Cuando llegamos a la casa de la playa, estaba muy cansada. Había sido un día muy largo y estresante.
Lucía había estado eufórica con la noticia del bebé y me mareo con suposiciones de si era niño o niña. Casi me había obligado para que le avisara cuando iríamos al ginecólogo porque ella no quería perderse de los detalles sobre el bebé.
Sin embargo, eran otras cosas las que me preocupaban. Elliot no me había dicho nada acerca de como le había ido con su papá y había estado muy serio todo el tiempo, incluso no había dicho ni una sola palabra de camino a la casa.
Su actitud me preocupaba pero como estaba tan cansada, lo único que quería hacer era llegar hasta la cama y dormir.
Cuando nos estacionamos frente a la casa, me apresuré a salir. La noche estaba fría y oscura, a lo lejos se podía escuchar el va y ven de las olas. Justo antes de que pudiera cruzar la puerta principal, Elliot me haló hacia la orilla del mar.
- ¿Qué sucede, Elliot? -pregunté mirando su ceño fruncido y la seriedad de su expresión-. No has dijo una sola palabra desde que saliste de la casa de tu padre.
- Tenemos algunos pequeños problemas -respondió tratando de ocultar la preocupación de su voz pero sin éxito.
- ¿Que problemas? -exigí.
- Lo primero es que te voy a pedir que no te alteres. Tu madre ha dicho que tenemos que cuidar bien al bebé y que no puedes alterarte.
- Elliot, habla de una vez -exigí nuevamente.
- Discutí con mi papá y el quiere vender la casa -comenzó y enseguida vi la tristeza que cruzó su mirada.
- Lo siento mucho, amor. Se muy bien lo que significa para ti esta casa.
- No importa, venderé la propiedad de mis abuelos y nos compráremos un apartamento -me dio una triste sonrisa.
- Elliot... -le acaricié una mejilla.
- Estaremos bien.
- No tiene que ser muy grande, después de que nazca el bebé, yo puedo buscar un trabajo y con lo de la cafetería, luego compraremos uno más grande.
- Bueno... respecto a la cafetería... -vaciló pero sacudió levemente la cabeza y sonrió -. Daré lo mejor de mí.
Observe su rostro en busca de algún rastro que me dijera la verdad, porque sabía que no me estaba diciendo todo. Pero lo ignoré, quizás no era tan importante como yo creía y las hormonas estaban haciéndome ver fantasmas donde no lo estaban.
Le besé la mejilla y nos introducimos en la casa. Preparé la cena lo mejor que pude y tomé una ducha con intenciones de caer inconsciente sobre la cama, lo cual hice.
***
Era una mentira blanca... nada iba a pasar si ella no se enteraba de que ya no trabajaría en la cafetería.
Se lo había ocultado principalmente por el bebé, sería hasta que pudiera encontrar un nuevo trabajo, entonces se lo diría. Bastante tenía ella con el embarazo y las responsabilidades de ser una esposa como para cargarla con lo de mi renuncia.
Quizás era egoista, si. Quizás ella tenía derecho, pero de nada me valía alterarla y hacerla enojar si tenía todo bajo control. En la mañana, llamaría a algunos contactos y les preguntaría sin tenían algún trabajo para mi mucho antes que mi padre las moviera en mi contra. Con suerte, en la tarde tendría un nuevo empleo y podría seguir adelante con lo de la venta de la propiedad de mi abuelo.
¡Mierda! Se me había olvidado decirle que tendríamos que mudarnos lo más rápido posible de allí, mi padre no toleraría que nos quedáramos hasta que se venda la propiedad, más bien nos sacaría de ella en la menor oportunidad.
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La rebelde y el guapo: capítulos extras
Fiksi RemajaDespués de haber pasado por la experiencia más aterradora de su corta vida, Violeta se encuentra ahora en los brazos de su esposo, Elliot. Pero también los finales felices tienen sus partes difíciles. Y cuando llega a la Vida de Violeta una persona...