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Hombre lobo atractivo

Llevo más de media hora esperando. Y ni Stiles ni Scott me cogen el teléfono, ¿para qué quieres uno si no vas a utilizarlo? En fin.

He acabado sentada en el bordillo de la calle esperando no sé muy bien qué. Quizá un ángel guardián que baje del cielo, me lleve a casa y me dé un besito de buenas noches. Pero en vez de eso un Camaro negro se ha parado delante de mí.

¿Me van a secuestrar? Genial. Añadiré eso a mi lista de experiencias vividas.

-Sube.

Una voz gruesa habla desde dentro del coche. Al no escuchar respuesta por mi parte la puerta del coche se abre y esta me da directa en la cara.

-¡Auch! Joder... -bastantes insultos salen de mi boca a la vez que me sujeto el rostro con la mano izquierda.

-Sube.

Ahora Derek está enfrente de mí, sujetando la puerta de copiloto de su vehículo.

Que caballeroso

-Debes currártelo un poco más ¿sabes? Todo este rollo de hombre lobo intimidante con chaqueta de cuero.

Ahora solo me mira tan fijamente, que me limito a entrar al coche antes de que por sus ojos salgan cuchillos.

En los primeros minutos de viaje la tensión es palpable, y lo único que se escuchan son mis pequeños quejidos mientras que veo mi reflejo en el espejo retrovisor.

-¿Podrías callarte? Me estoy arrepintiendo de no haberte dejado tirada en mitad de la calle.

-Tú has sido el culpable de este golpe, probablemente tenga una conmoción cerebral.

-Por supuesto...

-No, de verdad, lo mínimo que podrías hacer es pedirme perdón.

-No pienso pedirte perdón.

-¿El ser tan amargado es una secuela del ser hombre lobo? Porque si mi hermano empieza a comportarse así le mandaré a una perrera.

El coche frena de golpe. Creo que mi muerte ya ha llegado.

-¿Crees que sabéis mucho? ¿Tú y tu amiguito rapado? -se ha acercado tanto que mi respiración se ha parado -. Pues déjame decirte una cosa Eliza -dice mi nombre detenidamente-. No sabéis nada.

Antes de que pueda abrir la boca ya está hablando de nuevo.

-Ya hemos llegado. Bájate de mi coche.

Empiezo a abrir la puerta cuando me doy cuenta de algo.

-Espera, ¿cómo has sabido dónde vivo?

-Fuera.

Me he bajado del coche, pero antes de que se marche me giro de nuevo.

-Oye, que seas un hombre lobo terrorífico y atractivo no te da derecho a tratarme así ¿sabes? Porque no me das miedo. O sea, eres atractivo, no vamos a engañarnos. Pero el que lo seas sigue sin darte derecho a ser un imbécil. Es decir, el cliché de chico malote con chupa de cuero ya está muy visto Derek, como te he dicho antes, deberías currártelo más -le suelto un pequeño discursito bastante decidida y segura -. De todas formas, gracias por traerme.

Digo esto último en voz bastante baja aunque no dudo que me haya escuchado. Podré ser una perra en bastantes ocasiones, pero soy educada, así que dejo mi orgullo de lado y me marcho a casa. Cierro la puerta de la entrada y escucho al coche de Derek irse.

-¡Lizzie!

La voz de Stiles me asusta de inmediato.

-¡Dios! ¡Que susto! ¿Qué haces, por qué estás aquí?

-Es Scott. Ha ido a buscar a Allison. Está en peligro.

-¿Qué... qué ha pasado?

-Te lo explicaré por el camino. Vamos a buscar a Allison.

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Después de un rápido encuentro con la madre de Allison, descubrimos que ella estaba bien y que todo esto solo había sido una trampa para Scott. Ahora nos dirigimos al bosque para recoger a Scott. Entra en el coche y me cambio al asiento trasero.

-¿Sabes que es lo que me preocupa?

-Si dices Allison, te daremos un puñetazo -habla Stiles.

-Seguro que ahora me odia.

-Lo dudo. Pero será mejor que encuentres una buena excusa. O podrías contarle la verdad...

-Y deleitarle con la maravilla de ser un hombre lobo -termino por él.

Scott me fulmina con la mirada.

-Vale mala idea -comenta Stiles -. Oye, lo superaremos.

-Exacto Scottie, siempre lo hacemos -le intento animar desde el asiento trasero -. Si hace falta te encadenaré las noches de luna llena y Stiles te dará ratones vivos para comer.

-Sí, tuve una boa una vez, podría hacerlo.

Acabamos mirándonos y esbozando pequeñas sonrisas. Intentamos restarle importancia a la situación. Al fin y al cabo, solo éramos tres adolescentes de dieciséis años completamente ignorantes del verdadero tamaño del asunto al que se acababan de ver inmersos. Solo esperábamos que el golpe de realidad no nos pegase demasiado fuerte.

Pero esto llegó más rápido de lo que creíamos, ya que fue solo al día siguiente cuando Scott descubrió que el cazador que le atacó anoche no era nada más y nada menos que el padre de Allison.

Pero esto llegó más rápido de lo que creíamos, ya que fue solo al día siguiente cuando Scott descubrió que el cazador que le atacó anoche no era nada más y nada menos que el padre de Allison

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