Noche de sangre y pesadillas

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La noche, lúgubre y fría, cubría todo el pueblo de Newtown como una mortaja. Una densa neblina se extendía sobre las frías calles y las sombras se movían libremente. Aquí, allá. Lo que parecía un árbol de repente cambiaba de lugar. Lo que parecía una persona... Era algo mucho más aterrador.

El primer grito de la noche sucedió a las afueras de Newtown. Las luces de una casa se apagaron súbitamente así como la vida de las personas que vivían en ella.

Luego otro más, en plena calle. Un hombre de repente sintió un dolor indescriptible y cuando se fijó, ya no tenía su brazo. Al volver la vista unos dientes le destruyeron el rostro bañando las calles con su sangre.

Era un ataque coordinado de una manada invasora. Varios aullidos se levantaron en plena noche.

Pero nada de eso importaba. En la mente de Cameron lo que imperaba en esos momentos era su amiga. Luego de desmallarse, habían perdido mucho tiempo en buscar los diarios de su ancestro y dar con la respuesta. Tiempo que ahora les jugaba en contra. Iba con Adam y Laura. Esperaba que bastara con ellos tres. Marcos había insistido en que debía ir con ellos, pero finalmente lograron convencerlo de ayudar a Christian bajo el pretexto de que si los alfas y betas invasores se daban cuenta de quién era el, y su relación con Amy, la pondría en un riesgo incluso mayor. Finalmente se fue con Christian, Marcus, Layra y Mía. Esperaban matar a algunos Betas, o capturar a alguno para interrogarlo.

Giraron en una esquina, y por el rabillo del ojo, Cameron vio venir una sombra.

— ¡Cuidado!— gritó pero fue demasiado tarde.

Un Beta totalmente descontrolado lo golpeo sacándolo del camino. Ambos, bestia y hombre, cayeron rodando en el césped. Laura y Adam se acercaron a ayudar, pero cuando llegaron donde Cameron, él se levantaba con las manos ensangrentadas mientras la bestia moría ahogada con su propia sangre por un tajo en el cuello que le llegaba hasta el hueso.

Laura se llevó las manos al rostro totalmente horrorizada.

— ¿Hermano?— lo llamo Adam avanzando un paso.

Cameron se giró lentamente y Adam se detuvo. Los ojos del Beta eran rojos como las llamas del infierno mismo. Tan rojos que no podía mantenerle la mirada. La joven hombre lobo tomo del tobillo a Cameron en un intento fatuo de oponer resistencia a la muerte que se arrastraba sobre su cuerpo. El Beta lo miro con asco, y sin ser completamente consciente de lo que hacía, guiado por un sentimiento abrumador de odio e ira, levanto el pie y acto seguido, en un movimiento que ni Laura ni Adam hubieran podido predecir, aplastó la cabeza del chico, esparciendo sus sesos por todo el pasto. La criatura no se movió más y lentamente, su cuerpo comenzó a volver a la normalidad. Era apenas un adolescente.

Laura lanzo un grito de horror.

— ¡Cameron!— le grito Adam tomándolo de los hombros mirándolo a los ojos— ¡Vuelve hermano! ¡Vuelve!

Aturdido al inicio, Cameron volvió lentamente en sí. Sus ojos volvieron a su color ambarino, y tuvo que sujetarse de Adam para no caer. Al mirar sobre lo que estaba parado, retrocedió con asombro y asco. Su madre lo miro asustada. Su hermano con dudas.

— ¿Qué demonios paso?—

— ¿Realmente no sabes lo que acaba de pasar?—pregunto Adam colocándose delante de Laura.

—No... Yo... El... Esto no está bien— murmuro Cameron mientras miraba el cadáver y las vísceras se le revolvían.

De repente, los tres escucharon un grito en la niebla, seguido del sonido de algo desgarrándose. Corrieron al lugar, y se encontraron con una escena aberrante, indescriptible.

Criaturas de la Noche. Primera Parte. ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora