C A P Í T U L O 🦆 P I L O T O

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2005

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2005

Nooooooo.

—¿Qué? ¿Qué? ¿Qué pasa?

No te preocupes por miiii, aquí todo sigue iguaaaalll, como cuando estabas tuuuu.

—Voy a matar a ese chico. —Gruñó el de trenzas. —Siempre está cantando esa canción, hasta parece que anda dolido.

—¿Debería llevarle una caguama?

—Ay no, ya te mexicanizo. —Jadeó el mayor con temor.

—....el canario ya murió, pero aquí no hay novedadddd...

Oi, Robbie, ¿Qué te parece si salimos un rato? Ya sabes, a mirar a los patos en el estanque del centro.

—Uh, ya hablamos el mismo idioma. —Sonrió. —Oye Rindito, ¿En dónde está esa caguama de la que hablabas?

—Robb, no hay ninguna caguama.

—Pues consíguela, cabrón.

Cómo había mencionado en el prólogo, Robbie y Kazutora de alguna forma dejaron su amistad de lado, haciendo que Robbie se hiciera muy amiguisimo de los Haitani.

Su amistad era muy... extraña, pero a la vez divertida. Robbie era quien le ponía la diversión y emoción como todo buen latino. Mientras que los Haitani... bueno, ellos ponían el doble sentido, pervirtiendo un poco a nuestro niño Robbie.

—Oye Moross, ya ni la friegas, no soy un niño.

Bueno, el puerto del Roberto. Ahre, hasta rimó.

—No me simpatizas. —Refunfuñó el de gorro mientras salía de la casa junto a sus bes friens los Haitani.

—Así que Robbie, ¿A qué hora sales por el pan?

Y entonces el de gorro soltó una carcajada, llamando la atención de todo aquel japonés que estuviera en la misma calle que ellos, y seguramente de los vecinos en sus hogares.

Ay, se mamó.

—No entiendo. —Dijo Rindo mirando confundido a su hermano.

—Ya, ya, vamos a ver a los patos. —Dijo Robbie tratando de no reírse, jalando a ambos chicos por las mangas de sus chaquetas.

Robbie era más bajo que Ran, medía lo mismo que Rindo, pero al de gafas le gustaba usar zapatos con algo de tacón para lucir más alto, así que Robbie era el más bajo de los tres.

Vaya, hasta ahora me doy cuenta que la primera letra de sus nombres es la R. Quizás signifique algo.

Robbie y los Haitani llegaron al estanque de los patos en el centro de Shibuya después de casi una hora.

Los tres se llevaban bien, demasiado bien, hasta parecía sospechoso.

Robbie estaba al tanto de los crímenes de los Haitani dentro de las pandillas, pero él evitaba tocar esos temas, incluso les pidió no comentar nada de eso frente a él, debido a que no le gustaba meterse en problemas o saber de problemas.

Menos si eran de matemáticas.

Cómo sea, el lema de Robbie era: “No me meto en peleas a golpes, mejor a balazos, así se resuelven las cosas en mi pueblo”.
-Robbie, 2003.

Y a menos de que fuera una pelea con tiroteos, Robbie no se metía.

—¡Miren, son los nuevos patos! —Exclamó emocionado Robbie señalando los mini patitos que según a la mamá pato. —Que lindos, quisiera tener uno de esos... pero en mi edificio no dejan tener ni perros o gatos... ni siquiera peces... mierda, es una injusticia.

—Al menos puedes verlos aquí. —Dijo Ran. —Ni siquiera nosotros podríamos tener mascotas, nuestra madre es alérgica a todo tipo de animales, sorprendentemente.

Los chicos continuaron hablando acerca de los patos, los Haitani tenían que soportar horas al del gorro porque nunca se callaba y era insoportable.

—Moross, ya wey, me haces daño.

Ay, que quejumbroso.

Pero entonces, un par de chicos llegaron y Robbie supo que iban a haber problemas.

Por los guarachitos del niño Jesús, aquí se rompió una tasa y cada quien para su casa. —Murmuró Robbie tratando de huir, pero uno de los chicos lo tomó por los hombros, evitando su cobarde huida. —Moross, te estás pasando.

Chillón.

—Pero mira que tenemos aquí, si es nuestro querido Robbie. —Dijo sonriente el grandote.

—O-Oye, cuando dije que tú mamá se bañaba con calcetines no era cierto, te juro que era una bromita yo nunca quise decir eso de tu hermosa y elegante madre.

—Yo no tengo madre.

—Chin, ya la regué. ¡Haitanis, al ataque!

Pero nada sucedió.

—Perros desgraciados, más les vale que me libren de esta o yo mismo los plomeo.

—Relajate Robb, somos amigos. —Dijo el más bajo. —Sólo queremos hablar como las personas civilizadas que somos, ¿No es así Kenchin?

Y entonces Robbie soltó una carcajada, pero de inmediato se tapo la boca, aunque eso no evito nada ya que siguió riéndose como todo buen latino, con esa risa que se escucha hasta tres cuadras de distancia.

—Ay, ay, no mames, ¿Neta dejas que te diga Kenchin? Nembreeee, tu viéndote tan imponente, y él diciéndote por ese nombre tan ridí...

Miró a los cuatro chicos, y entonces se puso lo más serio que podía.

—Pero si, está coqueton, yo creo que con ese apodo podrías levantar una que otra viejita.

—Me agrada este niño. —Dijo Draken con una sonrisa y una risa nasal.

—Si, pero es nuestro. —Habló Ran separando al de gorro del gigantón. —Y ya nos tenemos que ir.

—Hasta luego, Robbie. —Se despidió Mikey del chico, quién sólo pudo hacer la seña de paz.

—Caray, sentía que casi moría y nada más la andaba regando más. —Jadeó Robbie.

—Lo bueno es que fuiste tu, eres un chico cool por naturaleza.

—¿Tu crees, Rin?

—Por supuesto. —Asintió.

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B E T R A Y E D [TOKYO REVENGERS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora