Especial Tachigin

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En los edificios de la mafia, una joven pelinegra acababa de volver de su última misión. Se le hacía raro estar completamente sola, pues usualmente su hermano siempre estaba por allí.

Se duchó y fue a cenar algo, disfrutando de su soledad sabiendo que no duraría mucho. A los edificios de la mafia solo podías acceder con una autorización, por lo que si algún miembro de la mafia quería colarse en los dormitorios debía buscar otra forma de hacerlo.

Un pequeño golpeteo llamó la atención de la chica, en la ventana, agarrado a la cornisa, se encontraba su compañero de fechorías. Rápidamente se apresuró a abrirla, tenía miedo que el chico cayese al vacío.

- Estás loco – rio Gin, ayudándolo a entrar.

- Es que no me dejaste una autorización, princesa – tan galán como siempre, el joven Tachihara.

- Eres un tonto – y le propició un casto beso en los labios

El tintado sabía que el hermano de su novia no estaría en casa por un tiempo, por lo que todas las noches se colaba en la casa, dispuesto a pasar un rato con su amada.

Esta vez, una fuerza mayor lo atrajo, no quería que Gin pensase que se aprovechaba de ella, pero necesitaba ayuda urgente.

- ¿Por qué la tienes parada? – se preocupó, sabiendo que Michizo no se calentaba tan rápido.

- Una broma de Keiji... me puso viagra en la cerveza... - la pelinegra no pudo evitar reír, pero lo ayudaría.

Lo agarró de la mano, guiándolo al cuarto, se podría decir que esta era la primera vez que lo harían en una cama, pues de normal buscaban cualquier escondite para no ser descubiertos.

Con delicadeza, desnudó al mayor, masajeando sus definidos abdominales que tanto le gustaban. Agarró su hombría, comenzando a masturbarlo. Esta aun pensando en si hacerle una mamada o dejarse hacer, solo que quien decidió fue él.

En un rápido movimiento se tumbó sobre ella, acariciándole los muslos con sensualidad. Sin descaro alguno, la desvistió, observándola entera.

Sin más, llevó uno de sus senos a la boca, mientras con su diestra masajeaba el otro, arrancándole suaves gemidos a la Akutagawa. Mientras, su otra mano acariciaba su intimidad, consiguiendo que la chica cerrase sus piernas por instinto.

- Gin – habló una vez decidió terminar con su pecho – sabes que soy yo – la chica ya se sinceró sobre sus traumas, pero con Tachihara podía olvidarse completamente de ellos.

Abrió sus piernas de nuevo, dejando que el mayor introdujese sus dedos en ella, moviéndolos lentamente mientras le repartía tiernos besos por toda la cara, a la espera de una señal.

- E-estoy lista – ante ello, Tachihara se introdujo en ella, moviéndose lentamente.

- Mmm... m-me gusta... - adoraba hacerla sentir bien, por lo que aumentó el ritmo de las estocadas, quería oírla, que gimiese su nombre – p-puedes ir más rápido...

- No se diga más, mi amor – y comenzó a darle más rudo, comenzando él también a gemir, mientras que con sus manos apretaba su cintura y con su boca mordisqueaba su cuello.

- Aahhh... - gemía la pelinegra, enrollando sus piernas en la cintura del contrario.

- ¿T-te gusta? ¿S-se siente bien? – y en ese preciso momento, consiguió darle justo donde a ella más le gustaba, haciéndola gritar de placer.

- ¡Michizo!

Y así siguieron un rato hasta que Tachihara al fin terminó por segunda vez y pudo calmar las hormonas, quedando ambos abrazados, descansado y apunto de dormir, solo que el mayor recordó algo que le dijo el jefe ese mismo día.

- ¡El condón!


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