Epílogo

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Una vez pasada la semana en la que los tres grandes de la mafia estuvieron ausentes, tocó regresar, solo que no era como todos esperaban.

Koyo se notaba nerviosa, junto a ella Hirotsu trataba de calmar a un alterado Tachihara, que parecía al borde del colapso. Sin embargo, lo que más llamó la atención de Akutagawa fue la ausencia de su hermana.

- ¿Y Gin?

- Verás Akutagawa... hemos tenido un par de problemas y... - intentaba disculparse Koyo, sin embargo, el perro de caza levantó de su asiento, dirigiéndose hacia ellos.

- Fue mi culpa, debes saberlo, yo... tu hermana y yo estamos saliendo y...

- Ya sabía que estabais saliendo.

- ¿Eh?

- No dije nada porque confío en mi hermana – sin duda aquello dejó en shock a todos los presentes.

- Bueno, lo que decía... Gin y yo lo hicimos y pues...

- ¡No! – exclamó Chuuya - ¡Irresponsable! ¡Sabéis que, a pesar de no tener ETS debéis usarlo! ¿¡Y si acaba embarazada?!

- ¡Me haré cargo de todo! – Akutagawa se había callado, pues su aura asesina hablaba con él.

Quien iba a decir que Chuuya tuviese ese instinto materno tan arraigado, tal vez porque crio de los Akutagawa desde que Dazai dejó la mafia y eran como su pequeña familia disfuncional.

Al poco salió la chica del baño, mirando a todos, pero su semblante tranquilo relajó a todos, la prueba había dado negativo. Con eso todos podían respirar aliviados.

Menos de un mes pasó para que Atsushi llamase a Akutagawa, se encontraba, muy mal, a penas podía probar bocado sin devolver, estaba cansado y adolorido, cosa que preocupó al mayor, quién, rápidamente lo llevó con Yosano, pues era la más cercana.

La condición del chico preocupó a su superior, que entró junto a ellos a ver q ocurría, sin embargo, aquello era algo que necesitaba la supervisión del presidente, quién no tardó en aparecer tras su reclamo.

Por otro lado, en la mafia, Chuuya estaba igual de mal y, sin pedir ayuda a causa de su orgullo, se acercó al despacho de Mori con la intención de una revisión, solo que el médico tampoco estaba bien.

Ayudándose entre ambos, llegaron a la agencia, donde Yosano revisó a los tres. Una vez consiguió dar con el problema llamó a las tres parejas a consulta.

- Estáis embarazados – eso fue un shock muy gordo.

- ¡Somos hombre! – exclamó Chuuya, quien se abrazaba al cuello de Dazai, apretándolo de más, casi asfixiándolo.

- Y yo soy una rata rusa con un libro de deseos en su poder.

Efectivamente, todo fue un plan de Fyodor para... para... ¿para qué? ¿Reírse? Nunca lo sabrían.

A los días, los tres fueron a otra revisión, monitoreando el embarazo de cada uno, donde les dijeron el sexo del bebé.

- Bien Mori, es un niño.

- Menos mal... - suspiraba Fukuzawa.

- Embarazado a mis 40 y teniendo una mafia a mi cargo... menudo ejemplo estoy dando.

- No te preocupes, anda, que así tendrás un sucesor.

- No me estés matando ya, Yosano.

El siguiente fue la complicada pareja del doble negro, que no hacían más que pelear.

- ¡Qué te puto mueras!

- ¡Si lo intento me pegas!

- ¡Pues muérete sin suicidarte!

- ¿¡cómo!?

- ¡Yo que sé!

- Em... - Yosano esperaba para darles la noticia, solo que la mala actitud del pelirrojo no la dejaba – es una niña, por si os interesa.

Y así como entraron, se fueron, peleando. Los últimos fueron los más jóvenes, muertos de miedo ambos.

- Tranquilos, estará todo bien – intentaba calmarlos la médica.

- Solo tengo 18...

- Da igual, Jinko, cuidaré de ti y del bebé, lo prometo.

- Bueno... es una niña... creo...

- ¿Crees? – Akutagawa miró a la mujer mientras acariciaba la cabeza del albino.

- Es que... está desarrollando cola y... orejas de animal.

- De tigre – rugió Atsushi – serán los genes de Byakko – lo miraban como si estuviese loco, pero bueno, no lo iban a contradecir.

Y así, las tres parejas fueron a sus casas, que ahora compartían, a la espera de sus bebés.


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