Cambios

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En la casa de la colina Laura y Christian habían comenzado una búsqueda policial junto a Mía y Marcus, tíos de los gemelos y padres de Layra, mientras ésta última y Adam, revisaban los lugares donde usualmente Cameron se ocultaba, sin resultados.

Cuándo todos volvieron a la casa más tarde esa noche, Laura, preocupada, comenzaba a ponerse histérica.

Christian intento calmarla, pero ella, se resistió a que la tocasen y se encerró en su habitación.

Todos estaban tensos y nerviosos y tenía sentido. En el estado en que Cameron había huido hacia el bosque, si alguien lo veía podrían dispararle al confundirlo con alguna criatura peligrosa o peor aún, podría él matar a alguien, volviendo todo a las épocas oscuras del pueblo. Tiempos en que nadie salía de sus casas después de que el sol se ponía en el horizonte, por temor a jamás volver.

Mientras sus padres hablaban entre ellos, intercambiando ideas y posibles escenarios, Adam y Layra creyendo que podrían encontrar algo que les aclarara el repentino estallido que el Beta había presentado, subieron las escaleras y entraron en el cuarto de Cameron.

Layra miro las paredes, donde colgaban algunos cuadros con fotos y arte, mientras Adam revisaba los muebles, debajo de la nueva alfombra que cubría el suelo, y algunos papeles sobre el escritorio.

— ¿Recuerdas esa vez hace tanto tiempo cuando vine a pasar unas vacaciones con ustedes?— pregunto Layra de repente.

Adam la miro inquisitivo, e intento recordar, pero con lo nervioso que estaba y el tiempo que había pasado desde ese momento hasta el presente, se le hizo casi imposible

—Vagamente— respondió al fin.

—Que diferentes que éramos ¿Recuerdas?—

—Bastante diferentes— dijo mientras cerraba con violencia uno de los cajones— Aquí no hay nada que nos pueda servir.

— ¿Ya revisaste el cajón de la ropa interior?— preguntó ella y Adam la miró interrogante.

— ¿Que podría guardar allí? Además... ¿No es muy obvio?—

— ¿Y si es eso lo que tu hermano quiere? Que descartes una posibilidad por ser muy obvia. Además, los hombres siempre ocultan con sus posesiones más preciadas, sus tesoros ocultos— exclamó.

El Beta frunció el ceño.

— ¿Qué? ¿Me vas a decir que tu no escondes nada en tus cajones de ropa interior?—

Era cierto. No podía negarlo. Sin embargo se preguntó a cuantos hombres su prima habría visto en ropa interior.

Al abrir el cajón de medias, Adam revisó y revolviendo un poco el interior, al poco, dio con algo duro en el fondo del cajón.

—Aquí hay algo— susurró tomando el objeto que resultó ser un muy antiguo libro de mitología, con un encuadernado marrón de cuero.

— ¿Qué es?— pregunto Layra mirando sobre su hombro.

—Un libro de Licantropia— respondió leyendo las primeras páginas.

—Déjame ver— pidió ella.

Rápidamente, Layra reviso el libro, pasando sus páginas de un lado al otro y hasta lo sacudió, esperando que algo cayera de entre las páginas. Luego movió las páginas hasta el índice. Al leer cada capítulo, se sorprendió.

—Esto es genial— dijo al cabo de algunos minutos.

— ¿Que hay? ¿Qué encontraste?— pregunto Adam ansioso.

—Aquí hay cosas de las que jamás había oído— respondió leyendo algunas líneas.

— ¿Cómo qué?— preguntó Adam.

Criaturas de la Noche. Primera Parte. ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora