Capítulo 10

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     —Solo, relájate— susurro Oliver colocando una mano sobre la pierna de Liliana que se movía de arriba abajo —. Juro que después de esto, usaremos condon.

     —Como si eso fuera arreglar la situación— paso las manos por su cabello —. ¿Cómo le voy a decir a mamá? Ya puedo ver su decepción. Tengo veinte años.

     —Si, y hay personas de quince años teniendo hijos, Liliana— ironizó Oliver —. Esta bien, lo siento. Solo, cálmate.

     Estaban en la sala de espera. Habían parejas en ella, todas las mujeres lucian vientres abultados y acariciaban su vientre. Las paredes lucian relucientes fotografías de mujeres embarazadas y familias. Incluso bebés y eco-grafías. En la mesa de café habían revistas de embarazadas. Y algunos folletos sobre la planificación familiar.

     —Esto es absurdo— susurro Liliana cuando Oliver leía el folleto —. No es como si fuéramos a planificar.

     —Liliana, solo...— él tomó una respiración, era obvio que ella estaba más que nerviosa —Por favor, muñeca, relájate.

     —¿Qué me relaje?— cuestiono ella con indignación —No es a ti a quien señalarán, ni mucho menos a quien juzgarán. Puedes lavarte las manos, Oliver. Tú en París y yo en Boston. Esto es genial.

     —Si quieres abortar, entonces dime, porque no soy adivino— él paso las manos por su rostro —. Nada de esto tiene sentido. Tú sólo quieres discutir, y yo estoy cansado.

      —Un bebé esta mi vientre, Oliver. No puedes solo pedirme que me relaje, no funciona de esa manera— ella estaba enojada —. ¿Qué diablos haremos?

     —No lo sé, ¿vale?— solto el folleto y la miró —Lo único que se, es que debemos ver como esta el bebé. Y luego veremos que hacer.

     —¿No vas a venirte de Francia?— a ese punto ya habían llamado la atención de los pacientes —Tienes que estar de broma. Yo cambiaré mi vida, y tu, ¿tu no harás nada?

     —¡Joder! ¿Qué diablos quieres de mi?— paso las manos por su cabello exasperado —Estoy aquí, tomando tu mano, apoyándote. Intetando que te calmes, y tu solo quieres discutir. No se que diablos vamos hacer, Liliana. Veamos como esta el bebé y tomemos una maldita decisión, ¿Puedes?

     Él se puso de pie y salió de la sala de espera. Todo el lugar quedó en silencio mirando a Liliana. Ella sólo miraba la puerta por donde él acababa de salir. Lo miró pasarse las manos por el rostro, parecía un animal salvaje en una jaula. Simplemente no sabían que hacer. Una enfermera tomo asiento junto a ella.

     —Él esta igual de nervioso que tú, y esta haciendo su mejor esfuerzo por estar calmado para que tu lo estés— ella miró a la enfermera —. Y tú estás ahí, solo buscándole cinco patas al gato.

     —Él no va a recibir la peor parte de esta situación— ella le puso la mano en el vientre totalmente plano.

     —Esta situación van amarla en cuanto lo vean y escuchen su corazón— le sonrió —. Ni siquiera recordarás tú edad. O las discusiones. Sólo importara ese pequeño corazón latiendo. Él te ama, pero lo estas alejando.

     —Es solo que no, no se como manejar esto— la enfermera le dedico una sonrisa —. Tengo veinte años.

     —Quizás no te parezca lo más oportuno, pero muchas veces, ser mamá joven trae sus beneficios— le aseguro con una sonrisa —. Crecerás con él. Y para cuando este casándose, no serás una anciana, serás una abuela joven. Será genial.

     Liliana le dedico una pequeña sonrisa. Y todas las mujeres en el lugar le sonrieron. La enfermera se puso de pie y dedicándole una sonrisa volvió a tomar asiento en el escritorio. Liliana tomó el folleto que la mujer le dejó en el asiento donde se sentó y lo leyo: ser mamá joven es lo mejor que te puede pasar.

Let's meet againDonde viven las historias. Descúbrelo ahora