La Vida que nunca soñé

Recuerdo 15 - Teoría del caos.

"El aleteo de una mariposa puede causar un tifón en algún lugar del mundo" 

Una simple decisión tomada podría cambiar algo o podría no cambiar nada en tu vida, pero a veces... a veces una simple decisión podría cambiarlo todo.

Y yo estaba a punto de descubrir eso.

Finalmente, Samir me alcanzó un dato sobre el paradero de Tea, o más bien de quién podría darme la información, ya que él solo pidió saber si ella no se dirigía a una de las grandes filiales de nuestra compañía, por lo que luego de confirmarlo no preguntó más.

Me dio una tarjeta con el contacto de alguien y dónde podía encontrarlo y dijo que lo buscara para pedirle ayuda en nombre de "Alejandro", seudónimo que al parecer usaba para este tipo de negocios secretos.

Curioso nombre —pensé recordando su afición por Alejandro Magno cuando éramos niños.
Me pregunte si seguía siendo así.

Mientras caminaba en dirección al lugar no podía dejar de pensar en las palabras de Samir cuando me dio la tarjeta:

«Ten mucho cuidado, Aiden. Yo siempre he hecho negocios con él mediante intermediarios, pero ya que insististe en hacerlo todo rápido, tendrás que verlo en persona. Él no sabe mi verdadera identidad, y tampoco debe enterarse de la tuya bajo ninguna circunstancia, así que sé cauteloso. Este hombre es una verdadera cueva de las maravillas, pero sacar algo de allí puede tener un precio bastante alto si no juegas bien tus cartas. Confío en que sabrás como lidiar con él, después de todo... eres un Persa ¿no?»

Alentador, por supuesto.

Al llegar al lugar, noté enseguida que no era el tipo de lugares que frecuentaría Samir Persa, lo que lo volvía perfecto porque allí sería muy poco probable que nos reconociesen; Siendo miembros de la alta sociedad siempre hablaban de nosotros en las noticias y se podía decir que estábamos en la mira del mundo, pero incluso habiendo nacido con esa maldición, aún había lugares en los que las personas se interesaban muy poco en nuestro mundo y este era uno de esos.

Aunque por las dudas había aprovechado todas las facilidades que podía darme la más avanzada tecnología de cambio de imagen inventadas hasta la fecha. Así fue como logré cambiar temporalmente mis facciones faciales, el color de mi cabello,de mis ojos, además del tono de mi voz. Ninguna persona podría decir que se trataba de mí, ni aunque me hubiera visto cientos de veces.

—Al fin.

Era un pequeño y algo insalubre restaurante perdido en todo el laberinto subterráneo de la línea del metro de la ciudad, lo que lo volvía casi imposible de encontrar.

Observé con cautela las paredes corrugadas por la humedad, las baldosas del suelo con moho blanco, las luces opacas y las miradas poco amables de los comensales.

Di grandes pasos hacia el centro del establecimiento donde se encontraba un pequeño mostrador con una chica de cabello azul que mascaba un chicle haciendo burbujas mientras miraba atenta una película en su computadora.

—Disculpa...

Ella movió sus ojos grises hacia mí un segundo sin moverse un centímetro y volvió su atención inmediatamente a la pequeña pantalla.

—Dime, guapo ¿Qué quieres? Tenemos hamburguesas, burritos, hot dogs, pizza...

—No estoy buscando comida —la interrumpí algo impaciente— Vengo en nombre de... —acerque mi cabeza al mostrador para susurrar—: Alejandro.

Al instante su semblante cambió y perdiendo su postura desinteresada hizo una seña con su cabeza hacia atrás indicándome que pase adentro.

—Te está esperando.