- No-oh... Solo prefiero ir lento explicando.

- No soy tonto...- lloriqueó.- Tonto tú, que te quedas en la cama los fines de semana y papá tiene que ir a levantarte de la cama.

- ...- desvió los ojos.- Hace frío.

Álex se rio entre dientes.

Keenan y Álex iban a la misma secundaria obligatoria que Charlotte, su prima. Su instituto era antiguo, bastante antiguo, más antiguo que sus padres, pues los papás de Bert fueron a esos institutos y ya era viejo en ese entonces. Era un colegio concertado. No sabían muy bien las diferencias que habían con los privados o los públicos, pero ese era el instituto al que siempre habían ido y el que nunca había cambiado, bueno, sí, solo para ser más caro, pues en los tiempos de los papás de Bert, el colegio no era tan caro. Sea como fuere, los tres primos iban al mismo instituto. Aunque no solían jugar juntos desde que entraron en la secundaria, Charlotte pasaba tiempo con las niñas, y los niños... Pasaban tiempo con los niños... No porque fuera una regla general en la que se separasen a los chicos de las chicas en el recreo o en las clases, sino porque era lo que todos hacían... Los chicos jugaban a fútbol en la pista grande, las chicas se quedaban a los alrededores o en las escaleras hablando entre ellas o mirando a los chicos con caras de colegialas enamoradas.

No lo entendían.

Álex, Keenan, Will y Bert pasaban los patios juntos, eran la excepción. Los únicos chicos de la clase que no jugaban al fútbol. Más que nada porque los chicos de su clase, jugaban contra los niños mayores de los últimos cursos, y ellos eran muy brutos... Los únicos que aún jugaban pero no a lo que todos jugaban, ya fuera a la comba, ya fuera al reloj, ya fuera a las cartas, ya fuera a cualquier juego que hubieran llevado de sus casas como el cubo de rubik, incluso algunas veces habían llevado un juego de mesa... Pero aquella vez fue la primera y también la última.

Nadie pudo saber nunca si lo hicieron a propósito o sin querer, pero a juzgar por las expresiones y las carcajadas, tal vez sí lo hicieron a propósito.

Aquel día estaban jugando a un juego similar al monopoly, existía una caja, existía un tablero con casillas por las que avanzar, y existía dinero falso con el que jugar, pero era la versión infantil del juego, no eran calles, tampoco países, tampoco objetos de valor excesivo, la versión del monopoly era para niños, así que los objetivos, los castigos y las recompensas eran para niños. ¿Podría decirse que ese juego era malo porque los introducía directamente en el mundo capitalista y en las ansias expansionistas de ganar arruinando a tus amigos...? Sí. Pero también les enseñaba el valor del dinero, de las dificultades económicas que existían en el mundo real, el valor de las rentas y el valor de ayudar a alguien que está mal económicamente. El caso, que ellos estaban jugando tranquilamente, sin molestar a nadie y encima en una esquina del recreo donde el aire no se llevaba volando los billetes falsos aunque el viento no soplaba en ningún punto del recreo, pero era por si acaso, no querían tener que falsificar dinero falso por haber perdido parte de los billetes. Pero aun así, parecía que SÍ estaban en medio de la trayectoria de la pelota que no solo golpeó a Álex en el rostro, sino que también esparció todo el juego por el recreo.

- ¡Quitaos del puto medio, maricones de mierda!

Y ahí sucedió. Los cuatro se quedaron mudos, pero el primero en reaccionar fue William cerrando los puños y levantándose violentamente.

- ¿¡Pero tú de qué vas!?- rugió.

Álex empezó a sollozar por el golpe en su rostro y su hermano estaba temblando por la adrenalina, aun así, fue capaz de acompañarlo a la pica de agua para limpiarse la cara y las lágrimas. Consejo que le dieron los profesores al ver que Álex estaba llorando y con parte del ojo inflamado por el balonazo que había golpeado su rostro.

42.- Gorgeous & Ravishing (LGBT+ Straight Partner)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora