Forzado a marchar

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Mientras caminaba a casa, sus poderes iban y venían, en oleadas cada vez más grandes y fuertes. Decidido a que nadie lo viera, se internó en el bosque y descanso sobre una roca. Debía concentrarse y calmar a la bestia. Aún tenían tiempo antes de la luna llena, pero sus influjos ya comenzaban a afectarlo incluso unas semanas antes.

—Este no es el momento de salir y armar revuelo— exclamo tensando todo su cuerpo obligándolo a levantarse.

De repente, una memoria, un recuerdo, que no estaba seguro fuera suyo, lo hizo caer de rodillas.

Había un joven, un beta, tirado en la tierra con una cortada profunda en su garganta. Cameron supo al instante que ese, era el Beta que había matado cuando iban a rescatar a Amy. Pero no había sido él. Sino su contraparte. Lo había logrado dominar por unos segundos y ahora se lo sacaba en cara. Su celular comenzó a sonar de un momento a otro y haciendo un enorme esfuerzo logró sacarlo de su bolsillo. Era Layra.

—Este no es un buen momento prima— exclamo.

— ¡Cameron nos atacan!—gritó su prima desde el otro lado de la línea.

— ¿Qué?—el corazón del beta se aceleró.

— ¡Necesitamos ayuda!—la llamada se interrumpió luego de un grito de Layra. Cameron miro el celular, impávido. Estaba en shock. Pero no podía permitirse el lujo de dudar, de no hacer nada.

Sin importarle si perdía el control de su animal interno, comenzó a correr entre los árboles desarrollando en pocos segundos una velocidad impresionante que lo hacía parecer una sombra borrosa en la oscura noche. Pero de repente, de la nada, un hombre lobo totalmente convertido saltó de un árbol derribándolo. Ambos rodaron por la tierra y el pasto varios segundos y cuándo se detuvieron, Cameron quedo debajo. La fiera lo mordió en el brazo y el beta grito, sin embargo actuó rápido y de un golpe se quitó a la criatura de encima.

El beta retrocedió y rugió. Cameron le rugió devuelta mientras sus ojos iban cambiando y ambos se lanzaron en una carrera contra el otro. La bestia lanzo un zarpazo que paso cortando el cabello de Cameron mientras éste le daba un rodillazo en el abdomen seguido de un puñetazo en la quijada que lo catapulto por los aires. Viendo que sólo no podría ganar, el hombre lobo aulló pidiendo ayuda, pero ese fue su final.

Con la garganta expuesta, Cameron vio una buena oportunidad y en un parpadeo se acercó al distraído beta cortándole la garganta de un zarpazo. La sangre mano con violencia cubriéndolo de pies a cabeza.

El hombre lobo, asustado y viendo su mortalidad por primera vez en meses, intentó alejarse de Cameron mientras su cuerpo rápidamente se adormecía y volvía a su forma humana.

—Por favor... Piedad— logro decir mientras se ahogaba con su propia sangre.

Cameron se acercó a él, y de un golpe, destrozo el cráneo del muchacho. El cuerpo cayó pesadamente entre los matorrales. Ligeros espasmos lo sacudieron unos instantes, hasta que toda vida en el se extinguió para siempre.

Pero la noche aún era larga.

De repente, un gruñido lo alerto, y al girarse, el beta se encontró con dos hombres lobo que le enseñaban los dientes.

Mientras su mente se perdía más entre las sombras, sonrió macabramente y alzo sus garras donde aún caía la sangre fresca del joven beta. La olfateo, y luego sin más, paso la lengua por las ensangrentadas zarpas.

Viéndolo como una ofensa y un desafío, los betas lo atacaron, embistiéndolo y llevándolo a rastras contra un árbol. Cameron lejos de inmutarse, rio y tomo del brazo a uno de ellos, lanzándolo por los aires contra un tronco con tanta fuerza que el joven arbol no lo resistió y se vino abajo. Luego le profirió un codazo en la clavícula al otro, partiéndola en varios trozos, para luego clavarle las garras en el pecho hasta hacerlas aparecer por la espalda. El hombre lobo gimió y miro a los ojos a Cameron. La criatura tembló presa del terror. Aquellos ojos no eran humanos. Con un rápido movimiento de manos, el cuello de su adversario se partió y un nuevo cuerpo cayo a la tierra entre espasmos que terminaron incluso más rápido que el anterior.

Criaturas de la Noche. Primera Parte. ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora