Un dolor me hace despertar. Mi estomago me pide a gritos expulsar algo que no me hace bien. Me paro corriendo pero me detengo enseguida con el vomito a la mitad del camino.
¿Dónde diablos estaba?. Veo una puerta la cual parece ser un baño y entro apresurada. Destapo la tapa del inodoro y expulso todo el alcohol junto lo que había comido en el día. Sentía un alivio en mi incomparable. Bajo la palanca hasta que mis 7 sentidos se alinean.
La ducha habia estado abierta todo este tiempo...
No me digas que...—¿Ya te sientes mejor?
—¿Por qué no me dijiste que estabas bañandote?
—Tenía que decírtelo... ¿no que era muy obvio? —pero que vergüenza. Esta sería la segunda vez que irrumpo mientras se baña. Salgo corriendo de allí paso frente a un espejo y me miro la fachada.
Llevaba una camiseta gris grande y unos calcetines para el frío. Mi cara estaba hecha totalmente un desastre. Espera un momento. ¿El me había cambiado?
La puerta del baño se abre y nuestras miradas se cruzan mientras el se frotaba la toalla en la cabeza.
Toco la camiseta con cara de interrogación.—No malinterpretes las cosas. Yo nunca haría eso. Le pedí a nuestra nana que te cambiará. Espero no te moleste. No te quería acostar en mi cama toda mojada. —¿nana dijo? Que no esta muy grande para tener una nana.
—Te agradezco por salvarme. —digo avergonzada.
—¿En que estabas pensando?
—No estaba pensando. Todo estaba yendo muy bien hasta que la harpía de Diana movió la mesa a propósito, pero nadie me creyó porque estaba ebria.
—¿Diana hizo que te tiraran a la piscina? —pregunta casi en un tono molesto.
—Mmm literalmente si. —tiro su toalla en su silla del escritorio y se puso sus sandalias.
—¿Tienes hambre?
—Mm si un poco. ¿Me prestas mi celular?
—Lo siento no lo tengo. —dice abriendo la puerta de su habitación.
—¿cómo que no lo tienes?
—No pensé en que tú celular iba a ser relevante cuando te estabas ahogando. —tenía razón pero, y ahora que hacia. Salgo detrás de él.
—Iré a buscarlo para ti. —Me detuvo en el pasillo. La puerta principal se abre y veo la espalda de su madre mientras cierra la puerta. Me miro la fachada y corro rápidamente hacia la habitación de Cameron.
—¿Cameron? —escuche a Sofia mientras corría.
—¿si mama? —lo escuche caminar.
—¿Tienes visita? —me detuve en medio camino y lo miro.
—Ni te atrevas —le advierto entre mímica.
—Si —dice sin dudarlo. Sigo corriendo y cierro la puerta con cuidado. ¿En que diablos estaba pensando Cameron?
Busco mi ropa rápidamente y por suerte la encuentro seca encima de su escritorio. Veo su celular en la mesa y veo la hora. Habían pasado DOS HORAS. Qué dirá su madre de mi, en su casa en la habitación de su hijo a estas horas.
La vergüenza me estaba matando. Yo no podría salir por esa puerta esta noche. ¿Y si le decía que yo estaba aquí? Lo mataría.
Me pongo el vestido rápidamente y me siento en la silla del escritorio. La ansiedad que me ocasionaba la incertidumbre de no saber que pasaba abajo me mataba. No podía mantener mi pie tranquilo.
La puerta se abre despacio y me quedo mirando fijamente.
La cara sonriente de Cameron me causaba desconcierto. ¿Acaso se burlaba de mi?
—¿Estas bien? —dice casi aguantándose la risa.
—¿Te parece gracioso? —digo enarcando la ceja.
—Un poquito.. —dice casi juntando sus dedos indice y pulgar. Ubico una almohada a mi derecha, la tomo y se la lanzo.—. Así no es como deberías tratar alguien que te salvo la vida.
—No, pues muchas gracias. ¿Ahora que hago con la vergüenza que tengo?. ¿Qué le dijiste a tu mamá?
—¿Qué le dije de que? —se sienta en la cama y pone la almohada a su lado.
—¿Le dijiste que era yo quien estaba aquí? —pregunté echándole un ojo a la almohada. Si le había dicho que si, lo mataría a almohadazos.
—Mmmm... si. No veo por que no le tendría que decir. —dice totalmente despreocupado.
—Ah... ¿no lo ves? Eh —tomo la almohada rápidamente y cuando le voy a golpear me sujeta por el brazo haciéndome perder el equilibrio. Tropiezo mi pie con el de él, me abalanzo hacia atrás, y me atrae hacia él. Caigo encima de el pero, la almohada se interponía entre nuestros cuerpos. Nuestras miradas se encontraban conectadas en un pequeño trance, y solo podía escuchar mi corazón palpitar como loco.
Me intento parar rápidamente pero Cameron me seguía sujetando. ¿Qué hacía ahora?
—¿Me podrías soltar? —pregunté moviendo mis manos.
—Tienes unos ojos muy hipnóticos. —mi corazón di un brinco y a la vez perdí el aliento. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Por qué de repente me decía esas cosas?
Me pare bruscamente y pase mis manos entre mi cabellera húmeda.
—Creo que ya debería irme.
—Perdona si te hice incomodar —ahora Cameron me miraba de una forma que se me hacia tan tierna...
No. No. Nada de tierno, nada de nada. Le agradezco por haberme salvado pero nada mas.
Busco mis zapatillas con mis ojos y me doy cuenta que no están. ¿Acaso tampoco se había molestado en tomarlas?—¿Pasa algo? —se para con preocupación.
—No, no, no. Nada nada. Te agradezco mucho lo que hiciste por mi, nuevamente. Pero ya me tengo que ir.—abro la puerta y me encuentro con la cara de una señora de menor estatura con su mano encerrada suspendida en el aire.
—Disculpe. —dije pasándole por el lado.
—¡Cat! —escuché a Cameron llamarme mientras me perseguía. Salí lo mas rápido que pude, y corrí hacia mi casa.
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Healer ©
RomanceCatherine Williams ha enfrentado la tragedia desde una edad temprana, perdiendo a sus padres a los 15 años y más tarde a su tía, su única familia restante. Ahora, sola en la casa que alguna vez fue un refugio, encuentra consuelo en los libros de la...