—¡Wow!, ¡miren que guapa está! —dice Erica haciendo formar una sonrisa tímida en Catherine.—Gracias... —dice subiendo al auto el cual era uno de sus compañeros de prepa.
—¡Hola Cath!
—Hola... Bruce.
—¿Por qué estás tan tímida? —pregunta Erica extrañada.
—Oye, no sales desde... ya he perdido la cuenta. Espero disfrutes la noche. Conoce nuevas personas, ya está bueno de esas cuatro paredes y la biblioteca.
—Si... eso creo.
—Un poco de música no está mal ¿no?, espero y no te moleste —dice Bruce subiéndole al volumen poco a poco.
El camino a la fiesta fue algo estridente, la música hacía vibrar las ventanas y la voz de Erica resonaba junto a la música.
Llegaron a la fiesta la cual se encontraba repleta de personas las cuales Cath no había visto en su vida o no recordaba.
—¿Estas lista? —pregunta Erica mirando hacia la parte trasera del auto, donde se encontraba Cath rinconada.
—Eso creo...
—Todo saldrá bien, ¡vamos!, anímate un poco. No sabes si encuentres al amor de tu vida ahí dentro — finaliza su discurso motivador y sale del auto.
Cath se toma un segundo para respirar y pensar si fue una buena idea venir.
Bruce se adelanta y le abre la puerta a Catherine.
—¡Muchas gracias! —dice Catherine amablemente.
—¡Vamos a disfrutar! —grita Erica con euforia.
La música del lugar retumbaba en los oídos de Catherine, el olor a alcohol y a cigarros invadían sus fosas nasales haciendo que ella tapara su nariz.
Erica la sostenía a medida que
caminaban en medio de la gente.— ¡Mike! —grita Erica con emoción a un chico de unos 1.70 metros de alto, cabello castaño, con cuerpo bien formado, se notaba que era muy atlético.
—¡Erica!, que gusto verte. ¡Oigan chicos!, ¡acaba de llegar la reina de las fiestas! —los chicos gritan en su honor y Erica sonríe con halago.
— ¿Y ella es? —pregunta Mike brindándole la mano a Catherine.
—Catherine, ¿que ya no la recuerdas? —Mike para en seco luego de besar la mano de Cath.
—¡Vaya, vaya! hasta que al fin te dignaste a salir. Mira que hermosa estas, ya ni te reconocía — Catherine se sonroja. Toma un rizo que se ha escapado de su lugar y se lo acomoda mirando al suelo con timidez, no sabía si sentirse halagada o avergonzada.
—Perdón... no quería hacerte sentir incomoda —dice Mike apenado.
—Tranquilo, no pasa nada —dice Cath con una sonrisa tierna en su rostro.
—Pues bien, vamos y te presento a unos amigos.
Mike toma a Catherine por el brazo con delicadeza y apuro a la vez.
Mike se dirige a un grupo de chicos que al parecer pertenecen a un equipo de un determinado deporte.
—Te presento a los miembros del mejor equipo de fútbol americano estatal por dos años consecutivos —Catherine le brindo una sonrisa tímida a todos y todos posan su vista en ellas en forma de lobos a punto de devorar a caperucita.
—Tranquilos chicos, no la intimiden, compórtense. Él es Dylan mi mano derecha —dice presentando a un chico de menor tamaño que él, cabello castaño claro, color de piel mulata, sonrisa atractiva pero no le llamaba la atención a Cath. Realmente nadie creería que alguien lo hiciera.
—Hola —se limita a decir. Dylan le brinda una sonrisa coqueta a lo que Catherine no le muestra ni una pizca de efecto.
—Ten, ¡es hora de gozar! —Erica aparece a la escena y le brinda un vaso con alguna bebida extraña.
Catherine huele meticulosamente aquella sustancia y el olor alcohol vuelve a invadir en ella. Deja el vaso en una mesa y va por algo más.
Apenada, abre la nevera y observa lo que hay en ella. Toma un poco de Zumo de naranja y lo vierte en un vaso.
—¿Enserio es lo que vas a tomar en una fiesta? —dice Bruce apareciendo por el arco que da paso a la cocina.
—No tomo —responde algo cortante y pasa por el frente de Bruce introduciéndose a la fiesta.
Cath busca un lugar en el cual estar tranquila y la alberca parecía ser el lugar indicado para estar. Toma asiento en una tumbona y comienza a observar el lugar meticulosamente.
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Healer ©
RomanceCatherine Williams ha enfrentado la tragedia desde una edad temprana, perdiendo a sus padres a los 15 años y más tarde a su tía, su única familia restante. Ahora, sola en la casa que alguna vez fue un refugio, encuentra consuelo en los libros de la...