La fortuna es impredecible y alterable.

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Mi nombre es Atsushi Nakashima.

Ayer era tan solo un joven a punto de morir de inanición junto a un río, cuando un tipo de pelo anaranjado como el atardecer de ese día, me salvó.

Su apariencia era algo sencilla, pero sobresaliente al mismo tiempo. Usaba unos zapatos mocasines color marrón, pantalones gris oscuro, con una camisa blanca, corbata azul y un chaleco del mismo color que el pantalón. Sobre toda esa vestimenta llevaba un piloto color gris que llegaba a pasar sus rodillas.

Me llamó la atención su semblante serio. No parecía tener muchas ganas de lidiar con un pobre huérfano como yo. Aun así, me ayudó a levantarme.

      -Vamos niño, arriba.-
Me dijo con exaspero. Por un momento pensé que sólo buscaba quitarme del camino.
Una vez de pie, mi estómago crujió al igual que un trueno anunciando una terrible tormenta.
      -Parece que tienes hambre.- me dijo dándose cuenta de mi situación.

      -No he comido nada en días señor...- le comenté estirando la última palabra para que me dijese su nombre.

      -Dime Nakahara. Chuuya, Nakahara.- me dijo con las manos en los bolsillos de su piloto. Su voz era firme y su pelo largo parecía perderse en el cielo mientras bailaba con la brisa del viento. Me impactó un poco su presencia.

Aunque no es muy alto.

      -Nakahara-san, mi nombre es Atsushi Nakashima. Hace unos días me han echado del orfanato donde vivía y me dejaron a mi suerte. Actualmente estoy sin dinero; no tengo lugar donde dormir, ni que comer.-
Le dije con la idea de que me de aunque sea una moneda para comprar algo de pan, aunque mi estómago moría por algo de chazuke.

La seriedad en el rostro de ese hombre no cesaba para nada.
Sacó las manos de sus bolsillos chasqueando la lengua y luego se cruzó de brazos. Todo eso sin dejar de mirarme, como si estuviese discutiendo consigo mismo internamente.
Comencé a sentirme intimidado. Aunque algo en sus ojos, decía que quería ayudarme; decían que me entendían.

      -Mira, no tengo mucho tiempo ahora. Pero no dejaré que mueras aquí de hambre. Ven conmigo. Te invitaré algo de comer y seguiré con mis tareas. Así que vamos, apresúrate.- me dice haciendo un movimiento con su mano en señal de que le siguiera. Yo sonreí.

El hombre me llevó a un restaurante cercano. Me dio a elegir comida y conseguí comer mi preciado chazuke.
Comí desesperado, me invitó 5 tazones. No podía estar más feliz.

Nakahara-san estaba tomando un café frente a mí. Mientras yo comía me hizo algunas preguntas.

      -¿Dijiste que te echaron de un orfanato, cierto?-

      -Ashí esh sheñor.- dije con la boca un poco llena.

      -Bien. Y ¿por qué fue?-

Me puse triste al pensar en el por qué. Quería olvidar todo lo sucedido. Pero era incapaz de ello. Tragué mi comida y miré el tazón de chazuke con tristeza. Mi hambre se calmó de un sólo golpe.

      -El orfanato había perdido gran parte de su producción, y no alcanzaba para mantenerme.- dije con melancolía.
      -Pero no lo sé, simplemente me dijeron que no querían a fenómenos como yo allí con ellos. -

En ese momento vino a mi la imagen de esa gente rodeándome, diciéndome el "por qué" iban a echarme.

      -Me dijeron... que sería mejor si me echara a morir de una vez... así de esa forma yo... le haría un favor al mundo. Aun después de haber soportado todas sus torturas y agresiones.
Así que me fui, y caminé hasta llegar donde usted me encontró. Yo estaba a punto de intentar robar algo para poder comer.-

Bungou Stray Dogs •◇ReBoot◇•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora