Sexo

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—¡Ya voy! ¡Ya voy! —chillo desde la cocina cuando tocan sin cesar.

No entiendo la necesidad de seguir llamando. Es bastante obvio que si no abren la puerta, es porque no hay nadie o no quieren visitas inesperadas. En mi caso, me quedo quieta y espero.

El ojo me tiembla con un tic nervioso cuando la perilla se abre y aparece mi amigo con las mejillas y orejas rojas.

—¿Si tenías las malditas llaves de casa, por qué no las usaste desde un…? —antes de que pueda acabar la frase, camina rápidamente hacia mí, pegando nuestros labios. Cuando se separa, mira hacia el suelo.

—¿Vamos a tu habitación? —pregunta. Yo lo miro parpadeando lentamente. Cuando reaccionó, asiento, un poco aturdida.

Un hola no hubiese estado de más.

—Vamos, esta vez podemos estar tranquilos.

Sé que dije que no iba a follar aquí, pero… si voy a follar. A la porra.

Al entrar a mi habitación, lo tiro en la cama, volviéndole a besar. Inclino mi cuello hacia un lado cuando sus labios pasan por mi mejilla, bajando por mi cuello.

De un rápido movimiento, mi espalda toca el colchón mientras Adriel está de rodillas entre mis piernas. Aun tumbada, me quito la camiseta mientras él me quita los pantalones, seguidos de los suyos.

—¿Puedo seguir bajando? —asiento, sin intención de parar esto. Cierro los ojos con fuerza, deseando que siga.

—Nunca he hecho esto.

—Lo sé y no me importa, Adriel. Todo lo que hagas va a gustarme.

Apoyo los codos en la cama y tiro la cabeza hacia atrás cuando su lengua roza ese punto sensible.

No entiendo la preocupación de hacerlo mal. Esto es increíble.

—Creo que hoy no quiero tener sexo.

—Lo que sea, pero no pares, por favor —gimo, agarrando sus rizos —¡oh dios, no pares! No te atrevas.

Vuelvo a jadear cuando, aun manteniendo la cara entre mis piernas, me aprieta la cara interna del muslo con su mano.

—¿He hecho algo que…?

—No pares, Adriel.

—Lileth…

—¿Sí?

—Quiero que me hagas una… mamada.

Trago saliva cuando se separa de mí, para que pueda levantarme de la cama. Clavo mis rodillas en el suelo antes de mirarle a la cara. Tiene las mejillas demasiado rojas y no sé si es por timidez o por el momento en que nos encontramos.

Tomo una respiración profunda antes de agarrarlo con mis manos, lo miro a la cara antes de bajar y lamer la punta.

—Lileth…

Su sabor es salado y algunas gotas blanquecinas brillan sobre la punta.

Creo que la primera y última que hice una mamada, fue hace dos años, así que espero que se siente como él acaba de hacerme sentir.

—Todo está bien, Adriel —mi estómago se contrae cuando tengo todo su pene dentro de mí.

Si vuelve a gemir de esa forma, no hará falta que me toque para conseguir que tenga un orgasmo.

Esto está siendo demasiado caliente.

Vuelve a gemir cuando la meto toda, tocando mi campanilla. Para mi suerte, no es de un tamaño exageradamente grande. Supongo tiene un tamaño normal. —Aun así, consigue superar de tamaño a los tres chicos con los que salí.

Embarazada de mi mejor amigo(Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora