Fukumori 1

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La vida en el apartamento comenzó tranquila, con los jefes de ambas organizaciones desayunando tranquilamente en el patio, en silencio, ya era suficiente con los gritos provenientes de sus vecinos.

No pasó mucho tiempo para que alguien llamase a la puerta, según las normas no podías salir del apartamento, pero pedir cosas a domicilio como comida si estaba permitido, solo que ¿quién pediría comida a las diez de la mañana?

Con una tenue sonrisa, Fukuzawa se levantó de su asiento para abrir la puerta ante la curiosa mirada del médico. Al girarse se podía ver como este sostenía una pequeña bola de pelo en sus brazos. Sí, había adoptado un gato.

- ¿Enserio? – preguntaba Mori, sabiendo como era su compañero.

- Ranpo me avisó anoche, lo encontró en la carretera, seguramente porque al ser un gato calicó no lo querrían...

- ¿Y cómo se llama el bicho? – suspiró el pelinegro.

- Dejo que tú escojas el nombre, a fin de cuentas, lo traje sin tu consentimiento.

- ... Bicho

Y así fue, el gato se llamó Bicho. Fukuzawa pasó el día enseñando al gato a mear en el arenero, mientras que, por su lado, Mori simplemente investigaba cada rincón de la casa.

Era aburrido estar allí encerrados todo el día, ya habían comido y la cena estaba hecha, así que hasta la tarde no había nada más que hacer, o eso pensaba el mayor.

- Fukuzawa-dono... - el aludido lo miró, únicamente usaba ese tono cuando quería algo del contrario - ¿y si le hago una revisión?

- ¿No te sirvió la del mes pasado?

- Esa simplemente fue una revisión para prevenir el cáncer de próstata, nada más-

- ¿La mamada formaba parte de la revisión? – el pelinegro rio ante ello, a veces le apetecía jugar con su compañero, sabía que eso molestaba al otro, y que mejor que verlo enojar.

No se dijo más, el peliblanco fue a la cama, desnudándose al completo, exceptuando la ropa interior, había aceptado la revisión. Con ilusión, Mori se acercó, aprovechando para deleitarse con el cuerpo ajeno, el cual estaba muy bien conservado.

Agarró el estetoscopio, el cual tuve que buscar el nombre porque no lo recordaba, y lo posó sobre el contrario, escuchando su corazón, el cual sonaba bien, demasiado bien.

- ¿Por qué no estás nervioso?

- ¿Debería estarlo?

- Sí, estas delante de mí – no admitiría que su corazón si estaba acelerado.

- Hace tiempo que tu presencia no me acelera el corazón – eso era mentira, realmente se estaba mentalizando, no quería hacerle pensar que seguía sintiendo algo por él.

Sin más que hablar, siguió con la revisión, le tomó la tensión, la temperatura, lo pesó y midió... solo quedaba una zona por ver.

- No.

- Venga, es lo último que queda – lloriqueaba el jefe de la port mafia.

- Me niego – el trauma de la última vez lo había marcado.

- Prometo no chupártela.

- Que no.

- ¿Y por detrás?

- Como lo intentes te meto la catana por el culo.

- Mejor méteme la polla – sí, ya volvían a ser esos jóvenes que alguna vez coquetearon, pero la cosa se quedaría ahí.

Así terminó la revisión, Fukuzawa se vistió y Mori se quedó sin ver las joyas de la corona, que lástima.

Al anochecer, mientras el albino calentaba la cena, el pelinegro se arregló y conectó una videollamada dirigida a la mafia, debía dar ordenes y estar ahí encerrado no era una excusa.

- ¿Cómo se encuentra, boss? – habló Koyo desde el otro lado de la pantalla.

- No puedo quejarme... tengo una misión para usted, bella dama – la damisela lo miró atentamente – hay un rico empresario que obtiene ganancias por difamar a nuestra organización, creo que ya sabes que hacer.

- Por su puesto – rio en un tono coqueto.

- Y ahora... lagarto negro – Hirotsu miró a la pantalla, pues antes se encontraba regañando a Tachihara y Gin, quienes estaban peleando como ya era costumbre.

- Boss – habló el viejo.

- Tengo entendido que hace unos días un grupo de jóvenes intentó propasarse con un miembro de la port mafia... ¿me equivoco? – y dirigió su mirada a Gin, y ella solo bajó la cabeza, en forma de afirmación.

- ... los mataré lenta y dolorosamente, no dejaré a ninguno con vida – habló el ya conocido perro de caza.

- Joven Tachihara.

- Déjalo, Hirotsu, me gusta su actitud – justo cuando iba a continuar hablando, un lindo gatito se posó apareció en pantalla - ¡Bicho! – rápidamente lo bajó de ahí, ya odiaba a ese gato.

- Le enseñaré a que no se acerque al gran jefe de la mafia – habló Fukuzawa mientras le llevaba la cena, para sorpresa de los presentes en la videollamada.

Rápidamente colgó, avergonzado por aquella acción, pero no dijo nada y se terminó la cena, dando fin a ese día en el apartamento.


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