Porque pensándolo bien, en ninguna de las veces que habíamos estado juntos, habíamos usado protección, algo bastante estúpido en estos tiempos.
¿Pero qué haríamos? Yo no estaba segura de ser una buena esposa, era imposible pensar que sería buena madre y hacer los dos papeles al mismo tiempo, me asustaba como no había otra cosa en el mundo.
Elliot reaccionó a mi lado de la manera menos sospechada, ahora se mostraba distante y frío pero sobretodo, pensativo. Como si tuviera una difícil decisión que tomar.
Aquello me asustó bastante. ¿Querría Elliot que tuviéramos al bebé? ¿Estaba enojado porque no me percaté antes? Habían pasado dos meses desde que habíamos estado juntos por primera vez y desde entonces no había rastros de mi periodo.
¿Pero cómo iba a estar pensando en esas pequeñeces si mi atención había sido absorbida por el juicio de Chris? Y luego de eso, vinieron los preparativos de la boda, no había tenido cabeza para nada más.
Ahora entendía el por qué los vómitos, el exceso de sueño y la hambre voraz que sentía.
Y como si habláramos de ello, mi estómago rugió con fuerza exigiendo comida. Me puse la mano en el vientre y sonreí, él o ella estaba hambriento y debíamos alimentarlo.
La enfermera entro en la habitación y se dispuso a sacarme sangre del brazo. El líquido salía deprisa y llenaba el frasco, luego salió de la habitación y nos dijo que esperáramos una hora para obtener los resultados. Sería la hora más larga y extresante.
- Ven, tienes que comer algo -dijo Elliot en tono frío.
Yo no lo contradije, en serio me estaba muriendo de hambre pero verlo así de distante me entristeció más de lo que debería, tenía ganas de llorar.
Encontramos la cafetería y Elliot hizo la fila por mi, compro dos sándwiches de queso y un tarrito pequeño de helado de fresa. Era lo que le había pedido antes de venir aquí y supongo yo, el se había dado cuenta de que aquella comida la había pedido indirectamente el bebé.
Me apresuré a comer. ¡Dios! Era el mejor sándwich de la vida, lo comí con deleite y sin darme cuenta lo había acabado en unos pocos minutos. Aún tenía hambre...
- Toma el mío si todavía tienes hambre -lo empujo hacia mi y yo lo tomé.
- ¿Estás molesto? -pregunté tímidamente con restos de sándwich en mi boca, si ya se es asqueroso pero el condenado sándwich estaba glorioso, no podía dejar de comerlo.
- Sí.
- ¿Por lo del bebé? -volví a preguntar.
- No es nada, olvídalo.
Deje de comer para mirarlo, era obvio que estaba molesto, tenía la mandíbula apretada y un poco fruncido el ceño.
- Si es por lo del bebé, yo...
- Olvídalo, Violeta -me interrumpió-. Ya no tiene caso, el daño está hecho. Sólo termina de comer.
Su actitud me molestaba pero también me entristecía bastante. ¿Acaso no quería tener el bebé? ¿Se estaría reprendiendo por no haber tenido más cuidado o me culpaba a mi por no darme cuenta antes?
Sentía que estaba viviendo la vida de mi madre. Obviamente no me había casado porque estuviera embarazada, pero paradójicamente, lo había estado cuando me casé.
ESTÁS LEYENDO
La rebelde y el guapo: capítulos extras
Teen FictionDespués de haber pasado por la experiencia más aterradora de su corta vida, Violeta se encuentra ahora en los brazos de su esposo, Elliot. Pero también los finales felices tienen sus partes difíciles. Y cuando llega a la Vida de Violeta una persona...