Una charla pendiente

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Narra Adriel

—Tenemos que hablar. Yo tengo que hacerlo contigo —la seriedad en la voz de Mattias, me acojona más de lo que debería.

Acaba de llegar, no puede soltarlo así.

—Si es por el tema con Lileth, ya sé que me estoy comportando como un idiota y estoy sobrellevando esto horriblemente.

—Se trata de ella, sí —hace una pausa cuando entramos a mi habitación—, cuando venía, la vi, me fije en una bolsa y me di cuenta de que era un test de embarazo.

—Matt, no juegues con eso —suplico—, no tiene gracia.

—Ella me dijo que era para una amiga, pero parecía demasiado nerviosa. ¿Te ha contado algo?

—No, pero seguramente se le olvidó. Ella no está embarazada.

Oh sí.

—Me preocupa.

—¿Has venido aquí para hacerme llorar?

—Claro que no.

—Has venido para ayudarme a cocinar un bizcocho para Lileth.

—Lo sé.

—Y no lo estamos haciendo.

—Soy consciente que estamos en tu habitación y no cocinando, Adriel —rueda los ojos, hastiado—, vamos a ponernos a ello antes de que te pongas más insoportable.

Genial, he conseguido distraer nuestra charla por ahora.

Luego de cinco minutos en los que las gemelas y mi hermano mayor saludan a mi mejor amigo, conseguimos llegar a la cocina.

Sacamos todos los ingredientes necesarios y empezamos a mezclarlos.

—Ni te atrevas —me alejo de Matt cuando mete el dedo en el bote de harina y vuelve a acercarse a mí, ensuciando la cara.

—Pareces un oso de peluche con la nariz blanca —se burla.

Bromeando, me acerco, poniéndole mi dedo índice contra su pecho.

—¿Acaso quieres besarme? —rodeo su cuello pegándome a él —sabía que en realidad el que te gustaba era yo y no tu novia.

—Lo admito, estoy enamorado de mi mejor amigo —apretamos los labios aguantando una risa cuando rodea mi cintura.

—Adri… —la voz de mi madre se ahoga cuando entra a la cocina.

Genial, esto va a ser vergonzoso.

—Mama…

—¡Cariño, ven aquí ahora mismo! —chilla mamá, agarrándose la barriga de casi nueve meses.

Para estar tan embarazada, tiene demasiada energía.

—Sofi, solo estábamos… —mi padre lo interrumpe entrando asustado a la cocina.

—¿Te pusiste de parto, Sofia? —papa se acerca a mamá, mirando hacia el suelo.

—Ellos dos iban a besarse.

—¡Mama! —suplico —solo bromeábamos. Estamos haciendo un bizcocho para Lileth.

Por unos segundos, los tres la miramos preocupados pensando que va a volver a llorar, pero vuelve a sorprendernos cuando chilla.

Malditas hormonas de embarazada.

Somos cuatro hermanos, más el que está a punto de nacer y no digo que no los quiera, pero creo que con dos embarazos era suficiente.

—¿Ya estáis saliendo? Su madre y yo desde que erais pequeños hablamos sobre qué algún día ibais a casaros y darnos unos nietos preciosos.

—Solo somos amigos, mamá —resoplo cuando a mamá se le llenan los ojos de lágrimas.

Embarazada de mi mejor amigo(Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora