Un final feliz

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La puerta se abre. Son las cinco de la tarde, así que no puedo fingir estar dormida. Las lágrimas caen mientras muerdo mi labio, intentando disimular.

—No quería gritar a nuestro hijo—. Vuelve a intentarlo cuando no contesto—. Lileth, sé que estás despierta.

Furiosa, me levanto.

—Vete a la mierda, Adriel. He intentado pedirte perdón, me he esforzado. Sé que fui una hija de puta, que jugué con algo muy delicado, pero lo hice por ti. Me querías, yo tenía miedo, te hice daño y quisiste irte. No lo hubieses hecho si hubieras sabido que era tuyo. Luego, pude contártelo, pero tenía miedo, así que no lo hice. Me arrepiento, por eso me he pasado más de dos años suplicándote. Ya no más.

—Lileth…

—Oh, y mañana Adrián se irá con mi hermano y padres. No hace falta que vengas, porque no va a estar.

—Nuestro hijo va a despertarse.

Con la mandíbula apretada, lo rodeo, saliendo de la habitación, alejándome de las habitaciones.

—Te he dado muchos años, Adriel. Puedes irte a la mierda, no pienso esperarte más.

—¡Lo siento, vale! Me perdí el embarazo de mi hijo, no estuve ahí.

—¡Lo hice mal! Pero me has castigado lo suficiente, joder. No quiero verte, Adriel.

—¡Tienes que hacerlo! Tenemos un hijo.

—Vete.

—No es tu casa.

—Lárgate, Adriel.

—No voy a irme. 

—Entonces quédate.

Enfadada, vuelvo a la habitación.

Sus fuertes pasos me siguen.

—No llores.

—Lárgate.

—No llores, por favor.

Freno de golpe, la mano sobre la manilla de la puerta.

—Lo mejor será que no volvamos a vernos sin nuestro hijo de por medio.

—¿Eso quieres, Lileth?

—Es lo que debemos hacer. Esto es una mierda, Adriel. Todo ha cambiado.

—Lo prometimos. Nada cambiaría.

Con el corazón acelerado, me giro.

—No cumplimos la promesa —murmuró.

—Desearía que nada hubiese cambiado, Lileth. Que nunca me hubiese ido. Yo… Te he ignorado todo este tiempo porque te quiero, estoy enamorado de ti y eso me enfada.

—Se nota tu amor por mí, Adriel.

—Tienes razón, sé lo mucho que te has arrepentido y lo mucho que te has sentido mal. Deberíamos empezar a comportarnos como adultos. Ya no somos niños, tenemos un hijo.

—Solo quiero llevarme bien contigo. No me importa si eso significa ser solo amigos. Te necesito, necesito a mi mejor amigo, a mi compañero.

—Podríamos empezar sentándose en el sofá y hablando de cómo nos ha ido todo este tiempo, pero no llores más. No… Soporto verte llorar —sus ojos no me miran cuando lo confiesa.

—Tenemos una hora antes de que Adrián, se despierte, y Andrea y Mattias salgan de la habitación.

—¿Cómo te va el trabajo? Mattias prometió llevarme a ver su editorial, también me contó que trabajas con él, traduciendo libros.

Embarazada de mi mejor amigo(Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora