Por fin mi jefa nos había dejado salir temprano del trabajo y al llegar a casa, encuentro la casa completamente vacía. ¿Dónde estaba Violeta? ¿Le había pasado algo a los bebés y a ella?
Obviamente me preocupe, pero no tuve que esperar mucho para obtener las respuestas las preguntas que me había hecho. Un taxi aparcó en frente de la casa y de el salió Violeta con aspecto cansado.
Corrí a abrazarla pero ella me apartó.
- ¿Estas bien? ¿Le pasó algo a los bebés? -pregunté examinando cada molécula de su cuerpo.
- Estoy bien -respondió mientras evitaba que la tocara.
- ¿Dónde estabas entonces? -insistí preocupado.
- No quiero hablar de ello ahora -se volvió y camino hacia la casa dando grande zancadas.
- ¿Violeta? -la seguí-. ¿Fuiste a la casa de tu madre?
- Elliot -se volvió de repente a verme en medio de la sala-. No quiero hablar contigo ahora. Fue un día muy largo y estresante, sólo quiero ducharme, comer algo y dormir.
- ¿Que pasó? -insistí pero ella siguió su camino hacia la habitación y la dejé ir.
No era estúpido y sabía que debía darle su espacio. Se ponía gruñona cuando estaba bajo mucha presión y había aprendido en el pasado a dejarla sola para que se calmara.
Intenté hacer la cena para los dos pero no era muy bueno en ello así que calenté algo de comida que encontré en el refrigerador. Cuando la vi bajar, le ofrecí comida y la deje que comiera algo antes de empezar a hacerle preguntas.
- ¿Me dirás lo que pasó hoy que te tiene tan alterada? -pero no me contesto rápidamente, me miró y siguió terminando su cena-. Se que estas bajo mucha presión y que las hormonas no te lo hacen muy fácil, pero quiero ayudarte.
- Podrías ayudarme si me dices la verdad. ¿Que es lo que está pasando, Elliot?
- ¿Con qué? -inquirí extrañado.
- Con todo.
- No está pasando nada, Violeta.
- ¿Y cómo está la cafetería? Saliste temprano hoy.
Estaba confundido con el cambio abrupto de conversación pero decidí que el cambio de tema era mucho mejor que empezar una discusión.
- Todo bien... eh... Terminé todo lo que tenía que hacer temprano.
- ¡Oh! -dijo tranquilamente, demasiado diría yo y hasta me atrevería a jurar que había una nota de sarcasmo en su voz-. ¡Que extraño! Porque cuando me tope con tu padre en la cafetería, me dijo que ya no trabajabas allí.
¡Mierda! Ya lo sabía todo. Pero no dijo nada más. Sólo terminó de cenar, tomó un largo sorbo de agua y se levantó de la mesa.
- Violeta... -empecé pero vacilé. ¿Qué le iba a decir? ¿Cómo se lo diría?
- No hace falta que sigas mintiéndome. Como ya te has dado cuenta, me he enterado de la verdad. Así que ahórrate lo que me dirás -y se volvió para seguir su camino.
¡Mierda! ¡Mierda!
Prefería verla gritando y exagerándolo todo que verla tranquila y en aquel estado, era como si ya no le importase nada más.
Si hubiera podido habría golpeado mi cabeza contra la pared. En verdad que no podía ser más estúpido.
La seguí a la habitación y la encontré quitándose la ropa para entrar en la ducha. Su vientre se estaba abultando pero aún seguía siendo la chica delgada y frágil que siempre supe que era, sólo que ahora estaba más frágil y más cansada.
- Violeta... -comencé pero me detuve, quería abrazarla fuerte y besarla hasta cansarme- sé que he sido el más estúpido hombre sobre la tierra, pero hay una muy buena razón.
- Te escucho -se cubrió con una toalla y se volvió para verme.
- Cuando fui a decirle a mi padre que estabas embarazada, discutimos por la boda y por lo que le afectó a Chris verte casada conmigo. Me acusó de hacer las cosas sin pensar y me dijo que iba a ser un empleado más en la cafetería, yo me enoje y renuncié. La verdad no te dije nada para no preocuparte, ya bastante has tenido con el matrimonio y el embarazo. Conseguí un buen trabajo con uno de los contactos de mi papá, pero mi jefa es una bruja y todavía no es seguro que me quede en el puesto. Quería esperar a estar fijo para decirte.
Ella sólo me miró. Esperaba que dijera algo que reclamara o que reaccionara pero no lo hizo.
- Por eso no fui a la cita con el doctor. Estoy en etapa de prueba, no puedo pedir permisos.
- Debiste decírmelo, te hubieras ahorrado todo esto.
- ¿Estas enojada?
- Estoy cansada, agotada de tanto drama y tantas mentiras. Sólo quiero tener una vida tranquila.
- Escucha -fui hasta donde ella estaba y sostuve su rostro-. Te haré una promesa: Jamás te voy ocultar algo otra vez y te prometo que daré el cien por ciento de mi.
Ella se abrazó a mi, estaba tan cálida y su aroma me envolvió.
Amaba a Violeta de eso no había duda y sólo quería volver a sentirla. La besé suavemente y la sangre corrió por mi cuerpo como fuego.
Halé la toalla y deje su hermoso cuerpo al descubierto. La abracé y la bese con un poco más de pasión. Aquella parte de mi cuerpo latía como mi propio corazón.
La acosté sobre la cama y la contemplé. Ella era hermosa y era toda mía.
Besé su cuello y todo su cuerpo hasta hacerla temblar de placer, pero me detuvo.
- No se sí podemos hacer esto -dijo entre jadeos.
- ¿Por qué? -pregunté concentrado en una parte de ella que estaba que estaba sonrosada y estremecida por mi contacto.
- Los bebés -me detuve-. Tenemos que preguntarle a la ginecóloga si podemos.
Me tire sobre la cama frustrado y un poco enojado. Pero ella tenía razón, teníamos que pensar en los bebés primero.
- Cierto, tendremos que bañarnos con agua fría -nos miramos y nos reímos.
La lleve en brazos y luche con todas mis fuerzas para no hacerle el amor toda cubierta de espuma.
Me alegraba que las cosas estuvieran bien entre nosotros, a partir de entonces trataría de dar lo mejor por el bien de mi creciente familia.
- Me encontré con Chris hoy -comento Violeta cuando nos acostamos.
- ¿Tu también?
- En verdad está mal, Elliot. Se ha vuelto un alcohólico y anda tambaleándose borracho por toda la ciudad.
- Que mal por él, pero se lo merece -dije con un poco de enojo.
- Nadie se merece tanto sufrimiento, Elliot. Lo que Chris hizo fue por amor, o por una idea de ello, no por maldad.
- No quiero hablar de ello. Sabes que era la única manera de evitar que te siguiera haciendo daño con su trastornada idea, hice lo mejor para ti y para mi.
- Lo sé, pero aún así siento culpabilidad.
- Violeta, escúchame. Para qué alguien sea feliz, otra persona debe ser infeliz, es triste pero es la realidad. Sólo no dejes que esto te afecte. Chris tomó sus decisiones y son esas decisiones las que lo tienen en ese estado. No te culpes.
Ella no dijo nada más.
¿Acaso todo el mundo se había puesto del lado de Chris? ¿O en verdad, mi decisión no había sido la correcta?
Sea como sea, las cosas ya estaban hechas y las decisiones tomadas. Nada de podía hacer y no iba a permitir que Chris siguiera arruinándolo todo.
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La rebelde y el guapo: capítulos extras
Teen FictionDespués de haber pasado por la experiencia más aterradora de su corta vida, Violeta se encuentra ahora en los brazos de su esposo, Elliot. Pero también los finales felices tienen sus partes difíciles. Y cuando llega a la Vida de Violeta una persona...