El color vuelve a abandonar su rostro. Sus brazos se aprietan a mi alrededor.
—Estábamos tan bien. ¿Te has dado cuenta de que en estos días, cada vez que reímos o hacemos algo divertido, lo acabamos convirtiendo en algo triste?
—¿Y si fuese un perro de esos que tienen los ojos saltones y son demasiado pequeños?
—Lo siento, pero no. Esos perros son demasiado agresivos. Aún tengo la marca del maldito que me mordió hace años —se sienta en la cama, parpadea y vuelve a mirarme—aparte son muy gritones. Y tienes que tener micho cuidado por que son pequeños.
Los dos clavamos nuestros ojos en la puerta cuando escuchamos unas risas infantiles. Lentamente, la abro, dejando ver a mi hermano y las gemelas tapándose la boca con sus pequeñas manos.
—¿Estabais escuchando nuestra conversación? —alzó las cejas, cruzándome de brazos.
—Escuchamos que… —antes de que Samanta acabe la frase, su hermana gemela le tapa la boca.
Su sonrisa sin algunos dientes, me hace gracia.
—Nosotros no escuchamos conversaciones ajenas —mi hermano sonríe—. Solo queríamos ver si no estabais jugando sin nosotros como la otra vez.
—Yo ya tengo que irme —le doy un abrazo rápido, sin querer contestar—. No seas muy cabrón con los niños o voy a buscarle novio a las gemelas.
Sonrió cuando las gemelas chillan emocionadas.
—Te queremos, Lili —chillan a la vez.
—Solo yo puedo llamarla así, ¿verdad, Lili?
—Compartor a veces no está mal, pero ese nombre te pertenece, si —le revuelve el pelo, mientras las gemelas vuelven a ponerse a su lado.
—Perdon, Adrian —vuelven a hablar a la vez.
—Solo está vez, podéis llamarla así, pero por qué sois mis mejores amigas
—¡Para siempre!
Me aparto de ellos, mirando a Adriel.
—Yo también buscaré una novia para tu hermano —me observa, entrecerrando los ojos y cruzando los brazos.
Si él supiera.
—A mí me gusta mi amigo.
—Adrián se dio un beso con él —añade Andrea, la segunda gemela.
Ahora sí lo sabe.
—No te lo dije porque se me olvidó —pongo mi palma sobre su pecho, dándole dos palmadas —lo siento.
Cuando ya estoy en mi habitación, prácticamente corro hacia el baño.
Tengo mucho calor.
El verano es demasiado molesto. Tengo que lavarme todos los días para no oler a aguacate podrido.
Me saco los incómodos pantalones, desenganchando la goma del pelo. Engancho el pestillo para que nadie pueda entrar y verme en mis sexis y cómodas bragas de abuela. Me tiro encima la cama, gimiendo cuando siento el colchón.
¿Puedo declararme cama sexual?
—Prometo decirle a tu padre esto y siento no sentir nada por ti —aprieto los ojos con fuerza para no volver a llorar. Espero que, al verle la cara, yo sienta lo mismo que cuando vi a mi hermano o a Daniel, el hermano de Adriel.
Supongo que el instinto maternal me saldrá al ver al bebé.
…
Abro los ojos y maldigo cuando al mirar por la ventana, veo que ya está oscuro.
Malditas siestas.
¿Por qué no puedo echarme una siesta de dos horas y levantarme? Es tan simple y tan complicado al mismo tiempo.
Con un bostezo perezoso, me levanto, abriendo las puertas de mi pequeño balcón para entrar a la habitación de Adriel.
Dentro de poco ya no podré pasar por aquí. Esta tabla aguantó demasiados años y golpes, así que supongo que sería peligroso pasar estando embarazada por mi peso y por el bebé. Voy a tener que usar la puerta como alguien normal.
—Lileth, ¿que haces aquí? —balbucea—, son las dos de la mañana —crujiéndose el cuello, se sienta en la cama.
No lleva camiseta.
—No vi la hora —me disculpo—, acabo de levantarme y quería hablar contigo.
—¿No podrías haber esperado a que saliera el sol, amor?, podrías haber esperado a que hubiera algo de luz natural.
¿Amor? Aún debe estar muy dormido.
Amor. Suena tan bien.
—Disculpa, pero acabo de despertar de una gran siesta, y como no iba a poder volver a dormir, he pensado en venir a hablar contigo sin mirar la hora. Mi cerebro por la mañana se pone más sincero, atrevido, por eso he penado que podemos hablar ahora.
—Espero que también te entren ganas de limpiar tu habitación. No estaría de más.
Él exagera, tampoco está tan sucia.
Se pasa las manos por la cara, levanta la manta y palmea la cama para que me siente.
Estamos en verano, pero el aire acondicionado enfría toda la habitación.
—Tienes que volver a prometerme algo —le clavo un dedo en las costillas—. Vas a quedarte sin bolas si se te ocurre juzgarme —bromeo.
Es mi frase favorita en todo el mundo.
—No voy a juzgarte —promete—, jamás lo haría y lo sabes, idiota.
—Te mentí en algo. Llevo un mes y una semana, ocultando algo y sé que no debí hacerlo porque podría lastimarte más.
—No te entiendo y que sean las dos de la mañana no me ayuda en nada, Lileth. Específica, por favor —bosteza, acurrucándose un poco más.
—Te oculté una información bastante importante —subo mis rodillas a mi pecho, abrazándolas como un gesto de paz—. Te mentí, cuando te dije que no había follado con alguien. Y ahora me he enterado de que estoy embarazada —trago saliva, haciendo una pausa —por eso te preguntaba si tú me querías. Quería asegurarme que me quieras tanto como para perdonarme algún día.
La habitación que antes se sentía cálida, ahora se siente fría, en mal sentido, como si un dementor hubiese pasado por aquí momentos antes.
—Mattias me contó que te vio con una prueba. Desde entonces creo que algo muy dentro de mí, sabía que eras tú y no tu amiga Olivia, porque no me lo contaste, y estaba aterrado porque yo… sabía que si lo estabas, ese bebe era mío, hasta ahora que acabo de enterarme de que te acostaste con alguien más. Hubiese preferido ser el padre, aunque seamos muy jóvenes y no un idiota.
—Estoy como muy acojonado, Adriel, y prometo que te lo quería contar, pero no es nada fácil confesarle esto a tu mejor amigo y mucho menos luego de saber que le gustas.
—Podías haberme llamado y te hubiese acompañado en el momento que te hiciste la prueba.
Está muy tranquilo.
—Llamé a Oliver.
Si yo le cuento que en realidad fue con Andrea, con la que hable, va a sentir rencor porque ella tampoco dijo nada.
—Lileth…
Genial, está volviendo a llorar por mi culpa
—¿Te arrepientes de tener sexo conmigo por primera vez?
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Embarazada de mi mejor amigo(Finalizada)
LosoweNo parece tan mala idea perder la virginidad con tu amigo de la infancia,¿verdad?....hasta que descubres que estas embarazada Esta es la historia de Lileth y Adriel