El gran problema no era que Violeta estuviera o no embarazada. El problema era comunicárselo a nuestros padres.
Yo no tenía ni idea de cómo reaccionaría la madre de Violeta al saber que su hija estaba embarazada, ni hablar de mi padre. Todavía estaba bastante enojado con lo de la boda, la noticia del embarazo no le caería muy bien, eso podía apostarlo.
A parte de todo el jaleo, habían muchos asuntos que resolver. Íbamos a traer a este mundo a una personita, yo tenía que tener todo arreglado. Por supuesto, aún no había hablado con mi padre acerca de la propiedad que quería vender y era un gran inconveniente. Necesitaría el dinero para el bebé y para comprarnos un apartamento cerca donde podamos estar los tres juntos.
Entre otras cosas que quedaban suspendidas por el momento, como nuestra posibilidad de ir a la universidad. Pero eso no era tan prioritario para mi porque tenía bajo mi cargo a la cafetería y con el dinero que ganaba allí, era suficiente para cubrir los gastos de la casa y el bebé.
Aunque aún me preocupaban algunas cosas.
A penas habíamos disfrutado nuestra luna de miel por los malestares de Violeta y era imposible salir de la casa. Tenía que ir a la ciudad por comida y volver para no dejar a Violeta sola, pero la verdad será que teníamos que volver al trabajo. Necesitaríamos el dinero. Además, mientras más rápido nuestras familias lo supieran, iba a ser mejor para ambos. Mi suegra sabría que hacer y tendría el apoyo de Lucía, porque yo no sabía absolutamente nada de bebés ni de embarazos.
Aquella mañana, después de los mareos repentinos de Violeta y de saciar su hambre voraz. Decidimos que era tiempo de darle la noticia a todos, empezando por mi padre.
- Déjame decírselo yo -le pedí cuando estábamos aparcados frente a la casa de mi padre-. Si tiene algo desagradable que decir, que me lo diga a mí. No quiero que se ponga cascarrabias delante de ti, lo conozco demasiado bien como para tener una idea de lo que puede decir.
Violeta asintió con la cabeza a mi petición de quedarse en el auto mientras yo hablaba con mi papá. Iba a ser una conversación muy intensa y no quería que ella fuera parte.
Entré en la casa y me dirigí hacia el estudio donde solía trabajar con sus planos, lo encontré precisamente trabajando en uno de sus proyectos.
Toqué la puerta ya abierta capturando su atención y entré. Parecía un poco sorprendido por verme allí, pero sólo se acomodó en su asiento y me observó.
- ¡Que sorpresa verte por aquí! -dijo tranquilamente.
- Vine porque tengo algunos asuntos pendientes que discutir contigo.
- ¿Qué asuntos? Si te refieres a la casa de tus abuelos, ya te había dicho que no voy a permitir que la vendas.
- Necesito el dinero, es muy incómodo para mi viajar todos los días de la casa de la playa a la cafetería.
- Pues vende la casa de la playa.
- Por supuesto que no, ese lugar era de mamá. Es el único lugar que me hace sentir cerca de ella.
- Pues, no hay nada que discutir. O se vende la casa de la playa o no se vende nada.
- Te recuerdo que la propiedad de los abuelos está a mi nombre y si quiero venderla, tengo todo el derecho de hacerlo.
- Y yo te recuerdo que si la vendes, venderé la casa de la playa que tanto amas. Así ninguno de los dos tendría nada.
- ¿Cuál es el problema? -exclamé exaltado-. Nunca vas allí ni siquiera sales de este estudio a hacer nada y ahora te pones pesado porque quiero venderla para comprarme un lugar donde vivir con mi esposa.
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La rebelde y el guapo: capítulos extras
Teen FictionDespués de haber pasado por la experiencia más aterradora de su corta vida, Violeta se encuentra ahora en los brazos de su esposo, Elliot. Pero también los finales felices tienen sus partes difíciles. Y cuando llega a la Vida de Violeta una persona...