B E T R A Y E D [TOKYO REVENGERS]

C a p í t u l o | 0 4

¿No les pasa que sueñan con alguien y automáticamente quedan de alguna forma enamorados de esa persona?

Bueno, eso le sucedió a nuestro querido Robbie.

Quién no había podido dejar de pensar en la amiga de su hermanastra desde que se levantó.

Incluso ahora que se estaba lavando los dientes seguía pensando en ella.

En su sueño... ¿Lo puedo contar o me vas a regañar?

—Ja cuenhaseloj. —Gruñó aún pensativo.

En el sueño, Robbie y Emma estaban en los XV's de la rubia, y Robbie era el chambelán así que estaban bailando juntos. Se la estaban pasando muy bien, en su burbuja del amors, incluso Emma le daba un beso en la mejilla.

Es por eso que él ahora estaba como idiotizado pensando en la rubia.

—Vale queso, ¿Y ahora que hago? Yahoo respuestas plis. —Lloriqueó luego de enjuagarse la boca. —Moross, tu eres algo así como la Diosa de este mundo, ¿Qué hago?

Mmmju, no puedo ni resolver mis problemas, hasta crees que te voy a ayudar, byeeeee.

—¡Moross! ¡Vuelve aquí!

—¿Otra vez gritando a la nada? Niño ya búscate una novia. —Gruñó Maddie.

Y bueno, para resumir, ambos padres de los chicos se habían casado por el civil, así que técnicamente Maddie y Robbie ya eran hermanastros. Ahora sólo faltaba la boda por la iglesia.

—Mejor échame a tu amiga. —Dijo distraído.

Eso hasta que se dió cuenta. Maddie lo miraba sorprendida.

—Madres, ¿Lo dije o lo pensé?

—¿Te gusta Emma? —Jadeó con sorpresa.

—Pff, obvio no, no es como si hubiera soñado que me daba mis besotes con ella, o sea, estaré esquizofrénico, enano, disléxico y todo lo que quieras, pero eso nunca. —Rió divertido mientras movía su mano para dizque quitarle importancia.

—¡Roberto! ¡Te gusta Emma! —Exclamó emocionada la castaña.

—¡Oh, que no es así!

—Espera a qué le diga a Emma, se va a emocionar porque... —Maddie se puso las manos en la boca, típico gesto que haría Robbie, ya le está haciendo daño juntarse con ese wey.

—¿Cómo dices que dijiste? —Cuestionó Robbie.

—Nada, ya me tengo que ir. —Dijo la castaña lista para meterse al baño, pero entonces si padre se metió.

—¡Emergencia, lo siento! —Exclamó el hombre.

—Madeleine. —Murmuró seriamente Robbie.

—A Emma sí le gustas, pero no le digas que te dije. —Habló avergonzada. —Prometí guardar el secreto pero...-