Recuerdo 4 - Sobreviviente

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Seguí la bulla del gentío hacia el exterior del palacio donde la luz de la luna me permitía ver como mis hermanos subían a mi abuelo en el helicóptero y posterior a eso vi como se elevaba perdiéndose en el cielo nocturno

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Seguí la bulla del gentío hacia el exterior del palacio donde la luz de la luna me permitía ver como mis hermanos subían a mi abuelo en el helicóptero y posterior a eso vi como se elevaba perdiéndose en el cielo nocturno.

—¡Tea!

Una voz conocida me llamó por atrás.

—¿Eh?

—¡Ahí estás!

Era Amber que se apresuraba a llegar a mi lado con el rostro empapado de lágrimas de preocupación al igual que yo.

—Prima... —me dijo con la voz entrecortada acercándose para abrazarme— todo estará bien ¿sí? Confía, el abuelo es fuerte.

—¿Abuelo...? Mi abuelo... él...

Abrí mis ojos al máximo.

—¡Mi abuelo! ¡Amber!

Por fin reaccioné de mi shock y comprendí la gravedad de la situación antes casi surreal para mí.

—¡Él está...! ¡Tengo que ir a verlo! ¡¿Dónde se lo llevaron, Amber?! ¡Dime!

—¡Tea, cálmate! No iremos a ningún lugar así, nos dijeron que todos los miembros de la familia debemos recluirnos en nuestras residencias hasta que todo pase, hay que irnos.

—¡¿Qué?! ¡Claro que no! ¡Debo ir con él! Se lo llevaron al hospital de la familia ¿no? Iré para allá entonces.

Dicho eso recogí el largo de mi vestido y me apresuré hacia los jardines para llegar más rápido al aparcamiento de autos al aire libre.

—¡Tea! ¡espérame! —gritó Amber siguiéndome el paso— ¡no puedes irte así!

—Amber, estoy bien, solo necesito ir con el abuelo —dije con la voz más tranquila que pude disimular.

Al ver mi negativa Amber cedió.

Mientras que caminábamos rumbo a los autos sentí la suavidad y frialdad de la nieve cayendo sobre mis hombros desnudos.

"Está nevando..."

Llegamos al estacionamiento apartado especialmente para los miembros de la familia Persa.

Iba a entrar directamente cuando un guardia me detuvo.

—Solo pueden entrar miembros de la familia, señorita.

Sentí un extraño sentimiento en mi pecho que no pude identificar por la diversidad de emociones en las que me estaba ahogando, pero sí logré distinguir coraje en el.

—Señor —intervino Amber— nuestros autos están aquí, por favor, déjenos pasar.

—Usted es... Amber Edevans Persa ¿cierto?

Asintió.

—Usted puede pasar —dijo para luego mirarme a mí— y usted, señorita, si es miembro de la familia por favor deme una identificación.

La Vida que nunca soñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora